SEMANA 6:
06/06 – 11/06
Lunes 06: adiós
Ryogaku, barrio sumoka |
Temprano al
Dojo. Sensei y Machiko bajaron al ratito para despedirse de todos. Adiós a los canadienses
y a la mayoría de los argentinos. Nos juntamos todos en la cafetería del Aeon.
Yo acompañé hasta la puerta Keio a los que se iban. Volví y nos separamos. Los
chicos (Daniel, Pablo y Gero) se fueron a pasear a Ryogaku, el barrio de los
Sumo y a Akihabara, el barrio electrónico. Esta noche no hubo clase en Meiji.
Se nos acabó el mate así que tampoco teníamos de eso. Cené en el depto sobras
del almuerzo.
Martes 7: Templo
Templo en Hashimoto |
Se fue el
griego, como despedida estuvo toda la mañana separando la basura para dejar en
la esquina. Antes de irse le regaló un jabón de lavanda a Igarashi Sensei, fue
un momento gracioso, además le pidió que le lleve un libro con fotos de Grecia
a Doshu. Sensei me lo encomendó a mí y yo lo convencí al griego de que vaya él.
Los cuatro argentinos nos fuimos al centro comercial Ario a buscar cosas que
faltaban comprar. Gero y Pablo se compraron dos almohadas masajeadoras para poner
en un sillón, son fantásticas. Almorzamos ahí mismo. Compramos bentos varios en
el súper. Me invitó Pablo, comimos muy bien y nos sobró un poco. Dejamos todo
en el Dojo, el hotel y el depto y nos fuimos a pasear un poquito ya que había tiempo.
Los quise llevar a un templo sencillo que me había gustado pero me perdí,
terminamos en uno más chico pero mucho más lindo, con un jardín precioso.
Sacamos muchas fotos. Llegamos con lo justo al Dojo. Gran clase, algo
concurrida aún, por lo que hubo mucho kokyunage. Al final di un discurso de
despedida en nombre de AUA y Daniel Picciola Sensei. Jenny dio el suyo también.
Se fueron todos y me quedé un ratito charlando y picando algo. En el depto me
puse con la compu de Dani, me la había llevado antes para revisarla porque
andaba lento. Al conectarla a Internet por wifi se trababa, andaba tan lento
que era inutilizable. Había que ir a que la revisen. Cené las sobras del
mediodía mientras Irie-san veía su baseball.
Miércoles 8: Tokio
Los 4 en el templo de Asakusa |
Última clase
de los argentinos. A la madrugada, esta vez los únicos extranjeros. Todo el
resto de la manada ya había vuelto a casa. Terminada la clase yo me fui al departamento
a desayunar y a trabajar en la compu todo lo que pueda. Hoy vamos a Akihabara a
que la vea el técnico. Fui al Aeon un poco tarde, Dani estaba solo. Quedaron
con Pablo y Gero en encontrarnos en el Starbucks de la estación de Aikihabara.
Así lo hicimos. Nosotros dos fuimos a la casa donde él compró la compu a que la
vean. Hacía falta actualizarla completa la primera vez, después le podemos
cancelar las actualizaciones automáticas. Se la quedó una hora y media,
volvimos y faltaba otra hora más. Cuando terminó andaba bien y aún quedaban
algunas actualizaciones por hacerle, que las terminaré esta noche. Los dos
solos fuimos a comprar un almuerzo ligero en el kiosco, fui invitado
nuevamente. El día estaba lindo para seguir paseando. Fuimos a Asakusa a ver el
gran templo y las calles comerciales. Nos sacamos una foto con un monje que
pasaba por ahí. Después fuimos a la torre más alta del mundo, el SkyTree de
Tokio. Pablo fue el único que subió. Los otros tres nos quedamos en un
Starbucks conectados y comiendo algo con un buen café. Volvió Pablo, le gustó,
pero hubiera preferido subir de día. Volvimos directo a Hashimoto, era tarde
pero el restaurante de curry CoCo seguía abierto, entramos.
El resfrío que
me agarré hace unos días me estaba pegando más fuerte pero con un poco de ibuprofeno
lo fui calmando, el curry ayudó también. Nos separamos en el Dojo y hasta
mañana.
Jueves 9: Panteón
Hoy día 100%
libre. Fuimos a conocer el Panteón, es un parque con una estructura similar al
Panteón de Atenas versión japonesa. Está en Keio Tama Center y no se le parece.
Igual está lindo. Lo vimos, paseamos por el parque, les mostré dos ejercicios
de Aikido que me habían gustado de Irlanda, entramos a un vivero, merendamos en
un kiosco, compramos un poco unos langostinos fritos en el súper, Dani fue al
Uniclo, una tienda de ropa, y no se compró nada. Y terminamos el paseo en la
tienda de todo por 100 yenes (108 en realidad por el impuesto). Los chicos
compraron suvenires y yo comida, claro. Volvimos al Dojo y me quedé con ellos
un ratito, les llevé las cosas que quería que me lleven a Argentina. Los ayudé
a acomodar las valijas y se hizo la hora de volver a partir. Las paradas de
compras aún no terminaban. Fuimos a Don Quijote, una cadena de tiendas tipo
bazar. A comprar de todo un poco. Se nos hizo tarde pero llegamos con lo justo
para cenar en Freshness Burger, para despedir Japón con una hamburguesa bien
hecha. Yo pagué y me dieron la plata en yenes y dólares para no tener que
cambiar mañana para tomarse el tren. Estaban cortos ya, y la única forma de
cambiar que tienen es que Pablo vaya hasta el shopping Ario y saque del cajero.
Comimos rico y de postre Mantecol, un regalo que no llegó a entregarse. Nos
separamos en el Dojo otra vez. A dormir.
Viernes 10: Keio
Llegó el
momento de la despedida. Gero apareció en el Dojo a las 9 más o menos. Sensei
bajó y se despidieron formalmente con agradecimientos y promesas de volvernos a
ver. Seguro en mayo del año que viene, en su seminario en Argentina. Entramos
al Aeon por costumbre casi, a esperarlo a Gero que pasaba por el hotel a buscar
su valija. Pablo se compró un desayuno y yo lo ayudé a Dani a comprar lo último
de Shiseido. Fuimos a la puerta Keio. Me desearon suerte con mi estadía en
Tokorozawa empezando mañana. Los vi irse y desaparecer detrás del ascensor.
Cuándo los volveré a ver? Sentí que un huracán al que me había acostumbrado se
calmaba de repente. Me invadió una sensación de paz y melancolía. Se habían ido
mis compañeros, mis amigos. Le dediqué un momento de silencio al sentimiento.
Me puse la
camiseta del viajero y me fui a Hachioji a cambiar otros 100 euros. Ya estaba
bastante seco y si bien tenía separada la plata de uchi-deshi, no me quedaba
mucho para el transporte y la comida. Con algunos snacks volví al depto,
almorcé, preparé la valija, dormí una siesta, escribí y tiré algo de ropa,
entre otras cosas el jean azul que compré en Dublín a 9 euros. Estaba roto y no
lo quería seguir cargando. Otra decisión que tuve que tomar fue el mate. No
tenía más yerba ni plata para comprar ni nadie con quién tomar. Lo lavé, lo
metí en una bolsita para regalo y lo aparté para llevarlo mañana la Dojo. Se lo
voy a dar a Anu para que se lo lleve a Jenny. Ella me había pedido que le lleve
un mate de Argentina cuando vuelva a Finlandia, no sé cuándo volveré ni desde
dónde y si podré llevar un mate. Me pareció un buen momento para hacer el
regalo. A la noche volví a poner las fundas del futón, acolchado y almohada que
había lavado esta mañana.
Mi última clase
en Hashimoto. El miércoles escuché que hoy era el cumpleaños de Machiko-san.
Fuimos al Dojo y le regalé una campanita de metal de San Petersburgo. Empezó la
clase de niños. Muy pocos alumnos. Irie-san les dijo que era mi última clase y
que me iba a otro Dojo. Los voy a extrañar a estos, ya me había aprendido los
nombres y sus fortalezas y debilidades. Mañana volvería a empezar a aprenderme
esas cosas con los niños de Kobayashi Dojo. Empieza la clase de adultos.
También la dictó Irie-san. Sensei estaba cansado de todos sus eventos. Al final
me sumé a los ukemis. Sensei tomó el té con nosotros y se fue a dormir. Como no
llegamos a tomar los mates con los Yutani, nos invitaron a cenar a los deshis. Quisimos ir al
restaurante de siempre, pero estaba cerrado por reparación. Fuimos en auto a
otro de la misma cadena. Comimos muy rico y charlamos de de todo un poco. Fue
una muy lida noche. Hablamos de si ibana
ir a Argentina en mayo, quieren, pero él no se puede tomar más de una
semana de vacaciones y no vale la pena viajar 4 días para estar sólo 3 en el
país. Me preguntaron cuál es mi idea para mi futuro, les dije que quería ser profesional
del Aikido. Ahí me dijeron que cuando sea Sensei y organice un seminario de
Naueru Dojo van a ir donde sea que lo haga. Nos dejaron en el depto, ducha y a
dormir derecho.
Sábado 11: cambio!
Nos
despertamos a las 5:15. Un sentimiento extraño, aún recordaba la sensación de
saber que me esperaban los chicos en el Dojo, para matear, para desayunar,
entrenar, ir a pasear, lo que sea. Pero ya no estaban, se fueron ayer. Por otro
lado, tampoco estaba esa sensación de normalidad, ya que esta mañana sería la
última que pasaría en Hashimoto y despertándome con Irie-san. Dejé mis mochilas
y valija en la puerta mientras lo esperaba a mi compañero. Salió, le puse llave
a la puerta y se la entregué, ya no la necesitaría más. Caminamos hasta el
Dojo, tampoco estaba Jenny. Dejé en el vestuario de mujeres mi mate y bombilla
para que Anu se los lleve a Jenny de regalo. Limpiamos para la práctica
matutina y aparecieron Sensei y Machiko-san a darme la despedida y a desearme
suerte en mi siguiente etapa en Kobayashi Dojo. Ella me preguntó si disfruté mi
tiempo de uchi-deshi en Igarashi Dojo, después de todo, lo fui. Lo más lindo
fue que esta vez no lo pedí como hace dos años. Le dije a Sensei que iba un mes
y me trato como a un deshi. Me expresaron su agradecimiento por la ayuda
proporcionada. Le devolví la tarjeta Suica y me fui. El sol me quemaba lindo.
Llegué con tiempo de sobra a la estación de Koku-koen. Me compré un café en para
llevar y me lo tomé en un banco en la plaza con unos bocaditos que me aún me
sobraban. Estuve pensativo un rato. Sin Internet dejé varios mensajes en
WhatsApp para que se envíen cuando me conecte. Entre ellos varios audios. Uno
de ellos para el grupo de viajeros de Japón, que está pronto a disolverse. No
pude evitar soltar algunas lágrimas. Me tocó muy fuerte haberlos visto y vivido
con ellos otra vez.
Se hicieron
las 9, había quedado con Hiroaki Sensei que lo veía en Tokorozawa Dojo con mi
equipaje a las 9:30. Empieza mi vida de Uchi-deshi.
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