Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

lunes, 5 de octubre de 2015

042-Helsinki 29~30/sep - Un paseo por el bosque, otro avión


Helsinki 29/09 – martes – Parque Nacional Nuuksio

Desayuné lo que me quedaba y fui a la estación, compré más desayuno y almuerzo en un Alepa y subí al tren a Espoo. Las instrucciones decían que tome el autobús 85 A o T, pero estos tardaban al menos otros 45 minutos y se me iba a vencer el boleto de hora y media que tenía. Tomé el 85, que según el mapa me deja en una parada que se llama Nuuksio. Antes de alejarnos de la ciudad subieron 10 nenes de primaria con dos docentes, a cada grito ellas los chitaban y reinaba el silencio por unos 20 segundos. Empezamos a manejar entre bosque. De repente, edificaciones, un complejo muy grande que no supe qué era. El grupo infantil se bajó aquí. El resto seguimos hasta un claro donde el autobús dio media vuelta y nos bajamos, final de recorrido. Le pregunté al chofer si esta era la entrada al parque nacional, me dijo que ahí termina su recorrido y que si me tomo el 85 A sigue un poco más. Puso primera y se fue.
Foto desde el camino en el bosque
En este punto le podría haber preguntado a la otra gente que se bajó con migo, pero justo delante de mí, al otro lado de la calle, había una senda. La seguí, a los 100 metros desapareció en un claro, la volví a encontrar y seguí caminando. El camino se bifurcó varias veces. Siempre cuidando de recordar dónde doblé, seguí y seguí. Encontré muchas piedras grandes con moho, el tipo de paisaje que esperaba. Vi una casa, seguí de largo, me topé con una carretera, le seguí menos de un kilómetro y llegué a una zona con varias casas entre los árboles. Bien cuidadas, parecían habitadas, pero que en ese momento no había nadie. Volví por donde fui, me equivoqué al doblar algunas veces, pero llegué a la parada del micro.
Desde ahí camine cuesta arriba al lado de la ruta, pasé un claro bastante grande que hace de playa de estacionamiento, sólo había un auto. Seguí hasta encontrar unas casas rojas. Parecían una empresa, había un cartel con el mapa del parque y una entrada con dos carteles que indicaban la dirección a dos de los puntos del mapa. Uno de ellos era el lago Haukkalampi. Elegí ese con la intención de pasar por 3 lagos y volver al mismo punto.
 
Caminando el cartel del mapa
Inicio del sendero
A los 10 metros me topé con una bifurcación, uno de los caminos lo guían cintas rojas en los árboles y el otro cintas de color celeste y blanco. Volví a los carteles, no había indicación de colores, según el mapa, ambos podrían ser el camino, en los bosques es común que estos giren varias veces, entonces no sabría, desde ese punto, cuál tomar. Elegí el rojo. Avancé bastante, el sendero desapareció y volvió a aparecer varias veces, así mismo dobló y se bifurcó. Me encontré cruzando el estacionamiento de antes, avancé más y volví a ver las cintas rojas, aunque parecían naranjas, no supe si era otro camino o el mismo decolorado. Empecé a dudar, quise volver pero las bifurcaciones me perdieron. Activé el gps del teléfono y comparé mi ubicación con el mapa del parque, apunté en dirección a la ruta y seguí caminando. Por alguna razón extraña, en una esquina del camino, al doblar, había una cinta celeste y blanca atada a un árbol. Había llegado al camino correcto sin tener que volver al inicio por la ruta, y de yapa ligué un paseo.
Esta vez sin perderme ni dejar de ver las cintas, avancé por mi senda. Cada tantos metros aparecía un cartel que corroboraba mi dirección al lago. Cuando estuve cerca escuché a muchos niños gritar. El primer vistazo del lago estuvo acompañado de 6 grupos de primaria en su día de campo. Uno de ellos era el mismo que me acompañó en el viaje.
Puente a la isla. Lago Haukkalampi
Ocarina y almuerzo

En este lago hay un bar, que estaba cerrado, una mapa, letreros que indican otros destinos dentro del parque y baños con agua potable e inodoros composteros (sin agua, con pozo). Pero lo interesante del Haukkalampi es su isla. Crucé un puente de madera de unos 20 metros y la recorrí completa, es muy chica. Busqué un buen lugar en la orilla con sol y me senté a disfrutar de la vista.
Sentí que era un buen momento y saqué mi ocarina de la mochila, empecé por repasar y recordar las notas básicas. Mientras me concentraba en seguirlas en orden a la vez que repetía sus nombres dentro de mi cabeza, podía escuchar los chillidos de los nenes al otro lado del agua. En un momento dejaron de sonar. Me saqué la ocarina de la boca, alcé la vista y justo frente a mí estaba uno de los grupos con sus docentes mirándome, les devolví la mirada y, a pesar de estar cruzando el lago, lo notaron y me saludaron agitando las manos, me hizo sentir muy bien, y les devolví el saludo. Este fue un lindo momento. Ellos siguieron su camino y yo volví a mis notas. Me esforcé en recordar las del inicio del Himno a la Alegría, la primera melodía que aprendí, me tomó un rato, pero la saqué. Luego guardé la ocarina y almorcé. Con la panza llena me tiré donde estaba y me quedé dormido escuchando el viento, el agua, los pájaros y los niños.

Lago Mustalampi

La siesta habrá durado unos 10 minutos, o 15 tal vez, me levante, acomodé mis articulaciones y volví al puente. Lo crucé y me quedé un rato frente a los carteles indicativos y el mapa. No pude encontrar ninguno de los destinos en ellos. Me guié por la orientación de los senderos trazados y me dirigí a lo que esperaba sea el lago Mustalampi, el camino era muy corto, así que lo corroboraría pronto. Lo era, llegué al lago en pocos minutos, también había nenes. Llegué por el centro y lo bordee por el norte. Me recordó al refugio La Playita en el río azul, tanto por la gente como por el aspecto del lugar.
Caminé con el lago a mi derecha hasta que el sendero se alejó, se acabó el lago y volví al bosque. El camino se volvió a bifurcar, tomé el que claramente no era porque tenía más piedras. Mientras subía pude ver como se cortaba el camino al frente, se notaba que se acercaba un acantilado o terraplén con vista al lago, eso mismo era. Filmé el último trayecto, desde la subida hasta la vista desde la cima. Me quedé sentado frente al lago Valklampi. Lo aprecié en silencio un buen rato.
Lago Valklampi
Cuando me levanté para volver al camino tenía dos opciones, la segura, directo para atrás hasta la senda marcada y caminarla bordeando la roca sobre la que estaba y llegar a la orilla; o bordear la roca desde arriba y buscar una forma de bajar luego. No me hubiera tomado el trabajo de describir ambos si no hubiera elegido el segundo. Todo iba bien los primeros metros, hasta que llegué a un risco, lo pasé con un poco de miedo, el espacio para pisar era de 40cm y tenía a un lado una pared y al otro una caída de 6 metros o más. El segundo risco era peor, un espacio para pisar de 20 cm (menos que mi pie) y con una curva. Bajé a primera piedra y estaba en ese punto en el que no sabés si es más arriesgado avanzar o volver. Dado el caso, avancé. El espacio era tan estrecho que me pegué a la pared de piedra y me saqué la mochila. Pasé pegado al muro hasta que lo crucé. Volví a respirar tranquilo. El camino retomaba ahí nomás, ya en la orilla. Caminé con el lago a mi derecha, otra bordeando por el lado norte y el sendero se volvió a alejar y a adentrarse en el bosque.
Casa abandonada en el bosque

El mapa decía que iba a ver el extremo norte del siguiente lago (este va de norte a sur), que ahí habría un muelle y que luego se volvería a abrir el camino dejándome en HALTIA, de modo que mi nuevo destino, guiado por los carteles, era este, HALTIA, sea lo que sea. Llegué al extremo norte del lago Nuuksion Pitkäjärvi, ahí estaba el muelle, pero sólo había un bote, bastante grande, a remo, atado a un árbol y con agua dentro. Abandonado parecía. Volví al camino y a los pocos metros de alejarme del agua vi una casa antigua. Fui a verla, también estaba abandonada, pero hace años. Se notaba el paso de varias tormentas dentro de ella, sí, entré. Me entretuve lo suficiente en esa esquina del camino y volví.
Entre subidas y bajadas, a veces veía el lago y otras me hundía en el bosque, otras también encontraba claros o caminos para autos.

El bote al que no subí
El camino dobló como lo indicaba el mapa y llegué a un complejo muy grande, parecía una fábrica. La crucé por el estacionamiento y encontré otro cartel que me apuntaba a HALTIA. Seguí, perdí las cintas rojas en los árboles y llegué a una planicie enorme. Desde la cima se veía el lago y aerosillas, estaba en un centro de ski. Di media vuelta y encontré mi camino. HALTIA es el centro donde se habían bajado los nenes esta mañana, los mismos que me encontré en el lago Haukkalampi. Esta vez no había nadie. No estaba seguro de qué era este centro, la puerta parecía cerrada y estaba cansado. Sólo quería sentarme frente al lago con un café y comer galletitas. No encontré el café, bajé unas escaleras y vi una carpa azul enorme con el nombre del centro. Seguí, me senté en un muelle y merendé tranquilo. Siesta al sol.

Me desperté, guardé todo, estiré y me quedé un rato viendo el lago. Volví a subir las escaleras y me aventuré en el centro, estaba abierto. En la recepción brindan información y mapas del parque, hay una tienda de recuerdos, dos museos y un restaurante. Subí al restaurant, pedí la clave del Wifi y me senté con un café y una dona. Chatee un rato, subí algunas fotos, rellené el café y me fui. Volví a lo que creí que era una fábrica, es un complejo deportivo gigante. Quise alquilar un bote a remo, pero cerraron a las 6. Llegué tarde. Me quedé con las ganas, me pasé con el descanso.
Lago Nuuksion Pitkäjärvi, donde dormí la segunda siesta
En el mapa figuraba un mirador, más o menos a un kilómetro. Fui a verlo. Se estaba haciendo de noche. Cuando llegué a la mañana tenía puesto el buzo, la campera, la bufanda y el gorro, a lo largo del día me fui desvistiendo hasta quedarme sólo con el buzo, en ese momento con el sol escondiéndose volví a usar la bufanda. El mirador es espectacular. Una gran vista panorámica. No estaba solo, había un fotógrafo capturando el momento. Charlamos un poco y me dio su tarjeta para que visite su página. Ahí tiene fotos del este del país. Son buenas.
Se me ocurrió la idea de quedarme hasta que anochezca y ver las estrellas en un lugar como este, pero de noche, por la ruta, se encienden las luces y ya no es lo mismo. Volví a la parada del micro. Me quedaban unos 40 minutos para el próximo. Me pegué al edificio y robé un poco de wifi. Legó el micro y llegué sin problemas a Espoo, donde compré la cena y algo para el desayuno.
En el tren comí el tupper del súper, papas y carne en salsa, estaba rico, un poco duro, lo compré de noche, con 30% de descuento. Cuando llegué a Helsinki me sentía lleno, pesado y cansado. Tomé el micro al hostel. Se me cerraban los ojos, necesitaba un baño y la cama. Dejé todo en la habitación y fui con la toalla a la ducha en el subsuelo. El cuarto de baño estaba clausurado, pero se podía usar la del lavadero. Entré unos minutos al sauna y me duché. Excelente. Pasé por la puerta de la cocina y no pude hacer más que saludar con la mano. Preparé la mochila para mañana y caí rendido en la cama a las 10pm.


Helsinki 30/09 – miércoles – Suomenlinna / Riga, Letonia

Esta vez me desperté a la hora programada, pero el desayuno se tardó un poco. No llegué al puerto antes de las 7 para ver la niebla. Pero vi como los puesteros del mercado empezaban a repararse, algunos ya estaban listos. Mi ferri salía en 30 minutos, así que pasee por el mercado. Me metí a comprar frutos rojos en una de las fruterías. Las frutas las venden por litro, compré el mínimo, medio litro de bayas del bosque. También compré un frasco de mermelada de arándanos y una botella de jugo de lo mismo. Hablando con la vendedora me comentó que está orgullosa de la igualdad de género que hay en Finlandia. Hace un tiempo ella fue pintora de casas y le pagaban lo mismo que a los hombres, a todos igual. Pero el exceso de igualdad puede ser un problema agregó. Dijo que acá a veces pasa que se pierden los roles en la casa, y estos son importantes. Otra cosa que comentó fue que nunca tuvo particular interés por viajar a Sudamérica, pero sí a Argentina. Porque en Finlandia el tango es muy fuerte y le genera una gran curiosidad saber qué pasó, cuándo pasó? Quién llevó el tango argentino a Finlandia? Cómo pasó eso? El tango de acá es melancólico, triste.
Mercado del puerto

Llegó el ferri, algunos locales subieron con sus bicis. Estaba lleno de japoneses con sus cámaras de fotos. Yo subí a la planta alta y, sentado en un banco afuera, disfruté de la vista y de mis bayas. También saqué fotos. Desembarcamos en la famosa Suomenlinna. Hay un cartel con un poco de información. Las construcciones militares de esta isla se elevaron entre los siglos XVIII y XIX, en 1991 la UNESCO declaró a la isla tesoro de la humanidad por su valor histórico.
Varias islas en el camino
Caminar entre las distintas zonas de esta base militar es como estar en un videojuego, una película de época. Me encantó. En cada rincón encontraba un cañón, un almacén escondido, pasadizos subterráneos, calabozos, colinas de pasto que escondían construcciones subterráneas y una playa para tomar sol en la arena. Estuvo genial la isla, pero tenía tiempo límite. El check out del hostel era a las 13 y el avión despegaba a las 15:35. Me quedaron algunos lugares pendientes que tuve que dejar atrás.
Suomenlinna urbana
Volví al puerto para tomar el ferri de las 11:40 y llegué a Helsinki a las 12, en el camino vi el gigantesco barco de la Vicking Line que va hasta Estocolmo. Bajé y tuve que atravesar el mercado. Una tostada de salmón me cautivó el corazón. Me la comí mientras caminaba a la estación de trenes, desde donde tomé el autobús al hostel.
Suomenlinna histórica
Me preparé para el viaje, todo dentro de la valija salvo la mochila azul y lo que pude meter en ella. Salí muy justo de tiempo. Elegí ir el tren, me costó 5 euros y al llegar al aeropuerto me di cuenta que no había hecho el check in online, estaba apurado, a una hora del despegue, pedí que me hagan el check in ahí mismo y me cobraron 10 euros. Crucé las puertas y vi en el horario que faltaba media hora para abordar. Podría haberme ahorrado los 10 euros?
Almacenes escondidos
Los minutos pasaron rápido y abordamos. Pensé en leer, en escribir, pero dormí. Una hora y media de vuelo, me desperté cuando con el anuncio del piloto de que estábamos por aterrizar en Riga, Letonia. Este aeropuerto es chico, tiene 4 terminales con 4 puertas cada una y entre todas no llegan al tamaño de una de las terminales de Barajas o Ezeiza. La mía era la puerta C1. Para cruzar a la terminal C pasé por un escritorio de migraciones. Los oficiales vestían un traje semi militar verde con hombreras que los hacían parecer más grandes de lo que eran. Les expliqué como entré a la Unión Europea y como pensaba entrar a Rusia, cuando estuvieron conformes aflojaron con el tono de señor malo y me preguntaron si me gusta el fútbol. Hasta en Letonia nos conocen por este deporte. Hice tiempo en el Business Lounge, comiendo y escribiendo. Cuando se hizo la hora bajé a la puerta y abordamos. Me voy a Rusia.
Próxima parada, Moscú.

2 comentarios:

  1. Genial el relato. Me mató la tostada de salmón que te cautivó el corazón, pero más me gustó la situación de la ocarina en la isla y los pibes.
    Abrazo

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