Marzo 2016
Nahuel Lombardi (28)
Shodan, 9 años de práctica
Aikido y Japón
24 de abril de
2014. Estamos en la autopista La Plata Buenos Aires, llegamos a la gran ciudad
y antes de adentrarnos en sus calles laberínticas tomamos un desvío, dejamos
atrás un cartel que señala el aeropuerto. Empieza el final del principio. Meses
estudiando japonés, mandando mails a Japón, viendo mapas de Tokio, leyendo
páginas de Dojos y pensando, pensando mucho. Hoy se termina todo eso y empieza
ese viaje tan esperado. Llegamos a Ezeiza, es un lugar que promete aventuras. Estar
en las instalaciones del aeropuerto, ver
las escaleras mecánicas a la zona de embarque, leer mí vuelo en la pantalla.
Está pasando, es real, me voy a Asia. Me acompañan seres queridos, familiares y
amigos. Es un momento de sentimientos encontrados, un poco de tristeza, extrañando
de antemano, y otro poco de excitación, de alegría incontrolable por lo que se
viene. Despacho mi valija y me despido al cruzar la puerta.
Estoy en
ningún país, estoy en ese lugar donde sólo pueden estar los pasajeros,
significa que me voy del país y que no hay vuelta atrás. Mucha emoción. Muchas
horas de vuelo y espera después llego al país donde se fundó el Aikido hace 72
años.
¿Qué pasa con
el Aikdio en Japón? ¿Tiene algo de especial ir donde se originó? ¿Dado el caso,
sería la misma idea ir a jugar al fútbol a Inglaterra? ¿O ir a bailar ballet a
Francia? Tal vez, pero sólo puedo hablar de mi experiencia. El Aikido es una
disciplina joven y evolutiva, con fuertes bases tradicionales pero sin rigidez en
la técnica o lo métodos. Sí, respeta muchos ritos, todo Dojo practica un puñado
de ellos. ¿Qué pasa en Japón?
Irie-san e
Igarashi Sensei me recién en la estación de trenes de Hashimoto, me muestran mi
habitación, que compartiré con un japonés que no habla inglés y me llevan a
cenar. Ese simple acto me enseña de su cultura. Primero nos saludamos,
charlamos amenamente. Sin perder tiempo Sensei va al punto. Me da el cronograma
de actividades de los próximos tres meses, me hace dos preguntas y me da hasta
el fin de semana para elegir. Mi compañero de cuarto es muy amable, callado y recluido,
siempre me toma en cuenta para todo lo que hace y me ayuda con las direcciones
de la ciudad. En el Dojo todos saludan al entrar aunque lleguen tarde, hay
montones de reglas implícitas que nadie se molesta en explicar porque son
costumbre. En Hombu Dojo hay otras reglas, estas son parte implícita y parte escritas.
En Sendai, en el Dojo de Shirakawa Shihan, hay otras reglas implícitas. También
las hay en los hoteles tradicionales y en las cenas de los seminarios, en el
comportamiento del peatón y en el subte y trenes. Todas estas reglas tienen un
patrón común, la cultura social japonesa. Los ritos que realizamos en los Dojos
no son propios del Aikido, son mucho más que eso, son el comportamiento regular
de los japoneses. Ellos lo aprenden en la escuela y en las casas.
El
entrenamiento, todos se lo toman en serio, hasta los que no se dedican al arte
marcial. Eso no los hace necesariamente superiores a nivel técnico, pero cambia
la actitud de la práctica. Cuando es hora de la práctica se practica. Un
aspecto de su enfoque es que no piensan automáticamente en que algo es
imposible cuando se les presenta un ejercicio difícil, perseverancia.
En occidente entrenamos Aikido con todo lo que eso implica, luego volvemos a casa, vivimos
nuestra vida como todos los días, trabajamos, estudiamos, y uno o dos días después
volvemos al Dojo, a sumergirnos en el mundo del Aikido por otras 2 horas. Estar
en Japón es una experiencia de entrenamiento mucho más amplia. Practicamos los
ritos del Dojo en todos lados, todo el día, los únicos horarios que tenemos son
de clases. Nadie nos está esperando en el trabajo. Podemos entrenar de forma
más intensiva, sin limitarnos por las obligaciones da mañana. No hay exámenes
la semana que viene. Sólo hay Aikido, ir al Dojo y dejarnos llevar por el
flujo.
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