Zelenograd 11/10 – domingo –
De compras
Eran las 10:30am y estaba en Moscú y sin planes. Apunté a un shopping y
busqué donde comprar mi ropa de invierno, no me convencían las casas de marca,
la mayoría eran de estilo, ropa linda, vistosa y cara. Encontré una deportiva,
esta es la mía. De todo había, en sector de eki compré la ropa térmica, la
campera y un cuello, en la de running los guantes, en la de montañismo los
borsegos y las medias, y en la caja una barrita de cereal. Me cambié el
calzado, y me saqué el buzo y la campera de cuero para reemplazarlos por la
campera nueva. Salí a la calle y, salvo por el viento que entraba por debajo no
sentía frío, funciona. Pero ya me estaba arrepintiendo por no haber llevado la
otra, que era más cara, pero aguantaba más frío y tenía para cubrirse del
chicflete, elegí la barata. También me empecé a arrepentir de no haber llevado
los guantes de la sección de ski, ya que los de running dejan pasar algo de frío,
y si lo sentía en octubre, en diciembre va a ser casi como no tenerlos. No hice
más paseos, si bien el día estaba lindo, yo estaba cargado con una bolsa
grande. Volví directo a Zelenograd. A Oxana le gustó mi compra, eso me animó,
pero era cuestión de volver a salir para recordarlo. Pasamos una tarde
tranquila con nuestra rutina. Daniil en la compu y con los libros de física y
biología y yo con el diario y anime. Llegó Sergey de España. Charlamos un poco
de su viaje pero más que nada del mío. El viaja tanto que no le entusiasma
moverse. Mañana va a Moscú en auto y me lleva. Mi último día de paseo.
Nos acostamos a la una de la mañana.
Zelenograd 12/10 – lunes –
Dolor de pies
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Universidad Estatal de Rusia |
Daniil está sintiendo el rigor universitario. Se está encontrando con
temas que no entiende y con exámenes que no puede aprobar tan fácil. Siempre
fue excelso en todo lo que se propuso, ahora encontró un reto. Salimos los 3
juntos en el auto, lo dejamos a Daniil en la facultad y nos dirigimos a Moscú.
En el camino me di cuenta que no tenía con migo el ticket de la casa deportiva
para cambiar la ropa, no tenía muchas expectativas de lograrlo, pero lo quería
intentar. También estaba pensando en ese par de zapatillas negras más cómodas
que los borsegos, aunque menos impermeables, que no compré ayer. Sergey me dejó
en un metro. De ahí fui a la Universidad estatal de Rusia que prometía un gran
edificio, y lo era. La vista desde el parque en frente es imponente, como ya me
están acostumbrando estos rusos con sus edificaciones y monumentos. Quise
entrar, pero no está abierta al público turista.
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The Moscow City |
Volví al metro y fui a mi otro destino, The Moscow City Business Centre,
donde están los 3 edificios más altos de Europa y 4 más dentro de los primeros
10. Quise subir pero sólo se puede en uno de ellos y a partir de las 6 de la
tarde, hoy tenía la última clase con Mihail, así que lo tuve que dejar pasar.
Di por terminado el turismo y me decidí por encontrar una casa de deportes para
comprar zapatillas, los borsegos me estaban matando. Pasaron de incómodos a
dolorosos. Busqué con el gps del I-phone un shopping, me mandó a una calle con
varios locales de marca, no me servía busqué por tiendas de deporte, me mandó a
unas direcciones raras, cuando llegué parecían edificios de departamentos
baratos. El número y la calle coincidían, pero no había ninguna señal de
comercio. Busqué por centro comercial, me indicó los más cercanos de vuelta en
The Moscow City. Volví, a cada paso dolían más los pies, a tal punto que
tensaba la cara del dolor. Los focos eran las puntas de los dedos y la parte
alta del empeine. También sentía como se empezaba a modificar mi pisada y eso
afectaba a mis tobillos y rodillas. Cuando finalmente entré al centro comercial
me sentí feliz, empecé a imaginarme el alivio de sacarme la tortura y calzarme
zapatillas deportivas o de trecking. Encontré una casa Adidas, una New Balance,
una Reebook, pero no una deportiva general, los precios de estas eran muy
altos. Busqué en el mapa de tiendas y pregunté en informes, no hay de las que
busco en ese shopping. Entré a un café, pedí un capuchino y me senté en el
fondo para sacarme esas cosas por un rato. Con el wifi busqué más tiendas.
Había dos prometedoras más o menos cerca, Alpindustria y Dekatlon. La segunda
estaba muy lejos y no me quedaba tiempo para ir, comprar y volver antes de las
7. Fui a la primera, el dolor y la incomodidad, sumados a la modificación para
peor de la pisada ya me hacían cojear. Me tomó casi media hora llegar para
encontrar un galpón cerrado sin número. Asumí que el gps me mandó a un almacén
distribuidor o algo parecido. No había tiempo para seguir. Fui al metro y me
bajé donde recordaba que estaba la estación, me equivoqué y bajé en la que ayer
a la mañana llegué de San Petersburgo. No encontraba por ningún lado las
máquinas para los boletos. Le pregunté a un taxi cuánto hasta Zelenograd, me
dijo 3.000 rublos, no señor, eso es mucho, pero por 500 me llevó a
Leningradsky, esa sí a la que tenía que ir. En el camino revisé el gps a ver
por dónde iba y resulta que estaba a una parada de metro, que me costaba 100
rublos y no sufría el tránsito. Corrí a la boletería y compré el express.
Llegué en buen tiempo, pero el tren estaba programado para salir a las 7:45. Ni
bien me senté me saqué los borsegos asesinos y me masajee los pies. Viajé
descalzo. El tren me dejó en Kryukobo a las 8:10. Con el dolor y la cojera
tardé 20 minutos en llegar a lo de Daniil. El pibe estaba reventándose la
cabeza con un problema de química. Cené con Sergey y me fui al Dojo. No a
entrenar, era muy tarde, pero a despedirme de Mihail y a darle un regalo. Le di
el té inglés que había comprado para Hiroaki. Ya le conseguiré otra cosa. Muy
agradecidos ambos, nos sacamos una foto y me invitó a festejar los 70 años de
Igarashi en el mismo día de su cumpleaños, el 23 de marzo, aquí mismo, en
Zelenograd. Es una oferta muy tentadora. Voy
hacer lo posible por estar. El traductor y yo cruzamos algunas palabras
y me fui. Esta vez en micro, los chicos seguían practicando después de la
clase. No sé si la exhibición de mayo o un examen.
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Mihail Sensei, yo |
Daniil se había cambiado a modo jugador. Esta fue nuestra última noche,
charlamos un poco más de lo normal y nos acostamos a las 12.
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