Dublín 30/11 – lunes – a prueba
Hoy fue el día
en que Giovana y yo íbamos a estar solos en la cocina supervisados por Gary, Dave
ya se fue a Brasil. Pero ella tenía cita para su número de PPS y al chef le
pidieron que vaya a las 12. Estuve desde las 9:15 hasta el mediodía sólo. Fue
interesante, día tranquilo, lo maté a preguntas a Alan. Me encargué del
desayuno, pero sólo preparé 6, fue todo lo que ordenaron. De 12 a 5 estuvimos
los 3, el almuerzo tampoco fue gran cosa, nada complicado, preparamos varias
cosas para la semana y los dos se volvieron a ir. Me quedé sólo para la cena.
En total, siempre las contamos, hubo 34 órdenes. Cuando estaba empezando a lavar
y guardar todo a las 7, hora de cierre de la cocina, me pidieron un fish and
chips, no es de los difíciles, pero me no me lo esperaba, me fui a las 8.
Salí directo
al Dojo, en el camino me plantee varias veces si ir o no. Tenía con migo la
ropa de Aikido por las dudas. Al clase empieza a las 8 los lunes y a esa misma
hora empecé a caminar para allá. Llegué, me vestí y estaba en el tatami a las
8:40. Hice media clase, valió la pena. Terminamos con jodori y jonage. Al final
quedé con Bran en practicar una hora el viernes antes de la clase. Alan me
confirmó que esta semana voy a trabajar todos los días a la mañana y mediodía,
en la hora pico, así que puedo ir a todas las clases. Uno de los chicos, creo
que es polaco y no recuerdo su nombre, me llevó hasta la esquina de la casa, le
queda de paso.
Estaba muerto,
apenas alcancé a lavarme los dientes y me acosté.
Dublín 01/12 – martes – la alergia me persigue
Esta semana me
toca limpiar la casa. Desayuné y me propuse limpiar la cocina y las paredes del
baño, pero me llamó Phil para que vaya más temprano al bar para que lo ayude
con un trabajo en el sótano. Limpié rápido la cocina y salí.
Las últimas
dos noches me volvió la alergia. Sólo estar en la habitación me ponía los ojos
llorosos, los oídos me picaban y tenía mocos, los síntomas normales, en mí, de
la reacción al polvo. Caminar hasta el bar con el fresco me alivió bastante,
pero me mandaron para abajo a ordenar en bultos fáciles de transportar un pilón
enorme de basura. Era un rincón en el que tiraban indistintamente madera,
plástico, mesas viejas, cables, cajas y demás desechos. Todo eso acumulado por
meses generó una linda capa de polvo que me encargué de remover, barrer y meter
en un balde. También llegó un cargamento de cerveza y me enseñó a recibirlo.
Cuando terminé y entré a la cocina Gary me había preparado un café. Pocas veces he apreciado uno más que hoy. Me sacudí
la ropa, me puse el delantal y dejé que el calor de la cocina me caliente el cuerpo
y me cure la alergia. Siempre funciona. Cuando la cosa se puso peluda, tampoco
tanto, es martes y sigue tranquilo, me olvidé y ya no me lloraban los ojos. A
las 3 llegó Giovana y me fui.
Llegué a la
casa temprano, me relajé viendo videos en la compu y antes de que llegue gente limpié
las paredes del baño y el microondas. Me queda el pasillo, la heladera, el piso
del baño y aspirar la alfombra de la sala.
A las 7 fui al
Dojo, tercera clase de Jujitsu. Paul, el instructor que nos tocó hoy, nos hizo
hacer la lección 2, como derribar al oponente estando ambos de pie y bloqueos de
golpes circulares a la cabeza.
En casa me
hice un pan con queso y me lo comí en la pieza. A dormir temprano.
Dublín 2/12 – miércoles – ingenuidad
La mañana como
siempre, sin novedades. Al trabajo a las 11:30. Día tranquilo, un poco más de
gente que ayer, pero nada estresante. Estaba esperando que llegue Giovana para
irme pero se tardó. A las 4:30 me dijeron que podía ir. Estaba casi todo limpio
y no había clientes.
Caminé hasta
Pennys, la versión irlandesa de Primark, y compré tres remeras de manga larga
negras. Las que estaba usando todos los días ya olían demasiado mal. Ya que
estaba cerca y tenía tiempo fui al restaurante japonés Yamamori Sushi, donde
Tomo me recomendó ir para intercambio de idioma. En el camino se me acercó un
chico y caminó a mi lado contándome su problema. La historia fue así: hace poco
llegó de Sudáfrica, estaba durmiendo en un hostel barato y a la noche le
robaron la billetera con documentos, plata y el celular. Fue a su consulado,
Sudáfrica, donde lo contactaron con la policía para que le faciliten un albergue
temporal. Mañana le llega la tarjeta de crédito y vuelve a tener plata, pero
esta noche no quiere dormir en el albergue por miedo a que le vuelvan a robar,
todavía tiene su I-pad. Me pidió prestados 24 euros para pasar la noche en un
hostel seguro. Mañana me los devuelve en efectivo o por paypal. En el momento
decidí confiar en él. Esta vez la plata que tengo encima es toda mía, nada es prestado.
Pero no tenía cambio. Entré a Yamamori y pregunté por las reuniones de
conversación en japonés, son todos los miércoles de 6:30 a 8 o 9, también pedí
cambio pero no tenían. El chico se llama Shawn, caminamos hasta un
supermercado, compramos un helado de oreo y conseguí cambio. Le presté 30
euros, le dejé mi número de teléfono y él su email, ya que ya no tiene número.
Volviendo a la
casa le di muchas vueltas al asunto y noté que no comprobé nada a tiempo. En el
momento pude haberle mandado un mail con él presente a ver qué pasa, si me
rebota la casilla o llega bien, podría haberme ofrecido a acompañarlo al hostel
para pagar en persona y de paso asegurarme que no me estuviera estafando. Mandé
el mail y la casilla me lo rebotó. Intenté dejar eso de lado y volví a la casa.
Hay un mendigo
cerca del bar al que una vez le di pan y quedó muy agradecido, pasé por al lado
de él dos veces más y siempre me volvió a agradecer el gesto. Encontré a otro
esta noche y me agaché para sacar más pan de la mochila, pero se me puso a
hablar y a contarme toda su historia, me pidió que le dé 23 euros para ir a un
refugio donde les dan cama, comida, ropa y ducha por una semana. Yo ya estaba
descreído después de lo de Shawn, que acababa de pasar. El mail rebotado era una
señal de que me había engañado. A este hombre que se me había puesto a hablar
la mayoría lo ignoraba, como suele pasar, y los que le dejan una moneda el agradece
y siguen su camino, pero me eligió a mí. Se me nota que me cuesta decir ‘no’?
Además me acordaba del hombre que me acompañó unas cuadras mientras iba al
Spire a encontrarme con los chicos el domingo a la madrugada. Me dijo que
pidiendo en la calle se gana mucha plata. Claro que no tengo ninguna aprueba de
nada y son todas conjeturas. Pero me lo creí. Finalmente a este hombre le dejé
el pan y algunos euros y me fui, no me dejaba irme, me seguía hablando.
En la casa
preparé la mochila y me fui a entrenar. Eso siempre me hace bien y me ayuda a
olvidarme por un rato de los malos tragos. Pero en el camino al Dojo le seguí
dando vueltas al asunto. A veces confío y
otras no. No tengo una idea definida sobre los mendigos, nunca sé quienes
actúan y quienes realmente necesitan ayuda. En las ciudades grandes hay muchos
y al ver que puedo clasificar sus métodos siento que son una red organizada y
me generan desconfianza. Generalmente no les doy nada y sigo de largo, pero
siempre los veo y al momento de pasarles por al lado me siento incómodo. Tengo
la necesidad de mirarlos a los ojos, pero cuando lo hago suelen empezar a
hablarme y no me gusta dejar a la gente hablando sola, tampoco me sale terminar
las conversaciones y entonces me enganchan.
A veces pienso que no les puedo dar monedas a
todos los que me encuentro porque no tengo tantas. Después pienso que si lo
hiciera me quedaría con muy poca plata y eso seguiría siendo mucho más que lo
que ellos tienen, o aparentan tener. Si les doy plata es porque creo que lo que
veo o porque me sentí incómodo al no darle nada. Es una situación molesta para
mí. Al analizarla me siento egoísta, que las razones que se me ocurren son
excusas para no soltar plata, que atesoro el efectivo más de lo que vale. Me
siento confianzudo y fácil de engañar, porque muchas veces es más fácil dejarse
engañar que decirle que no a una persona que podría estar pidiendo ayuda sinceramente.
Volviendo al
día de hoy: clase de Ray. Hicimos koshinage y me salió. Estaba muy contento, el
viernes a las 5 lo seguimos practicando.
Otra vez nos
quedamos charlando en la sala hasta tarde. Los Vinicus, Tomo y yo.
No creo que me
ayude, pero puede que invite a reflexionar:
¿Cómo
reaccionan ustedes frente a los mendigos que se cruzan en la calle?
¿Reaccionan
distinto si están diferentes ciudades?
¿La opinión
que tienen respecto a ellos y la que predican coinciden con su accionar?
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