Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

domingo, 12 de junio de 2016

131-Hashimoto 16~22/may - llega la delegación argentina!



SEMANA 3:
16/05 – 22/05

Lunes 16: Hombu
Primera clase a Hombu
A pesar de haber dormido menos de 5 horas me desperté más o menos fresco a las 4am con la alarma. La mochila estaba lista, doblé el futón y salí de la pieza. Me puse el pantalón largo, me comí el nigiri que había comprado anoche y metí el bento chico y una bolsita de pancitos en la mochila. Caminé hasta la estación, le cargué 5000 yenes a la tarjeta Suica que me prestó Igarashi Sensei y tomé el primer tren a Shinjuku a las 4:38. Casi una hora de tren, llegué y era aún temprano, pasé al baño y pensé si ir caminando al Dojo o en subte. Cuando vi las escaleras para salir de la estación recordé el camino que solía hacer hace dos años. Esta es mi primera vez en Tokio esta vuelta. A medida que avanzaba iba recordando la siguiente calle. Llegué a Hombu Dojo (el Dojo central) sin perderme y sin usar el gps. Dejé mi credencial en recepción, pagué un día de clases y compré una toalla para el sudor. Doshu (el líder de la Iternational Aikido Federation – Aikikai Japón) estaba sentado en la oficina detrás del mostrador de la recepción. Me saqué las zapatillas, las dejé en el zapatero y subí al segundo piso, donde se dictan las clases regulares. Mientas me cambiaba nos saludamos con uno de los alumnos de Meiji. También me lo encontré a Sebastián, un argentino que trabaja en el departamento de relaciones internacionales de Hombu Dojo y entrena regularmente. Con él compartí el viaje a Korea junto a Waka Sensei (futuro Doshu) e Igarashi Sensei en el 2014. Entré al Dojo 5 minutos antes que Doshu, quien dicta las clases de los lunes a la mañana, la vi a Hiromi formada pero no había tiempo para sociales, me senté en el primer lugar libre que encontré y a esperar a Sensei.
Clase de Doshu, muy concurrida como siempre saludé a un japonés fortachón. Empezamos suaves y acompañando la técnica, cuando tomamos confianza empezamos a poner resistencia, a ayudarnos a buscar por dónde pasa la técnica. En las clases de Hombu, si bien el Sensei es una gran influencia, el compañero que te toca es muy importante para el desarrollo de tu clase, ya que será el mismo durante toda la hora. Doshu mostró lo básico, como suele hacer, empezó con shomenuchi y rápidamente cambió al ataque que mantuvo toda la clase, morotedori o katateryotedori. Las técnicas fueron iriminage, kokyuho, ikyo, nikyo, kotegaeshi y kokyunage, siempre cortando por debajo. Terminada la clase limpiamos el tatami, me refresqué en el baño, me reacomodé la hakama, charlamos un poco con Hiromi y empezó la siguiente clase. Tanazawa Sensei, petiso y simpático. La clase fue curiosamente similar a la anterior, pero con menos gente y más espacio para caer tranquilos. Saludé a un Sensei que vi practicando boken en el descanso. Es un hombre mayor, no puede caer mucho, pero me apuntaló por dónde ir en el tenkan. Estuve toda la clase pensando de dónde sería. Es alto, de piel morena, habla japonés fluido y un inglés roto, su nombre en el keikogi está en kanji, los extranjeros lo tenemos en katakana. Después de la clase no le pregunté. Limpiamos y charlé un rato con Hiromi, yo me vuelvo a Hashimoto a escribir para Igarashi Sensei y ella se va a un festival de comida con los amigos en Tachinobe. En el vestuario lo vi a mi compañero hablando en francés, misterio resuelto. Mientras me iba vi como se movilizaban los empleados y alumnos regulares de hombu para cambiar los tatamis del Dojo.
Caminé hasta el caminito lindo y serpenteante y me senté a comer mi bento. En eso apareció Hiromi. Tardó en salir del Dojo. Le convidé de mis panes dulces y caminamos hasta la estación de Shinjuku donde nos separamos, distintas líneas de tren. Igual que en el viaje de ida, me dormí una siesta hasta la última parada. Pero antes, y gracias a estar escuchando a David Owens en los auriculares, escribí un texto corto en inglés, se lo mandé a Vinícius y a Gary. De la estación de Hashimoto fui directo al departamento. Me acomodé, colgué el keikogi y la hakama, me saqué los pantalones incómodos y me puse con la compu. Vi mis series de los lunes, almorcé, merendé, puse el diario y las cuentas al día y a las 4:30 salí para el Dojo en busca de Sensei y Jenny, nos vamos a Meiji.
Nos encontramos en el Dojo más temprano que la semana pasada. Entramos al centro comercial mewe y Sensei reservó una mesa en un restaurante del segundo piso, no sé para cuándo o quién. Llegamos a Meidaimae (la estación) sin problemas, nos estaba esperando un chico, creímos que era un estudiante Meiji. Pero cuando nos cambiamos y formamos vimos que es un ex alumno que estaba de visita, igual que Recep, que también se nos sumó a la práctica. Antes de la clase Sensei les dio un sermón a los alumnos. Fue el primer día de clases para los alumnos nuevos de primer año, hay 16 de ellos. Estaban barriendo mal el tatami, les dio una lección de cómo barrer. Formamos, saludamos y corrigió el saludo, cómo inclinarse para saludar, qué mano bajar primero, cómo pararse, cómo sentarse, lo practicamos un buen rato, otra vez con la escoba, hizo pasar a cada uno de los nuevos a barrer una hilera de tatamis. Empezó la entrada en calor, la detuvo y explicó cómo estirar, dónde poner el peso y la atención en cada ejercicio, cómo hacer los ejercicios básicos de Aikido como ikyoundo. Todo esto demoró tanto que se fue la clase. Ya que Sensei sólo los ve una vez por semana, usa esa clase para macar protocolo y fundamentos. Los últimos 20 minutos los dictó Jenny, estuvo más leve que la semana pasada. Esta vez pudimos hacer el árbol, yo me planté firme y abrí los brazos, ella se me colgó en la espalda y dio una vuelta completa alrededor mío hasta volver a mi espalda por el otro lado. Difícil. Ella fue a corregir y pasé a ser el árbol del ex alumno. Cuando me tocó a mí no pude hacerme ligero y al pasar por delante nos caímos. Terminó la clase, empecé a doblar mi hakama y uno de los alumnos se ofreció a doblarla por mí así me cambio más rápido. Fuimos a cenar Sensei, los ex alumnos, el capitán del club, Jenny y yo a un restaurante italiano. Las mesas son altas y hay sillas, no es como el típico restaurante japonés que las piernas caen en un pozo y la mesa es baja. La comida era receta italiana, pizza y pasta. Pero la entrada eran las típicas chauchas que sirven acá, y la salsa boloñesa tenía salsa de soja. Comimos rico, pagamos y nos fuimos, despedida en la estación. Tomamos un tren hasta Choufu y cambiamos a otro hasta Hashimoto. Llegué al depto y estaban las luces apagadas. Creí que Irie-san ya estaba durmiendo, pero no, aún no había vuelto. Me duché, colgué la ropa, me preparé para dormir y usé un ratito la compu. Llegó Irie-san, me dormí antes que él.


Martes 17: ukemi
Irie-san se fue a las 5:15, yo dormí hasta las 7:30. Me desperté, desayuné, actualicé el diario y leí un artículo sobre cómo hacer plata en Internet. Charlé con mi papá por skype. Abrí un archivo de Word y copié la entrevista a Igarashi Sensei que está colgada en su página. Esta traducida del japonés y suena raro. La acomodé a un inglés un poco más fácil de entender y empecé a resumirla en una mini biografía para poner en la página de Facebook. Me dio hambre y me hice las últimas dos tostadas del paquete viejo. Antes de terminar la biografía salí a hacer compras. Pasee un poco a ver si encontraba el restaurante kaiten (los que tienen una cinta transportadora que pasa por todas las mesas con pequeños platos para autoservirse). No lo encontré, entré al MeWe y me lo crucé a Irie-san. Compré vegetales, galletitas, pancitos y un bento que me comí sentado en el piso al lado del Aeon. Volví al depto y me llamó Jenny por WhatsApp, ya está listo el pdf, está escribiendo el mail y lo va a mandar esta tarde antes de la clase. Abrí la compu, actualicé el diario y me puse con la biografía. La terminé minutos antes de salir para el Dojo, se la envié a Igarashi Sensei y nos fuimos. Cuando llegamos me dijo Jenny que encontró información extra y que la tiene que agregar al pdf, lo mandará esta semana.
Paseo por Shinjuku
Estábamos todos listos para la clase y, como siempre, apareció Igarashi Sensei por la puerta que da a su casa con el keikogi y una sonrisa. Me vio y me preguntó qué talle tengo de keikogi. Tenía dos que le sobranban talle 6 y en descuento porque ya no los producen más. Me vendió uno a 2000 yenes, un regalo. Ahora tengo dos keikogis bien blancos y uno buenísimo español que perdió su blancura para siempre. La clase estuvo buena, trabajamos sobre lo mismo de siempre, quee s bastante complicado, hoy pude ver algunas cosas. Estaba Piotr y me ayudó a ver otra forma de pasar el tenkan. Después de la clase Yutani estaba de nage como de costumbre, me sumé y recordé lo mal que me sale ser uke de iriminage (de las demás técnicas también, pero a esta se la tengo jurada). Irie-san también está practicando nage, así que entre los dos me fueron aplicando iriminages. No me salió ni un poco. Kaoru, que me tradujo algunas de las correcciones de su marido, me dijo que tengo que entregarle mi peso a nage en el momento nidicado, que estoy haciendo el ukemi solo, sin conectarme con mi compañero. Me acordé de Ray y Patrick Sensei en Irlanda. Se nos acabó el tiempo, guardamos todo y antes de irnos Jenny y Atro, su amigo finés que está de visita, me invitaron air a cenar con ellos. Fuimos hasta la estación y comimos en un restaurante tradicional. Muy rico y muy lindo, los empleados se visten con ropa antigua, es genial. Comimos y nos fuimos. Atro se fue directamente al hotel y Jenny y yo caminamos hasta el Dojo, yo seguí hasta el departamento. Irie-san seguía despierto, pero ya listo para dormir. Me lavé los dientes, colgué los keikogis y la hakama y a dormir.


Miércoles 18: cobertizo
Qué temprana es la mañana. A las 5:10 estaba sentado en el futón mirando un punto fijo juntando ánimos para despertarme. Esta vez no desayuné, pero tomé un vaso de leche. Clase de las 6:30. Personalmente trabajé sobre la postura del kata 36 no jo en cámara lenta. Fin, nos fuimos sabiendo que hay que volver a las 10 para acomodar el cobertizo. Desayunamos en el depto, yo un arroz con nato e Irie-san un sánguche de palta y un yogurt. Él lavó la ropa primero y yo me arriesgué a lavarla antes de salir, con lo justo llegué a colgarla. Llegamos al Dojo a las 10:01, no había nadie, tocamos timbr arriba y se asomó Machiko-san por la ventana del primer piso. Es abajo, esperemos a Sensei. Aparecieron los tres juntons en el Dojo unos minutos después. Charlamos un poco y surgió el tema de la clase de Meiji. A modo de diversión y explicación, Sensei le pidió a Jenny que vuelva  ahacer el ejercicio del árbol conmigo. Después lo intentó Irie-san. Listo, a trabajar. Abrimos el cobertizo y sacamos todo a la vereda. Sensei y Machiko-ssn revisaron todo y decidieroj qué se queda, qué se regala y qué se tira. Nosotros lo limpiamos por dentro y le volvimosa meter todo adentro otra vez. Pero con mucho más espacio, nos tomó dos horas, pero ahora hay espacio para meter 12 valijas, además ligué una remera de Aikido de Vietnam.
Sensei dijo que entremos al Dojo a entrenar 20 minutos, una hora después terminamos. Hicimos la práctica del examen para 4to dan, es un clásico. Esta vez no había comida preparada arriba, fuimos los 5 al restaurante al que me llevaron la primera noche que llegué hace dos años. Yo estaba muerto de hambre y Jenny también, llegamos al restaurante después de una larga caminata, íbamos muy despacio. Lo estaban remodelando, mi estómago se sintió decepcionado. Entramos a uno tradicional también muy lindo y con comida excelente. No invitó Sensei como agradecimiento por la mano en el orden del cobertizo. Nos separamos y volvimos al depto, sólo por 40 minutos, apenas llegué a corregir la introducción para la página de Igarashi Dojo. Sólo teníamos 45 minutos. Escribí mientras me tomaba un té con chocolatitos, mandé el mail con la biografía modificada y nos fuimos a Tokaichiba, al Dojo de Irire-san. Sabíamos de antemano que hoy irían dos alumnos, uno a cada clase. En el viaje de 20 minutos dormimos una siestita. Nos confirmaron que el alumno de la clase de niños tiene 9 años y el de la de adultos 66. Armamos el tatami, nos cambiamos y a esperar. Llegó sobre la hora, un nena de 9 años con el padre. Irie-san les habló un rato y empezó la clase. Parece que tiene un esquema de clase inicial. [Taiso, tai sabaki, tai sabaki con boken de goma, tenkan kotegaeshi, kaiten iriminage, irimi ikyo, ukemi, boken y jo.]. Me pareció mucho para la nena que acababa de empezar. Pero ella tenía experiencia en actividad física, es muy elástica y coordinada. El padre nos siguió en la entrada en calor desde un costado. Se fue y a nos visitó la recepcionista del salón, no entendí mucho de lo que hablaron, pero alcancé a notar que Irie-san le estaba tratando de explicar que en Aikido no hay competencia, era muy difícil de creer para ella. Llegó la alumna de la clase de adultos, una señora de 66 años. Otra sorpresa, es bailarina de tap, más elástica que nosotros y también muy coordinada. Con ella hubo más diálogo que con la nena, a los 66 años ya no hay pudor. Terminamos, guardamos el tatami, nos cambiamos y adiós. En el tren hablamos de Hombu Dojo. Yo tenía ganas de verlo a Waka Sensei antes del seminario del 2 de junio y me dijo Irie-san que mañana la segunda clase la dará Osawa Sensei. Con él tomé algunas clases hace dos años, pero lo quiero ver porque en Madrid les gusta mucho a los Sánchez. Decidido, empecé a hacer el plan mental para prepararme esta noche. En Hashimoto mi compañero de cuarto se quedó a hacer compras en el súper, yo aproveché los minutos extra y fui a la casa, descolgué la ropa, colgué el keikogi y la hakama, me duché y empecé a cocinar doble ración. Cuando volvió yo ya estaba a mitad de camino de la cocción. Me serví la mitad en un tazón y la otra mitad la metí en un tupper, lo dejé enfriar mientras cenaba. Lavé la vajilla, guardé el tupper en la heladera, metí el keikogi limpio, la hakama, dos toallas y la bolsita con pancitos en la mochila. Me senté en el futón con la compu y un té a terminar los chocolatitos. A dormir a las 10:30.


Jueves 19: argentinos
Despierto a las 4, 4:05 estaba en la cocina con la mochila, el futón doblado y tomando un vaso de leche, comprobé la temperatura, frío. Me puse el pantalón largo y un buzo, metí el tupper del almuerzo en la mochila y salí. El tren de las 4:38 salió en horario. Antes de la siesta leí tres poemas que me había mandado Gary y se los respondí. Caminé hasta Hombu, dejé mi carnet de socio y pagué le día. Me vestí y al tatami, clase de Waka Sensei. Antes del comienzo charlé un poco con Kaoru que participó de la clase por visitar a su amiga alemana que estaba unos días en Japón. Empezó la clase y tuve la suerte de practicar con Sebastián, el argentino que trabaja en el departamento de relaciones internacionales de Hombu Dojo, con quién compartí el viaje a Korea del Sur hace dos años. Es muy fuerte y tienen un buen nivel de Aikdio, lo suelen llamar de uke. Me apuntó varias cosas. Después de la clase me lo presentó a Guillermo, otro argentino que vive acá desde hace 25 años, un día vino a dedicarse al Aikido, otro día decidió vivir en Japón y su vida cambió. Me despedí de Kaoru que se iba a la oficina, quedamos en que tenemos que juntarnos a tomar mate otra vez. Mientras estiraba lo saludé a Gabriel, el uruguayo que conocí hace dos años en una clase de Endo sensei, no estaba seguro si era yo por el cambio de pelo.
Me compré una toalla
Segunda clase, Osawa Sensei, después del taiso nos saludamos con un hombre de unos cuarenta y largos que hablaba español argentino. Buena clase, me gusta Osawa sensei, es muy claro al moverse y se le nota el control constante de la técnica. Después de la clase charlamos un largo rato con Alfredo, un Sensei de San Martín de los Andes, estaba ahí con su esposa y un alumno, también de Takeda Sensei en Argentina, pero de Usuaia, Matías. Alfredo Sensei dictó un seminario al que Patricio casi va, se acordaba de él por los mails, le mandó saludos. Terminamos yendo a desayunar los 4 a un bar simpático, yo me pedí un café y ellos un desayuno con café. Charlamos casi una hora ahí dentro. Del Aikido en Argentina, en Japón, en Hombu, de Takeda Sensei, de Endo Sensei, de Igarashi Sensei, Doshu, Yasuno Sensei, de Iwama, de viajes. Estuvo bueno. Nos separamos en la esquina y yo seguí viaje con Matías, íbamos para el mismo lado, antes de separarnos me pasó su Facebook para mantenernos en contacto. Me detuve en el caminito y almorcé mi desayuno del tupper, fui hasta Shinjuku y directo a Hashimoto. En el depto descansé un ratito, escribí un poco y preparé la mochila para ir a Tokorozawa, el Dojo de Kobayashi Hiroaki Sensei. Merendé dos paquetes de galletitas con té.
Jenny no me pudo acompañar al Dojo, será la próxima. Fui a la estación a tiempo y llegué muy temprano esta vez, me confundí y creí que eran 45 minutos antes de la clase, pero era una hora y cuarto. Hiroaki Sensei todavía estaba en el Dojo después de la clase de niños. Me dio la bienvenida al kaiko (práctica) de hoy y me dijo que hablamos después. Me cambié y vi actuar un poco a los uchi-deshis. Dos de ellos estaban limpiando, una estaba descansando y la otra estaba ordenando, tienen las tareas distribuidas. Practiqué todos los katas de jo que sé. En este Dojo practican las versiones cortas de los que hacemos en Hashimoto (los primeros que aprendí en La Plata). Sensei volvió y le di la plata de la clase y un regalo de Rusia, lo que quedó gracioso porque él acaba de volver de ahí. Empezó la clase. El método es que llama a un alumno y le aplica una técnica dos veces, una omote y otra ura, después el alumno repite la acción y la hacemos todos. Después se pasea por todas las parejas y se suma a cada una. El programa es técnicas, saho kokyuho, armas, trabajo libre, fin. Limpiamos y mientras los uchi-deshi preparaban el té yo fuia  la oficina a hablar de my estadía. Está todo bien, me puedo mudar cuando quiera. Fijamos las fechas del 11 de junio al 23 de julio, seis semanas. Me dio el reglamento de uchi-deshi, el cronograma de clases a las que debo asistir y el formulario, me tengo que buscar un garante que me firme.
Me sumé a la práctica libre extra hasta que a una de las chicas se le abrió la piel el dedo gordo del pie, fue algo raro, no sabemos cómo pasó. La vendé y nos sentamos a tomar el té. Me fui con el alumno húngaro hasta la estación. Él fue el uke de Kobayashi Yasuo hace dos años en el 40 aniversario de Arai Sensei, también fue uchi-deshi acá 7 semanas en el 2010. Ahora está casado con una japonesa y vive en Japón.
Para ir de Kokukoen, la estación más cercana al Dojo, a Hashimoto, hay que cambiar de trenes en Higashi-Murayama, Kokubunji y Hachioji. Cuando llegué Kokubunji entré por la puerta equivocada y no pude pasar a mi línea, una señora me vio confundido y me ayudó, fuimos juntos a la oficina de informes, me anularon la última acción de la tarjeta y me mandaron a la puerta correcta. Le agradecí y seguí mi camino. Un tren estaba por salir de mi andén y no estaba seguro de si iba a Hachioji o no, por el apuro y el temor de perder el último (ya era tarde) le pregunté a un pasajero y me dijo que sí iba a mi destino. Me subí y arrancamos. Nos estoy del todo familiarizado con las estaciones de este trayecto, aún así no me cerraban. Me fijé en el mapa de Google y busqué la última estación que pasamos y deduje el recorrido (no tenía internet), efectivamente, no era el tren correcto y mi consejero se había bajado hace rato. Me bajé también y fui al andén correcto a esperar el tren correcto. Me estaba molestando el gemelo derecho, será la corrida con mochila que hice del departamento a la estación esta tarde? El tren que me estaba a punto de tomar era el último de esa estación y llegaría a Hachioji a las 11:42, temía llegar después de la salida del último y quedarme varado ahí. Antes de salir cargué la tarjeta de transporte con 5000 yenes, no me quedaba efectivo para taxi ni para hotel, pensé que pasaría la noche en la estación, no sería el único (recuerdo hace dos años haber visto oficinistas que salen tan tarde del trabajo que pierden el último tren y se duermen 5 horas en las escaleras para tomar el primero del día siguiente). En Hachioji la mayoría de los pasajeros salieron corriendo, qué felicidad, eso significa que saben que un tren está por salir y podría ser el mío. Llegué y estaba casi seguro que era el mío, por las dudas le pregunté un operario, con una sonrisa me respondió en inglés sí y me dio dos pulgares arriba, me dejó una sonrisa un buen rato. En los varios viajes escribí muchos mensaje por WhatsApp para que se manden cuando me conecte a Internet. Uno de ellos era al grupo de los viajeros a Japón a ver si alguno me firmaba de garante para uchi-deshi. En Hashimoto me detuve unos momentos frente a Starbucks para que se manden los mensajes y se carguen todos lo no leídos. Los leí caminando al depto, eran pasadas las 12 y supuse que Irie-san ya estaría durmiendo. Tendría que escabullirme en la habitación, sacar ropa limpia, toalla, jabón, la pava eléctrica y un ramen instantáneo para ducharme y cenar en la cocina. Uno de los mensajes en el grupo era de Jero, me va a firmar el documento, genial!
Irie-san estaba despiero viendo baseball, pero se le notaba que no daba más de sueño. Me duché, cené me metí en el futón, leí y respondí los mensajes y me dormí antes que él.

Viernes 20: siesta
Arriba a las 7:45. Irie-san está agotado, trabaja mucho y estos días que no hay clases más todavía. Desayuné galletitas con leche caliente, no me queda más pan, creí que sí. Irie-san se fue atrabajar, yo abrí la compu, pero aún me sentía cansado y agitado. Será el frío, la caminata y las prácticas, ayer hice mucho. Me llegó un mail de Jenny con el pdf, lo leí y se lo reenvié a los chicos por mail y WhatsApp. Me dormí una siesta de dos horas. A las 12:45 cociné un montón de comida, almorcé y guardé el resto en un tupper para después. Escribí el detalle de cómo llegar de Narita a Hashimoto y lo mandé al grupo de Facebook, le mandé el diario hasta la semana pasada a mi abuelo y lo actualicé. Completé el formulario para uchi-deshi en Kobayashi Dojo y escribí el pago en el sobre, además de efectivamente poner los yenes dentro. Llegó Irie-san, sigue cansado. La mochila estaba lista, a las 4:50 nos fuimos al Dojo.
Llegaron 5 niños en total a la clase de las 5:30. Franek, Ren, Yui, Nagi, y Ko. Yui es la más atlética y concentrada. EN uno de los ejercicios corrimos en zigzag entre dos naginata y dos yari. Jenny se torció el tobillo. Esperemos que no sea nada grave. Después de la clase Irie-san dirigió la entrada en calor taiso de la clase de adultos, no sin antes haber sido reprendido por Igarashi Sensei por haber lastimado a un ayudante durante su clase.
Sensei empezó con ushiro ryotedori, estaba difícil, pasamos casi una hora dándole vueltas a cómo levantar las manos cuando te sujetan ambas por detrás con fuerza. Depsués un poco de kokyunage y jo. Estaba Yutani, así que después de la clase practicamos ukemi. Hoy tocó ikyo omote. Jenny está dolorida y con el tobillo hinchado, aún así practicó kata de jo. Nos fuimos todos y la dejamos en su hogar dulce hogar.
En el depto calenté en la cacerola las sobras del mediodía y le gragué agua para hacer más caldo y un huevo. Escribí un poco y nos dormimos.

Sábado 21: reencuentro!
6:00 am estábamos en el Dojo. Jenny no va a entrenar, está lesionada. Se quedó toda la clase trabajando en la oficina. Tenkan, tenkai, kokyunage y boken. De postre entrené para segundo dan con Asano, le hice de uke. Hicimos renzokuwaza, kaeshiwazatairen, y tanto dori desde tsuki, shomen, katadorishomen y yokomen. Se la compliqué, a cada momento que perdía el contacto lo volvía a cortar. Nos fuimos. Irie-san tiene que volver al Dojo a las 10 a ayudarla a Machiko-san para su examen. Yo salí a desayunar y hacer compras. En el camino de vuelta pasé por el HAC y compré una bolsita con gel congelante para el pie de Jenny. Se lo dejé en el Dojo, estaba por empezar la práctica. Sensei me mostró los 30 DVDs que le encargamos. Volví al depto, comí una bollería con un té y completé el calendario de actividades, lo imprimí y volvió Irie-san. Se fue a hacer compras y yo me fui al ratito a la estación, rumbo al aeropuerto de Narita al encuentro de Sensei y el primer grupo argentino.
Me apuré para llegar al tren que me recomendó Google Maps, pero no llegué. Me tomé el de las 12:06. Espero llegar antes que ellos. Según Internet aterrizan a las 2:01, y según mi experiencia les tomará al menos media hora salir. Me senté en el tren, saqué la laptop y terminé de traducir el pdf y de actualizar el diario antes de cambiar de trenes.

Primera cena
Me subí al tren correcto sin fijarme en la velocidad. Me tocó uno lento. El recorrido hasta el primer trasbordo en Motoyawata que sería de una hora, me tomó una hora y 40 minutos. El segundo estuvo bien, fue el más rápido posible. Cuando llegué a Narita vi que había dos salones de arribos. Revisé la info en Internet y no decía nada, arriesgué al salón Norte, no estaban. En informes me mandaron al Sur. Al primero que vi fue a Pablo, qué alegría! Nos dimos un abrazo fuerte y nos vieron los demás. Otro abrazo fuerte con Dani Sensei. Un abrazo con Rolo que no lo veía desde mis últimos días en la Vucetich y lo conocí a Gerónimo con G, un nuevo integrante de Aikido Unión Argentina. Antes de ir a la estación compraron yenes ahí mismo. Mientras viajábamos en tren les fui explicando cómo ubicarse con las conexiones y las distintas líneas. Hablamos un poco de Aikido y de los planes, pero estaban muertos. Les di los nigiris y los tés que les compré, un bienvenida japonesa a Japón. Llegamos algo tarde. En lugar de ir al Dojo cenamos en un restaurante cerca de la estación, nos conectamos a Internet en Starbucks y fuimos al Dojo. Jenny nos estaba esperando mientras trabajaba con la compu. Nos dejó algunas indicaciones de cómo acomodarnos y se fue a cenar. Como no se puede apoyar la valija en el tatami dimos vuelta un tatami suelto y apoyamos de a dos valijas a la vez una hora y media más tarde estaban acomodados y duchados listos para dormir. Ya que el espacio es reducido tuvieron que dejar en el ropero pocas cosas y el resto guardarlas en la valija en el cobertizo externo. Volvió Jenny, charlamos un poco más y los dejé. En el depto charlé un poco con Irie-san y a dormir yo también.


Domingo 22: Umegaoka
En la clase de niños mandamos a los chicos afuera. Irie-san la dictó, Asano-kun, Piotr y yo fuimos asistentes. Linda clase. Me tocó el enseñarle el kata 36 los nenes más avanzados. Clase adultos, taiso de Irie-san hasta que llegó Sensei. Los chicos llegaron un poco tarde, pero a tiempo para la clase. Se basó en Kokyunage, ushirowaza. Tespués, y antes del té, hicieron entrega de regalos a Sensei y a Machiko-san. Rolo encargó un keikogi, se probó el de Asano-san para comprobar el talle. Ahí los chicos se volvieron a ir, esta vez no me quedé para a ver Katori, lo dejé solo a Irie-san y fui a almorzar y descansar al depo. A la tarde fui al Dojo y junto con Sensei y Jenny fuimos a Umegaoka. Hicimos el ritual como lo recordaba. Un tecito antes de la clase y a empezar. Poca gente, las niñas no estaban esta vez. Hicimos un poco del kihon de siempre y terminamos con el kata 36 con boken. Primero lo hicimos con los alumnos locales y después los deshis solos. Después de la clase le doblé la hakama a Sensei mientras él hacía papeleo y cuentas. Fuimos a cenar todos juntos, como siempre me llené de más por las dudas y pagamos lindo, 2000 yenes por cabeza, otra de las comidas extracurriculares.
De vuelta entré al Dojo un ratito a charlar con los chicos y seguí viaje al depto, a dormir.

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