Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

miércoles, 27 de enero de 2016

087-Dublín 13/ene - un poco de orden en mi cabeza



Dublín 13/01 – miércoles – qué es la libertad?

Anoche me las ingenie para dormir acostado boca arriba sin moverme, como cuando me dormía una mini siesta en las sesiones de acupuntura. Me desperté con movilidad en el hombro pero con más dolor. Desayuné como siempre y busqué datos de Asist Card para ir a ver a un médico, por las dudas. De todas formas ya había descartado ir a entrenar esta noche.
Antes de salir lo volví a llamar a Jim, unas 5 veces, siempre se desvió la llamada a un tono muerto y corto. Me bajé una aplicación para rastrear números de teléfono con gps, sí, la tecnología acosadora llegó a las manos del público. No me llegué a acostumbrar al sistema antes de irme, apenas logré que me ubique a mí.
Camino al bar llamé al seguro médico y me dieron una cita en un hospital en el centro a las 5pm hoy. Durante el trabajo me siguió molestando el hombro. Me quedé hasta las 3:15, di unas vueltas y llegué una hora y media temprano al hospital. Me quedé en la sala de espera buscando vuelos baratos para mi  hermana que viene en marzo, no encontré pero avancé un poco. El doctor me atendió antes de tiempo y para las 4:50 ya estaba afuera. Me revisó rápido, diagnosticó que los huesos y articulaciones están bien, el músculo está levemente dañado y el problema es que me distendí los ligamentos. La solución es reposo y antiinflamatorio por una semana. Voy a cortar el Dojo hasta sentirme mejor, pero voy a seguir yendo al bar.

Con Gary y Alan habíamos quedado que volvía a las 6pm para reemplazar al chef, como tenía poco más de una hora caminé hasta la casa, no tenía plata y me quería comprar el remedio antes que cierre la farmacia. El doctor me dijo que no cuelgue la mochila del hombro derecho, así que tuve la mano izquierda expuesta al frío todo el camino. Cuando entré a la casa no la podía mover. Me comí un par de chocolates, agarré plata, tomé agua, guardé el pan y salí sin la mochila. Entré en la farmacia de la esquina y compré el remedio, se tomaron su tiempo, tenía 15 minutos para hacer el recorrido que me suele tomar 35. Troté sin parar y llegué en 10. Gary estaba a la mitad del proceso de preparar dos hamburguesas y un sánguche de cerdo trozado. Me vio, dejó todo como estaba, se cambió y se fue a tomar el micro antes del servicio. Yo terminé de preparar los platos y me puse a limpiar, ya era hora de cerrar la cocina. Cada cosa que refregaba con la esponja me hacía doler el hombro. No estoy entrenando pero me lo estoy jodiendo en el trabajo. Ya me dejaron en claro que, siempre que avise, me puedo tomar los días que necesite, pero eso me trae dos contras; por un lado, me pagan la hora, si no trabajo no gano; por el otro, si me ausento una semana hasta recuperarme, van a poner a alguien para que me reemplace y cuando vuelva voy a tener menos horas de trabajo. Bueno, seguiré trabajando y cuidando de no usar mal el brazo derecho.

A las 8:30 salí del bar, llovía, me puse los auriculares y sonaba la 5ta de Beethoven, que empieza muy bien y es muy disfrutable en un ambiente silencioso, pero en la calle los momentos suaves se pierden muy fácilmente, salté a la siguiente, en la selección aleatoria Serrat y Sabina empezaron a cantar ese tema del primero que dice ‘Tu nombre me sabe a hierba’.

Tuve un momento de reflexión desencadenado por la incomodidad del momento y alimentado por memorias. El hombro ya era un problema, intenté sujetarlo con el buzo, tal como me enseñaron en el curso de primeros auxilios cuando no tenemos la banda triangular, la cual había pensado en comprar pero no lo hice. No funcionó, no quise seguir probando bajo la lluvia y con el frío del invierno, me limité a sacar el brazo derecho de la manga de la campera, la cerré y me metí la mano en el bolcillo interno izquierdo. Seguí caminando sintiéndome incómodo. La lluvia me molestaba, me picaba la cara y me congelaba los pómulos, el viendo me enfriaba el jean y se me metía en las zapatillas enfriando todo mi cuerpo, caminaba cansado, lento, pesado, con el seño fruncido resistiendo la lluvia. En la cabeza sólo podía pensar en llegar a casa, estar bajo techo calentito en un ambiente cálido, viendo la serie, escribiendo, charlando, comiendo chocolate, lo que sea, pero no en esa situación tan molesta. Esto DISPARÓ una reflexión sobre la libertad:

Si voy todo el camino pensando en lo mejor que voy a estar cuando llegue, voy a sufrir 30 minutos seguidos. No tiene sentido. Tengo que ir a la casa, eso no va a cambiar, voy a caminar, porque el clima tiene que estar mucho peor antes de que se me ocurra parar un taxi. Si va a pasar de todas formas, por qué no disfrutarlo, o hacerlo algo productivo? De ahí la adaptación, uno de los caminos a la libertad. Con esto no digo que la haya alcanzado, sino que creo estar viendo el cómo y el qué.

Recordé cuánto me mojé el domingo 3 yendo a verlos a Álvaro y Cecilia para ir a Wicklow. Estaba luchando contra el agua hasta que se me empaparon las zapatillas y ya no importaba nada, volví a recordar esos martes bajo la lluvia pedaleando una hora hasta la escuela de policía. MEMORIAS.

Cuando nos metemos al mar por primera vez en el día tenemos miedo de mojarnos las patas, luego que no se me enfríen las piernas, por favor que no me toque la panza que me congelo, es una locura de miedos ridículos que se acaban en el instante que nos sumergimos, y el exceso de agua tocando nuestro cuerpo y el frío al que nos acostumbramos la convierten en disfrute, goce, tranquilidad. Todo era temor y ahora es lo contrario. Sabiendo esto, tal vez no sea necesario que una fuerza mayor nos venza abrumadoramente para darnos cuenta que hay que adaptarse, y si vamos con la intención correcta podemos aceptar dónde y cuándo estamos y aprender y disfrutar sin resistirnos y sin luchar. AIKIDO.

Adaptarse, aprender, disfrutar, todas palabras comunes a la hora de hablar de la filosofía de vivir el presente. Respecto a ella recuerdo varios momentos en que el tema entró en mi vida. En un viaje al Sur fui el encargado de la planificación, hoy no recuerdo si me delegaron la tarea implícitamente o si yo me la auto impuse, de todas formas quería hacerlo, y lo hice tal y como lo había aprendido. Cuidando muchos detalles. La persona que me lo enseñó es mucho más experimentada que yo y sabía, no solo planificar mejor, sino que tenía la confianza de los demás miembros del grupo para que lo sigan y le respeten, bastante, el plan. Cuando algo fallaba lo arreglaba en el momento o se amoldaba. Yo no supe hacer eso, la mayoría de las veces el problema fue que mis compañeros de viaje hacían lo que querían sin consideración por el plan, eso lo desmoronaba rápidamente. Yo intentaba agarrar los pedazos y rearmarlo y ahí nomás llegaba otro viento y me derribaba el castillo de naipes. Me enojé en general y parecía que lo hacía con el resto, pero no, ellos no tenían la culpa de lo que le pasaba a mi cabeza terca. No puedo pretender que todos hagan lo que yo quiero y, lo más importante, lo que aprendí de otra persona en ese viaje, es que lo mejor de los planes es improvisar sobre ellos cuando algo se sale de curso, adaptarse, aceptar lo que está pasando y disfrutarlo. Si nos concentramos demasiado en los planes, vamos a estar viviendo en el futuro y cada momento presente sólo será un instante que se muere de ganas de convertirse en pasado para ser una cacilla tildada en las hojas de la memoria. Entonces cuando la contemos va a ser una bitácora, pero si vivimos cada instante como lo que es y no como lo creíamos o esperábamos que fuera a ser, cuando lo contemos va a ser poesía.

Tiempo después otra persona me criticó muy firmemente esta filosofía de vivir el momento. Esta persona trabaja con presos, habla con ellos, los ve vivir, los conoce mejor que el común de la gente. Si ellos adoptan la filosofía de vivir el momento van a atrapar su mente en la misma cárcel sin salida en la que se encuentra su cuerpo. Estas personas tienen que vivir en la esperanza de un futuro mejor para sobrellevar las penurias a las que se enfrentan en su presente invariable. No me quiero extender mucho en este tema, es muy feo hablar del positivismo de la gente que sufre lo que uno jamás sufrió.

La libertad real no es de acción, sino de pensamiento. A eso todos tenemos acceso, incluso los presos, cuando esa libertad es real nada más importa, pero cuando crecemos aprendiendo que la libertad es hacer lo que queremos, y lo que queremos nos lo enseña la tele, las tradiciones familiares, los rituales culturales, el sentido de pertenencia a grupos sociales, nos volvemos presos de libertades inventadas por otros; si nos las quitan nos sentimos indefensos, sin vida, sin futuro, sin esperanza. Pero la acción es secundaria, cuando hay libertad de pensamiento es esta la que impulsa la acción, que luego es alimentada por la pasión. Así la acción en sí no interesa, porque lo que la empuja es correcto.

Hace unos días me volvieron a engañar con un cuento en la calle. Pensé en escribir en el diario que prefiero ser estafado repetidas veces a perder la fe en la humanidad, porque si dejo de confiar en la gente me aislo. Pero, qué impulsa esa acción de confiar? En realidad no confié en él, no le terminé de creer lo que me decía. Mientras me contaba su historia trágica con ojos de desesperación, yo estaba recordando a Shawn y su cuento. Decidí darle la plata que tenía no por confiar en él, sino para probar un punto a mí mismo, y esa es una motivación equivocada, terca. No importa si visto de afuera y con palabras bonitas es una acción altruista y esperanzada, la realidad que pasaba por dentro mío era miedo a equivocarme, miedo a generar una mala imagen en otro, terquedad hacia un concepto que me auto impongo. Esto me llevó a pensar en las decisiones.
La gente que está en la cárcel no eligió estar ahí, los que están en la calle pidiendo sí, los que están estafando a la gente con cuentos también, estos tienen más libertad de acción que los presos, pero no las ven o prefieren lo que hacen. Si yo no estaría viajando viviría cómodo en mi casa con la comida siempre en la mesa, construyendo un futuro ‘normal’. Pero elegí la vida del viajero con menos lujos. La elegí por la libertad de hacer e ir donde quiera, sin ataduras, sin peros. Pero hay peros. No soy realmente libre, porque al momento que necesito plata me vuelvo dependiente de ella, para conseguirla me vuelvo dependiente de un trabajo, para mantenerlo me vuelvo dependiente de un alquiler. Las alas que se me ven que me hacen libre, en realidad me dan el poder de volar a diferentes jaulas, porque yo funciono así, necesito la seguridad de lo estable, aunque dure poco, siempre tengo la confianza de que a donde vaya voy a encontrar estabilidad pasajera. Soy un sedentario de paso, aunque si me lo pienso, no podría definir o describir la vida de un nómada.

En resumen, una primera persona me enseñó a crear, una segunda persona me enseñó a aceptar, una tercera persona me enseñó a cuestionar. El resultado sobre el tema específico de la libertad al que llegué hoy, es que la libertad es real si es de pensamiento.


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