Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

sábado, 9 de julio de 2016

135-Tokorozawa 11~19/jun - primera semana como uchi-deshi en Kobayashi Dojo



SEMANA 1:
11/06 – 19/06


Sábado 11: Uchi-deshi
Yo llegando a Tokorozawa Dojo
Nos despertamos a las 5:15. Un sentimiento extraño, aún recordaba la sensación de saber que me esperaban los chicos en el Dojo, para matear, para desayunar, entrenar, ir a pasear, lo que sea. Pero ya no estaban, se fueron ayer. Por otro lado, tampoco estaba esa sensación de normalidad, ya que esta mañana sería la última que pasaría en Hashimoto y despertándome con Irie-san. Dejé mis mochilas y valija en la puerta mientras lo esperaba a mi compañero. Salió, le puse llave a la puerta y se la entregué, ya no la necesitaría más. Caminamos hasta el Dojo, tampoco estaba Jenny. Dejé en el vestuario de mujeres mi mate y bombilla para que Anu se los lleve a Jenny de regalo. Limpiamos para la práctica matutina y aparecieron Sensei y Machiko-san a darme la despedida y a desearme suerte en mi siguiente etapa de uchi-deshi. Me expresaron su agradecimiento por la ayuda proporcionada. Le devolví la tarjeta Suica y me fui. El sol me quemaba lindo. Llegué con tiempo de sobra a la estación de Koku-koen. Me compré un café en para llevar y me lo tomé con unos bocaditos que me aún me sobraban. Estuve pensativo un rato. Sin Internet dejé varios mensajes en WhatsApp para que se envíen cuando me conecte. Entre ellos varios audios. Uno de ellos para el grupo de viajeros de Japón, que está pronto a disolverse. No pude evitar soltar algunas lágrimas. Me tocó muy fuerte haberlos visto y vivido con ellos otra vez.
Se hicieron las 9, había quedado con Hiroaki Sensei que lo veía en Tokorozawa Dojo con mi equipaje a las 9:30. Empieza mi vida de Uchi-deshi.

Crónicas de un Uchi-deshi:
Esperando a Sensei no quise estar inactivo y me puse a limpiar la vereda. Vi llegar una moto negra con dos ruedas delanteras. Así se introdujo Hiroaki Sensei. Entramos mis cosas al Dojo, las dejamos al lado de la heladera en el patio detrás del vestuario de hombres y limpiamos el Dojo juntos. Me mostró todo lo que tengo que saber al respecto. Terminamos y me preguntó si me importaba ayudarlo en la clase de niños, ya que estas son opcionales para mí. Le dije que con gusto y me cambié. Qué gran diferencia con Hashimoto Dojo. Hay muchos más alumnos y son más activos. El juego con la pelota es ruidoso y juegan al sapo. Empezó la clase y claramente hay un programa. Primero uno de los niños se pone en el centro de un círculo formado por el resto y dirige la entrada en calor, que es la misma que la de adultos, pero él o ella tiene que dictarla en voz alta y el resto en orden cuentan hasta 10 para cambiar de ejercicio. Después ukemi y ejercicio. Después todos formados y Sensei les reparte la hoja de examen, porque el mes que viene hay mesa. Se ubican por graduación y practican la lista. Después más ejercicio y un juego, que puede ser sapo o mancha con el bate de plástico. Me sentí inútil, no supe conectarme con ellos, me agobió el bullicio que hacían y ver las pelotas volar tan rápido cerca de Sensei y el shomen y las armas.
Terminada la clase barrí otra vez el tatami y me preparé para la clase de adultos. La primera de esta nueva etapa. Estaban varios de los que ya conocía que he visto en las clases de los jueves. Fue movida y a pesar de mis piernas cansadas la pude seguir. Al final me puse a limpiar con el resto y ayudé a armar dos ventiladores recién comprados. Mi atención se perdió en eso y no preparé el té, se encargó otro, y la hakama a Sensei se la dobló Hiromi. Empezamos mal. Nadie me dijo nada, pero yo sabía que estaba en falta. Asumí que era un permitido del primer día que no me llamaron la atención. Después del té Hiroaki Sensei nos llevó a los dos a comer a un restaurante, el almuerzo de bienvenida. Charlamos de varias cosas. Me preguntó cuál es mi comida japonesa favorita y hablamos del desayuno de los viernes del cual estoy encargado. Volvimos al Dojo y Sensei se despidió. Lo volvería a ver más tarde para la clase de las 18:30. Hiromi y yo nos quedamos un rato solos en el Dojo, después de apuntarme algunas cosas volvió a su casa. Ella entrena mucho más de lo que pensaba y participa mucho de las actividades del Dojo. Se quedó a hacerme compañía y a enseñarme algunas cosas que tienen que saber los uchi-deshi. Ella siempre los ayuda. Yo desarmé la valija, acomodé mi ropa en mi cobertizo y descansé. Seguía con dolores de cabeza y de garganta. El resfrío no estaba del todo curado.
La clase de la tarde de los sábados es de principiantes. No había tantos como en las regulares. Cuando terminó le fui a doblar la hakama a Sensei y me sentí incómodo, al tenerla en la mano no podía ayudar a limpiar, al no estar el Dojo limpio no podía doblarla. Se acabó el día. Me preparé unos fideos soba con salsa de soja y algunas especias para cenar. Comí con la compu. Después me quedé dormido sentado. Me desperté, me tiré al suelo y me volví a quedar dormido. Junté fuerzas y armé el futón. Cuando fui a prepararlo encontré que no había futón, sino una colchoneta áspera de las que se te pegan al cuerpo, tres acolchados y dos almohadas. Puse la colchoneta y un acolchado, no llegué a acostarme, me dormí sentado y después tirado en el suelo otra vez, no quería dormirme sin ducharme. Me costó muchísimo levantarme e ir al baño. Finalmente cerré los ojos limpio y en el futón a las 12:45. El resfrío me tiene mal.


Domingo 12: Orientadores
Arriba sin esfuerzo. Dojo limpio y a Kodaira. Primera vez, caminando. Llegué junto a Kasahara-san a las 9 como me pidieron. Limpiamos juntos, me enseñó cómo. Recep estaba arriba ayudando a Kobayashi Sensei. Entre los dos me orientaron sobre las costumbres y protocolos de la clase se Soshihan (así lo llaman a Kobayashi Yasuo Sensei). Después hicimos un poco de trabajo en el patio y empezó la clase de niños. Había tantos ayudantes que terminé sobrando. Volvimos a limpiar el Dojo y empezó la nuestra. La configuración de la clase es la misma de siempre. Taiso, ukemi, waza, sahokokyuho, pausa para que se introduzcan los nuevos integrantes, en este caso yo que me entraba de uchi-deshi, las armas del mes, jo en este caso, trabajo libre que en esta época suele ser de examen y fin. Limpiar el Dojo, doblar hakama, preparar el té, algunos siguen entrenando. Yo estaba con hambre. Me senté al té, le serví a todos, cuando Soshihan me invitó a tomar y a comer los dulces lo hice con gusto y casi necesidad. A las 13:30 ya no quedó nadie. Me fui con Recep que me enseñó a usar el almacén de bicicletas. Los uchi-deshi podemos usar las bicis del Dojo, nos dan candado y una tarjeta de socio del estacionamiento para guardarla cerca de la estación.
De vuelta en Tokorozawa aún tenía dos horas antes de la siguiente clase. Cociné más soba, esta vez los comí fríos con salsa de soja. Me puse a limpiar y en el momento que terminé apareció un auto, se bajaron dos personas que no conocía, pero que parecían aikidokas. Uno de ellos sacó basura y la puso en los tachos del Dojo. El otro era Yamawaki Sensei, el encargado de la clase de los domingos a la tarde. Nos presentamos y se cambiaron. Los alumnos empezaron a aparecer de uno en uno hasta que se llenó el Dojo. Nuevo Sensei, acudí a Hiromi para que me oriente. A él también le puedo doblar la hakama, hubo hora del té y separé la taza de Hiroaki Sensei por si aparecía al final.
La clase fue como siempre, pero este Sensei tiene un estilo algo distinto. Es alto y grande y sabe usar su extensión. Las técnicas fueron más directas que las de los Kobayashi.
Durante el té se nos sumó Hiroaki Sensei. Antes de irse me dijo que mañana viene una mujer a hacer papeleo de 9 a 12, que lo hace todos los lunes. Me puedo quedar o irme. A las 18:15 ya se habían ido todos del Dojo salvo Hiromi. Nos quedamos practicando y charlando hasta las 8 y volvió a su casa. Yo me quedé perdido un rato en el teléfono y me fui al súper no tan barato al otro lado de la estación de Koku-koen, la que está cerca del Dojo. Tenía con migo 11.000 yenes (el total de mis yenes). Aún tengo los euros reservados para Suiza, no los quiero cambiar. Compré papa, cebolla, pepino, frijoles nato, dulces y un bento rebajado a 200 yenes. Lo cené en el Dojo mirando series. Vi dos capítulos de Dragon Ball Super y dos de Game of Thrones. No daba más y me dormí, otra vez me costó juntar fuerzas para ducharme antes, pero encontré los ibuprofenos que me habían sobrado de Irlanda. Son mi cura para todo resfrío. Suelo no tomar nada y dejar que se pase solo, pero la práctica constante e intensiva más estar atento y cocinar todos los días requería que esté curado rápido. Me tomé uno antes de dormir.


Lunes 13: galles
Feliz de la vida con la cafetera italiana
Arriba a las 7, limpié el Dojo, desayuné frijoles nato y algo más, no me acuerdo, y café. Estaba muy contento de encontrarme con una cafetera italiana. Lo hice bien fuerte para guardar y dosificarlo hecho. No tengo mucho y es un engorro lavar la cafetera cada vez. Me tomé el último ibuprofeno, ya me sentía bastante mejor. Me puse a escribir en el suelo y antes de las 9 mudé la compu al vestuario y la coloqué en el tercer estante para escribir parado, con la columna recta. Estaba por llegar la mujer a trabajar. Había entendido que iban a trabajar ella y Sensei juntos, así que hice lo que sé hacer. Puse una de las mesas largas, presenté dos almohadones para que se sienten y preparé el té. Cuando llegó nos saludamos y sacó de la oficina una mesa más chica, me dijo que trabaja sola, me aceptó el té. Al ratito llegó Hiroaki Sensei y hablaron un rato. Él trabajó un poco y me dio una tarea. Cortar hojas A4 con documentos a la mitad con la guillotina, ponerle dos sellos a cada una y abrocharlas con un panfleto informativo. Fue fácil y rápido. Le serví té a él y pocos minutos después se fue. Volví a quedarme solo a las 12:15. Cociné más fideos con vegetales. Comí poniéndome al día con Dragon Ball Super y Game of Thrones. Escribí un rato y volvió a bajar Sensei, me dejó arroz que me había ofrecido el fin de semana. Me dijo que le pida cuando se me acabe. Escribí un rato más y me puse a ver un animé nuevo, este también es de emisión semanal, pero a diferencia de las otras dos series, sale los viernes. No quiero ver más de lo que tengo en el disco rígido externo porque es demasiado material y me envicio muy fácil, lo que no es conveniente para esta vida de Dojo. Hay que descansar bien, nada de desvelarse.
Pensé en salir varias veces, pero no lo hice en ningún momento. Podría haber ido al supermercado barato en bici, pero ya tenía comida, decidí esperar a que se me acabe. Además voy a ir el jueves con Hiromi a hacer las compras para el desayuno del viernes.
Me decidí por un experimento. Me fijé cómo hacer galletitas en la hornalla con una sartén. En la cocina hay harina, azúcar, esencia de vainilla y polvo para hornear, todos elementos para hacer galletitas o tortas y no hay horno. Usé la manteca de la heladera y preparé la masa, no me convenció del todo pero era lo que tenía. Enmantequé la sartén, la puse a fuego moderado y puse bolitas de masa distribuidas en la superficie. Las aplasté ahí mismo y tapé la sartén, cuando olí a masa horneada saqué la tapa y las quise dar vuelta, pero estaban medio pegadas en la base y muy blandas, se rompieron. Terminé destrozándolas y salteando las migas para que se sequen y las puse en un tupper. Repetí el proceso con el resto de la masa y aceite en lugar de manteca para que no se peguen. No funcionó, casi las freí a éstas. Mismo resultado. Llené dos tupper de migas y un platito que me lo comí con un café. Fue divertido. El resto de la noche estuve con la compu leyendo, escribiendo, viendo series y Facebook hasta la noche que cociné, cené y me acosté después de una ducha.


Martes 14: japonés
Desayuno en el Dojo
Los martes y viernes se saca la basura combustible. Tengo un cronograma para sacar todos los tipos de basura: 1er y 3er lunes de cada mes botellas de vidrio y latas; 2do y 4to lunes de cada mes basura no combustible; martes y viernes basura combustible; miércoles plástico; 1er jueves diarios, revistas y cajas de cartón; 2do y 4to jueves botellas de plástico sin tapa y sin etiqueta; 3er jueves artículos eléctricos chicos. Así que hoy saqué las bolsas de basura combustible. Bajó Sensei a preguntarme si iba a ir a la clase de japonés, me mostró cómo llegar el edificio desde la estación de Higashi-Murayama y me dio un sobre para dejar el buzón de correo. Yo le pagué mi estadía de uchi-deshi que ayer nos olvidamos.
Salí del Dojo a las 9:20. Llegué con tiempo de sobra a la clase. Está muy cerca. Pregunté en la recepción de la planta baja y me mandaron al primer piso. Ahí estaban todos los profesores en reunión. Yo era el único alumno y 8 docentes. En los siguientes minutos llegaron el resto y tuvimos un promedio de un docente por alumno. Primero me dieron la bienvenida, están acostumbrados a que les manden uchi-deshis de Kobayashi Dojo. Me dijeron que hace poco venían 4 juntos y que era un montón de gente. Este es un centro educativo voluntariado, como al que iba en Hashimoto hace dos años. Uno de los profesores visitó Argentina y habla español mejor que inglés. En mi mesa estaba con él y un francés que ya se está por ir de Japón. Cuando vieron que me integré al grupo y que me quería quedar las 6 semanas que voy a estar ahí, me hicieron llenar el formulario de inscripción y pagar el arancel, 400 yenes al mes, es de risa. La clase fue una hora, después un descanso para el té con bocadillos dulces y salados y de paso practicar, y otros 40 minutos de clase. Cuando me fui me regalaron lo que sobró de los dulces, muy contento volví al Dojo. Pero me dolía la cabeza. Habrá sido una combinación del calor, el resfrío casi curado y haber exigido tanto al cerebro en la clase.
Llegué al Dojo, cociné, almorcé y en lugar de escribir me tiré en el tatami a descansar. A las 4 guardé todo y empecé a limpiar otra vez. Me cambié y empezó la clase de niños. Siento que estoy construyendo mi confianza para con ellos como hice en Hashimoto. Pensé que ya la tendría, pero no. Estoy buscando como acercarme a ellos para hacer alguna diferencia y nos ser solo un poste con hakama que se mueve por ahí. Terminó la clase y ellos no limpian el tatami, salen todos al centro del mismo y se cambian ahí, después se van y yo barro otra vez. Estuve un ratito solo y llegaron los alumnos de la clase de adultos. Estaba algo cansado, si bien es la primera clase de la semana, hacía calor y estaba saliendo del resfrío, de todas formas no me impidió hacerla normalmente. Durante la hora del té Sensei me dijo que puedo sumarme a la práctica de ukemi y así lo hice. También me dijo que mañana después de la clase de la mañana desayunamos en su casa que cocina su esposa, eso pasa todos los miércoles.
Noriko fue una de las últimas alumnas en irse y le di el regalo que le dejó Daniel, era el último que me quedaba por entregar. Volví a cocinar fideos y a clavarme con la compu. Me vino el cansancio del final del día, otra vez luchando para moverme y ducharme y preparar el futón.


Miércoles 15: Desayuno
Así presentan a los uchi-deshi en Kodaira Dojo
Arriba a las 5, Dojo y calle limpios y saqué las basura plástica. Empezó la clase, estaba Kasahara-san y me indicó que en esta clase también lo recibo a Sensei con la hakama en mano como en Kodaira. Las clases matutinas son de una hora nomás, pero la configuración es la misma. No hubo té, en general no hay té en las clases de las 6:30. Se fueron todos, Kasahara-san y yo nos duchamos y ambos subimos a desayunar. Nos lavamos las manos y nos estaban esperando en la mesa a medio servir. La mujer de Sensei cocina muy bien. Servimos té de oolong frío, arroz, sopa de miso, ensalada de lechuga y huevo, ensalada de cosas japonesas y pulpo, y un salteado de carne con zanahoria y cebolla. De postre (sí, postre en el desayuno, son lo más), café de máquina tipo Nespresso pero otra marcal y una tortita sabor ananá y kiwi. Una locura de sabores y mucha energía para el uchi-deshi que no para de entrenar. Agradecimos y nos fuimos. Yo salí primero y lo dejé a él cerrar el Dojo.
Fui rápido hasta Kodaira y me puse a limpiar para la clase de las 10. Llegó Kasahara-san y me ayudó a terminar de limpiar. Preparé la toalla de Sensei y me dijo que no era necesario, acomodé la hakama de Sensei para esperarlo y me dijo que tampoco era necesario. No sabía que la clase la dictaba él. Es un tipo muy simpático y tiene muletillas graciosas. Es alto como yo y fue uchi-deshi tres años y medio como el resto de los instructores de Kobayashi Dojos. Terminó la clase, acomodamos el Dojo, cerramos todo y me dijo que puedo volver directamente a las 6:30 para la clase de adultos, que como la de niños la dicta él, no tengo que estar ahí, puedo, pero no es necesario. Elegí descansar. Antes de entrar a la estación pasé por el supermercado barato, la misma cadena a la que voy a ir el mañana con Hiromi, el Seiyu. Compré pan y las bolitas blancas dulces que me gustan.
De vuelta en Tokorozawa y con varias horas libres cociné, almorcé, vi algunos videos en YouTube y me dormí. Quise escribir pero no me podía concentrar. Además estoy atrasado y tengo que hacer memoria de 3 semanas. Sigo cansado y se acumula a cada día. Después de todo hoy me había despertado a las 5 y ya había hecho dos clases antes del mediodía. Bueno, se hizo la hora. Salí para Kodaira. Saqué la bici del estacionamiento y pedalee hasta el Dojo. Los niños seguían ahí. Se fueron, limpié y empezó la clase de Kobayashi Soshihan. Por momentos me costó seguirla, mis piernas estaban cansadas. Nos sorprendió con su visita Manuel, un argentino que trajo montones de dulces de regalo para Sensei. Además en la clase practiqué con Recep que con su buena onda me levantó y le puse más pila a la práctica. La hora del té se convirtió en cerveza otra vez en honor a la visita, eso y fotos para mostrar el glorioso pasado de Sensei. A ellos los llevó uno de los chicos hasta la estación de Kodaira y yo me fui en la bici.
En Tokorozawa volví a mi rutina, cocinar, luchar para ducharme y armar el futón y a dormir.


Jueves 16: sueño
Así cocino en Tokorozawa Dojo
Me habían dicho que puedo limpiar el Dojo de Tokorozawa a la vuelta. Los jueves tengo que ir a Kodaira a limpiar a las 5:30 porque a las 6:30 hay clase. Pensando en eso y en que no puedo perder el tren, dormí mal, poco y cortado. Caminé aún dormido hasta la estación y dormí 8 minutos en el tren. Entré al Dojo, sacudí el polvo, barrí adentro y afuera y me cambié. Estaba más despierto ya, con el keikogi tengo otra energía, pero seguía medio dormido. Preparé la toalla y la hakama para Soshihan y lo esperé en la oficina, pero no vino, me dijo Recep que la clase la dicta Hiroaki Sensei. Cambié de hakama, guardé la toalla y lo esperé en la oficina. Esta clase me costó empezarla, pero luego me desperté y la pude aprovechar también. Participaron varios instructores. No hubo té. Recep sabiendo lo que me tocaba me dijo que él se encargaba de terminar de cerrar el Dojo y que yo me vaya, así llegaba a desayunar antes de la clase de las 10:30. Agarré la bici y me fui.
En Tokorozawa antes de limpiar me comí dos panes con manteca y arroz con nato. Limpié el Dojo y la vereda y llegó una alumna. Se metió sin dudarlo en el vestuario de hombres. Cuando salió le dije que ese no era su vestuario y me corrigió que en la clase de los jueves a media mañana sí, porque es clase de mujeres y son mayoría, por lo que usan el vestuario grande. Entonces saqué mi hakama de adentro antes de que no me la pueda poner. Se llenó de mujeres, éramos 4 hombres y 10 mujeres. En la vereda estacionó Soshihan, otra sorpresa como la de esta mañana. La clase no la dio Hiroaki, lo que en ese momento me hizo cambiar la configuración. Tenía que conseguirle una toalla, hacerme cargo de su botellita y darle la hakama, además de tener el té listo para después de clase. Acá me mandé todas las cagadas juntas. Primero una de las mujeres que habla mucho y muy fuerte se metió en la cocina y preparó un té de saquito en la taza de Soshihan con agua fría, cuando se dio cuenta sacó el saquito y puso a calentar agua. Yo sin saber eso le tiré el saquito a la basura, volvió y puso otro, no entendía por qué estaba preparando té antes de la clase, pero ella es japonesa y alumna regular de esta clase, seguro sabía lo que hacía. Saqué una de las hakamas que no suele usar Hiroaki Sensei con la esperanza que sea la su padre. Cuando entró a la oficina se la di, pero no llegó a ponérsela. Era de Hiroaki, busqué en el canasto y eran todas de Hiroaki, me señaló otra esquina de la oficina con su ropa, ahí estaba la suya. Mientras se vestía uno de los alumnos fue a buscarle la toalla, que yo no sabía dónde estaban, este no es su Dojo regular. Bien, la toalla ya estaba y yo aprendí. La mujer que habla fuerte tapó la taza con té caliente y sin sacarle el saquito la llevó hasta la ventana al lado de la toalla, igual que su botellita en Kodaira. Ahí aprendí que Soshihan no toma agua durante la clase sino té caliente. Durante la primera media hora de la clase estuve incómodo pensando en la taza que aún tenía el saquito dentro, pero fue ella la que lo llevó, confié. Hice mal. Cuando fue a tomar se quejó de que el saquito estaba ahí y lo quiso sacar, mojó el tatami, ella pidiendo perdón fue a tirarlo a la basura como deberíamos haberlo hecho en el momento que se hizo el té. Ella se apuró en presentar la taza y yo estuve lento en no arreglarlo.
La clase estuvo buena, estaba tan pendiente de hacer las cosas bien que me olvidé de mi cansancio y dolores. Después tomamos el té normal, esta parte me sale bien ya, estaba cómodo. Hasta que llegó la sorpresa. Vino Hiroaki Sensei y un amigo de Soshihan, los estaba atendiendo a los tres y a varios alumnos.  Aparte del almohadón de Soshihan sacamos el de Hiroaki Sensei. El segundo nos trajo a Hiromi y a mí una caja grande para congelador con un set de 8 platos de fideos udon para cocinar. Tenemos desayuno para mañana. En un momento Kobayashi padre se levanto y se fue a la oficina, el hijo me mandó con él a ayudarlo a cambiarse de ropa. Me quedé con su keikogi para lavarlo luego.
Cuando se decidió a irse salí a despedirlo y Hiroaki Sensei me dijo que me quede detrás del auto y le haga señas para ayudarlo a salir marcha atrás. Lo vimos hasta que dobló la esquina. Se fueron todos y me quedé con un rato de paz para almorzar tranquilo.
Igual que los martes, a las 17:15 empieza la clase de niños, a las 16:45 tiene que estar el Dojo limpio para lo que tengo que empezar a las 16:15. Eso me dejó con unas 3 horas libres. Cociné, comí, vi videos y descansé. Me estoy acostumbrando a las clases de niños. Esta fue mi cuarta desde que llegué el sábado, la tercera en este Dojo, me estoy aprendiendo algunos nombres y actitudes. Les quise corregir algunas cosas que estaban practicando antes de la clase pero mi acento era demasiado gracioso y no me hicieron caso. Terminó la clase, limpié el Dojo otra vez y a las 19:30 empezó la de adultos. De vuelta  al normalidad con Hiroaki Sensei, la clásica clase de los jueves a la que suelen ir los visitantes cuando los hay, como la de los miércoles en Kodaira. Se me notaba el cansancio. Ukemis pesados, seguía las técnicas casi por protocolo y varias veces abusé de mis buenos ukes para aflojar mi técnica. Aún así hubo momentos en los que me compenetré con la práctica y entrené bien. Últimamente los alumnos que van a rendir examen me buscan y les ayudo con las técnicas. Varias veces les enseño lo básico, después de todo, este es el Dojo donde nació el estilo que entrené mis primeros 5 años de Aikido. Aprovecho estas técnicas para descansar el cuerpo. Después saludo a alguno de los hakama, que ya me los estoy aprendiendo, para que me hagan sentir las técnicas y me vea forzado a seguirlos.
Hora del té, usamos el último saquito de té verde. Después Hiroaki Sensei se puso a buscar tés. Sacó una bolsa de papel aluminio sellada al vacío. No la usó, me terminó dando una latita roja con té negro en ramitas para que use. Se fueron todos y Hiromi me apuró para ir al súper. Agarramos las bicis y pedaleamos hasta el Seiyu de Shin-Tokorozawa. Ahí compramos banana, pepino, yogurt y guarniciones frías para mañana, ella compró algunas cosas para ella y me regaló un bento. Volvimos al Dojo y nos despedimos hasta la noche. Guardé todo en la heladera y descansé. Mañana hay otra clase a las 6:30, pero es en este Dojo, no tengo que ir a la estación. Cociné, cené y revisé los tachos de basura. En el de la puerta estaba la bolsa sellada al vacío de té verde y al lado una latita para guardar té en hebras. Ya que es basura me los quedé ambos. Así tengo té verde frío ilimitado. Abrí la bolsa, llené la latita y guardé ambos en mi ropero. Esta misma noche hice un poco. Me quedó muy fuerte, tomé con la cena y metí el resto en una botella, quedó súper concentrado. A dormir después de la ducha.


Viernes 17: árbol
Las bicis de Kodaira
Llegó uno de los días esperados, el mítico viernes del desayuno. Cuando soy el encargado de cocinar para los Senseis. No fue tan estresante en gran parte gracias a que Hiromi fue la encargada y yo el asistente. Además teníamos el menú pre organizado con los congelados que nos dio ayer Hiroaki Sensei.
Dojo limpio a las 6 y empezó la clase. Me costó arrancar pero al ratito entré en ritmo. Cuando terminó doblé la hakama lo más rápido que pude y me dijo Sensei que me cambie rápido. Yo ya pensaba estar de keikogi todo el día. Entre todos los alumnos, que no eran sólo Senseis, acomodamos sobre el tatami 10 mesas. Del lado del shomen pusimos 6 en rectángulo para que trabajen, del otro lado pusimos 4 para la comida. Con Hiromi sacamos las dos tablas de cortar, dos cuchillos y los vegetales y banana. Al lado de la cocina pusimos en el suelo una mantita para apoyar las tres cajas de vajilla y el frasco de palillos. Pusimos a hervir los fideos soba, cortamos el pepino y las bananas. A las últimas las pusimos en tazones con yogurt para el postre. Cuando estuvieron los soba los enfriamos y los dejamos en la cacerola en la mesa. Servimos 6 porciones y a cada una le agregamos dos fetas de cerdo, pepino en tiritas y el condimento picante que venía en la caja. Puse a calentar las empanaditas gioza en el microondas y serví una por plato. Hicimos té y a comer. Algunos repetimos, charlaron relajadamente de boludeces cotidianas para descansar del trabajo y se acabó. Entre Hiromi y yo levantamos la mesa y lavamos. Los Senseis volvieron al trabajo y ella se puso a catalogar fotos en álbumes. Yo estaba sin tareas y saqué mi cuaderno de japonés. En ese mismo momento Sensei me pidió que le pode el árbol que habíamos hablado el miércoles en el desayuno en su casa. Me dio una tijera de podar con brazo extensible y un serrucho que se incorpora.
Empezó la tarea. Corté las ramas que alcanzaba desde el suelo y me permitieron subir a la terraza. En la casa estaban la esposa y la cuñada de Sensei limpiando y planchando mientras miraban telenovelas. Yo corté un montón hasta que corté una rama enorme hizo mucho ruido al caer y llamó la atención de todos. Antes de seguir dejé mis herramientas y bajé de vuelta a la vereda para sacar el ramón de la casa del vecino. Sensei vio el árbol y me dijo que ya estaba bien. Agarré una escalera y saqué a mano las ramitas que le crecían por el tronco. Empecé a limpiar con la indicación de armar pilones y de ramas y atarlas con soga. A la media hora me frenaron y me llamaron adentro, hora del té y de descansar. Hiromi había salido en su bici momentos antes y volvió con té, coca-cola y jugos fríos del súper. Nos sentamos otra vez todos a la mesa y merendamos a media mañana. Para este momento se nos habían sumado Yamawaki Sensei y la mujer que hace papeleo los lunes que siempre me olvido su nombre.
Terminado el asunto volvimos a limpiar todo y salí a terminar mi tarea. Empecé a barrer con mis pilones listos y Kasahara-san me dijo que eran muy grandes, Sensei me pidió que los corte en tercios. Kasahara-san armó uno de ejemplo y yo hice el resto. Para cuando terminé ya se habían ido todos, no tuve tiempo de ayudar con el orden en el Dojo. Koyanagi Sensei, el que siempre va Bristol, que participa de las clases de la mañana en Kodaira los jueves y en Tokorozawa los viernes y los viernes a la noche en Kodaira, y que a su vez parece ser el segundo después de Kasahara-san en administración de los Dojos, me dijo que Soshihan nos pidió ir al Dojo a las 5:30 hoy, un poco más temprano. Se despidió y empezó mi descanso.
Solo en el Dojo otra vez, qué lindo momento. La lógica me indicaba dormir, pero armé mi mesita, puse la compu y escribí hasta que me dio hambre y me serví una porción de las sobras del almuerzo, me quedó para otro momento. Me tiré un ratito y me costó mucho levantarme. Fue una mezcla de baja presión, cansancio acumulado y la pansa recién llena. No podía abrir los ojos, hasta soñaba que no podía abrir los ojos. Cuando lo forzaba un poco entreabría uno y miraba la hora para no quedarme dormido. Me senté un par de veces y volví a caer. Pero cuando se hizo la hora puse toda la fuerza de voluntad y me paré, abrí los ojos y me quedé quieto esperando a que se me pase el mareo. Fui al baño, me lavé la cara, tomé un poco de té frío y a ordenar. Dejé todo en su lugar, armé la mochila y me fui a Kodaira. El viajecito en bici me espabiló un poco más.
Llegué al Dojo, acomodé la bici, saludé al shomen, dejé la mochila en el vestuario y sacudí el polvo del Dojo. Empecé a barrer y me llamaron afuera, quedo la tarea postergada. Orden general en el patio bajo la directiva de Soshihan. Sacamos casi todo lo que había en el suelo y barrimos la tierra, seleccionamos los paraguas malos y los atamos para basura, acomodamos 4 canteros plásticos recién comprados y les sacamos las plantas feas, limpiamos guantes y trapitos además de cajoneras de plástico, seleccionamos las malas y a la bolsa de basura, sacamos un montón de libros y los atamos en grupitos del mismo tamaño para tirarlos. Ahí hice una pausa y los repasé rápido, fue el destino que nos unió, había una copia del libro de Saotome firmado por Kobayashi Yasuo Sensei. Me lo guardé en la mochila. Se estaba por hacer la hora de la clase. Acomodamos todo, quedó más prolijo. Terminé de barrer el Dojo y escuché como a cada alumno que llegaba Soshihan lo agarraba, le mostraba el patio y le decía Mirá, está lindo, no?
Me lavé las manos, me puse el keikogi, preparé el té, limpié el baño, me puse la hakama, acomodé la toalla de Sensei en la ventana, y me senté en la oficina a esperarlo con su hakama. Es el ritual de las clases de Kodaira Dojo. Me dio su botella de té, le di su hakama abriendo las cintas, puse la botella al otro extremo de la misma ventana donde había puesto su toalla y me senté. Empieza la clase.
Ya es viernes, el cansancio acumulado se siente, desde el martes a las 17:15 que empezó mi semana con una clase de niños, esta es mi clase número 12 (9 de adultos y 3 de niños). La hice como pude, pero como siempre, al rato entré en ritmo. Al final dudé si sumarme al ukemi, esta es una costumbre de estos Dojos, alguien se pone en el medio del tatami, a veces son dos y los que quieren pasan y los tiran de un lado al otro para que rueden, el que va a caer elije un número 20, 30, 60 caídas, las que sean. Otros se ponen a practicar lo suyo o práctica de examen, que es común en esta época. En este momento suelo quedarme al lado del té, con la duda interna de si estoy sentado ahí porque debo o porque me sirve de excusa psicológica para no caer porque no me dan las piernas. Un hecho es que es mi tarea preparar el té y servirle a Sensei, pero a veces después de que lo preparé alguien se ofrece a servir y quedo liberado un rato.
Se acabaron los saquitos para el té en hebras. Me fui junto a Kasahara-san, pasamos por el supermercado Seiyu a comprar más, iba a ir solo y a darle el recibo más tarde, pero me acompañó. De paso me regaló dos jugos energéticos. Me hubieran venido muy bien esta tarde. Estaba agotado antes de la clase. Llegué a Tokorozawa Dojo derrotado. Preparé la ducha y el futón, calenté la cena que tenía en la heladera, comí, me duché y a dormir, mañana de vuelta a Kodaira Dojo a las 5:30am.



Sábado 18: semana
Momento relajado después del té
Hoy se cumplen mis primeros 7 días de uchi-deshi en Tokorozawa Dojo. Para el final del día habría hecho las 14 clases que me corresponden. Clase a la mañana en Kodaira. Salí en el tren de las 5:13, limpié el Dojo y empezó a las 6:30. Esta es la única de las 4 clases matutinas que tiene hora del té. Durante ese momento preparan la mesa para Shodo en la oficina. Shodo es caligrafía tradicional japonesa, con papel fino y pincel. Una alumna me invitó a participar, pero vi que no iba nadie, asumí que empezarían después del té. Pero Recep me dijo que no, que es durante. Cuando guardamos las tazas y la pava ella guardó las mesas y las hojas que no se usaron. Volví rápido en la bici a la estación para llegar a desayunar en Tokorozawa antes de la clase de las 9:45, cuando empiezo la limpieza. Lo logré! Arroz con nato y pan con manteca. La clase de niños estuvo bien, la pausa entre esta y la de adultos es de sólo 15 minutos. Sensei no llegó a sacarse la hakama, Hiroaki Sensei.
Después tuve un buen rato de descanso y a las 17:30 volví a limpiar. Durante el té Hiroaki Sensei esperándome me dijo que me prepare rápido después de la clase de mañana porque antes de las 18 me pasará a buscar para que ayude a su esposa con algo. A las 20 se fueron los últimos alumnos de la clase de principiantes. Había terminado mi primera semana, sobreviví, fue duro, pero ya no tengo el resfrío. Mejorará.


Domingo 19: fotógrafo
Estacionamiento para bicicletas
Mañana relajada, limpieza un poco más profunda. Hacía calor así que fui a Kodaira en ojotas. Justo hoy se les ocurrió que como parte del ejercicio de la clase de niños saldríamos a correr por la calle. Igual que el domingo pasado, no participé mucho que digamos. Después la clase de adultos normal y volví a Tokorozawa a limpiar para la clase de Yamawaki Sensei. Pero este no vino, en su lugar se presentó un instructor también alto pero morocho, cara grande y muy amable y tranquilo. Tenía un alumno con él, un joven atlético, pedazo de bestia, sus ukemis son una obra de arte. De apellido Kobayashi también, es policía. Tomamos el té, colgué mi hakama, me duché y me cambié.
En el momento que se fueron todos llegó Hiroaki Sensei en su auto amarillo. Tiene dos, uno gris grande y este un poco más chico. Fuimos a un salón de eventos frente a la estación de Kokukoen pero del otro lado. Me enteré que kokukoen significa parque aeronáutico. Al lado de la estación hay un parque bastante grande en honor a la aeronáutica, hay un par de aviones expuestos. En el salón al que entramos había una gran exposición de arreglos florales modernos, no eran ikebana, y varias pinturas tradicionales muy valiosas originales y algunas réplicas. Mi tarea era sacarle fotos a las flores y en particular a la que arregló la esposa de Hiroaki Sensei. Cuando terminé aún faltaba uno hora para que cierre la exposición. Sensei me llevó a tomar un café con torta a la cafetería del segundo piso. Era bebida libre, así que ambos repetimos chocolate caliente. Volvimos a las 19 a la expo. Se agruparon todos en la puerta e hicimos las fotos grupales. Después empezó mi verdadero propósito ahí. Ayudar a levantar la muestra. Los que levantamos fuimos todos los espectadores, artistas y directivos del salón que estábamos todavía dando vueltas más algunos empleados de limpieza del complejo. Terminamos y fuimos los tres a cenar a un restaurante nepales/indio. El mejor curry que haya probado jamás. Excelente. El pan nan que nos dieron era gigante. Me comí la mitad del de la esposa de Sensei, más un poco del curry que le sobró a él y su arroz restante. Charlando me enteré que su inglés es tan bueno porque fue uchideshi en un Dojo en estados Unidos por dos años seguidos.
Volvimos al Dojo y me regalaron dos pancitos con crema que fueron suvenires del evento. Le lavé los dientes, otra ducha y a dormir.

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