Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

domingo, 18 de octubre de 2015

047-Zelenograd 09~10/oct - Una ciudad fantástica




Zelenograd 09/10 – viernes – Aikido y tren

Un día tranquilo. Daniil se fue temprano y poco después también Oxana, Sergey no volvió de España aún. Me quedé adentro hasta las tres escribiendo y viendo animé. Después preparé la mochila para el Dojo para esta noche y salí caminando a la estación de trenes para familiarizarme del todo con el camino, comprar el boleto a Moscú y averiguar los horarios. Hacía mucho frío y había empezado a nevar. Al lado de la boletería está el cuadro de horarios y destinos, no lo entendí, pero me contenté asumiendo que salen seguido. Escribí en un papel lo que quería comprar y se lo mostré a la vendedora. Le pagué y me fui. Entré al shopping de en frente a buscar ropa de invierno. No encontré lo que buscaba, pero sí un termo bueno y más compacto que el que dejé en Londres. Ya tengo mate para Irlanda! Volví a mi distrito y entré al complejo comercial ATAK. Esta frente a mi calle. Tampoco había ropa. En el departamento estaba Oxana. Entré en la pieza y me puse a investigar cosas para hacer en San Petersburgo. Volvió Daniil, se puso a estudiar y hacer deberes mientras se tomaba un té, jugaba en al MGSV y charlaba con migo. Se hicieron las 7:30 y me fui al Dojo.

La vereda del departamento
[Clase Mihail Sensei, Jo: Llegué con tiempo de sobra. Mihail Sensei y Evgeniy se estaban cambiando cuando la clase estaba por empezar. Saludaron sin sus hakamas y el taiso lo dirigió Natalia. Se terminaron de vestir y nos pusimos en parejas, yo con Evgeniy, empezamos con el 1er y 2do jo no awase, seguimos con el 1er y 2do kumijo. Les dedicamos un buen rato a los cuatro katas. Me corrigió no levantar la mano que pivotea cuando hago shodan gaeshi. Ese fue el punto más clave para mí. También, en el segundo kumijo, la parte de uketachi, bajar flexionando las rodillas al momento de hacer el primer desvío del shodan gaeshi y mantener esa altura al girar y entrar gedan uchi.]

Camino al Dojo desde la parada
Terminada la clase me doblaron la hakama y Evgeniy me llevó al departamento. Sin tiempo que perder colgué el keikogi, preparé la mochila chica y volví a salir. Caminé hasta la estación de trenes como esta tarde y me tomé el express a Moscú. Bajé en la estación Leningradsky, entré al metro y llegué a Kursky. Hice tiempo durante una hora. Ya casi cuando apareció el andén de mi tren en el letrero electrónico se me puso a hablar un chico que vio my pin, todavía tengo puesto en el buzo el pin de Shinwakai Aikido. Me dijo que no entrena pero que le gusta mucho el Aikido, él es bailarín de folclore ruso. Me recomendó un lugar para ir a ver danza mañana. Anden 7, abordamos en 25 minutos. Esperé en la puerta del lado de adentro como la mayoría, nadie quería estar parado al fresco gratis. Entramos al tren, mi vagón era el 5 y el asiento el 25. La reserva decía “asiento reservado”, el inmediato superior a “sentado”, el asiento reservado era una cama. El vagón completo es como una habitación de hostel comprimida con 40 camas, dos baños y un mini café y tienda de regalos al frente. La boletera se quedó con mi boleto y yo me tiré en el colchón, que me había tocado arriba. Me quedé dormido a las 2 am.


Zelenograd 10/10 – sábado – San Petersburgo

A las 7 am el sol ya iluminaba el tren, la mayoría se había despertado y estaban desayunando en las mesitas. El vagón no tiene divisiones, así que para ir del baño al café pasaba por todas las camas. Algunos tenían tazas propias, otros unas muy bonitas de vidrio con base de metal. Varios llevaban su comida, otros sólo tomaban té o café del tren. Yo pedí un café y lo apoyé sobre la mesita común. Cada sector, si bien no está dividió por paredes o puertas es notable, consta de 6 camas, 3 cuchetas, una contra la ventana derecha y dos perpendiculares a esta contra la ventana izquierda, entre las 4 hay una mesita, las tres camas de abajo se pliegan y se hacen asientos, la de la ventana también se hace mesa. Cuando mis vecinas vieron que estaba por desayunar, la señora mayor corrió su acolchado, que ya había doblado sobre el asiento, y me senté en su lugar. Les convidé de mis galletitas, las había comprado en la estación. La señora agarró una, la chica de en frente no, el señor de arriba se había ido al baño, así que tampoco. Me puse a leer con mi café y las galles. Cuando lo terminé guardé todo y pedí un té, me lo sirvieron en una de las tazas de vidrio. Este fue un momento muy agradable. Tomando un té sentado cómodo en el tren, con el sol pegando suave por la izquierda. En la radio sonaban canciones de diversos estilos en inglés, ruso y español, la mayoría agradables. Estuvimos así hasta que llegamos a la estación Glavn de San Petersburgo. El viaje duró 8 horas y media en total.

Estación Glavn
La estación de trenes no difiere mucho de las de Moscú, las de metro son más impactantes, pero el hecho que tenga un cartel enorme en metal dorado que dice Sankt Petersburg, ya me gustaba. Crucé la puerta  a la calle a las 10:15 am. Me recibió una mañana despejada que iluminaba las calles y teñía los edificios de un dorado soleado. Abrí el gps para ver los puntos que tenía marcados, el más cercano era caminar por la avenida Nevsky, estaba sobre ella, genial. Fui directo al río Neva. En el camino vi muchas cosas que me gustaron a las que les saqué fotos. Por alguna razón me sentía exageradamente bien. Muy contento de estar donde estaba. Llegué a una plaza y por primera vez le dije que sí a una pareja disfrazada de época para sacarnos una foto. No quedó genial, el fotógrafo era un fulano x.
Avenida Nevsky
Si me la sacaban ellos salía mejor, pero eso implicaba una foto con uno, o pagar el doble y sacarme dos. Seguí andando por San Petersburgo antiguo, la avenida es muy ancha, de las que tienen cruce subterráneo para peatones, y los edificios muestran una arquitectura muy pintoresca, la mayoría de ellos con grabados o esculturas. Mi primer encuentro con el agua fue un puente sobre un río angosto, Moika, que me llamó la atención por lo simpático, además había varios pájaros revoloteando alegremente. Al cruzar el puente entré a una plaza grande con un homenaje a los caídos en el medio, no sé de qué guerra será, no conozco la historia rusa y no entiendo el idioma. Aunque puedo leerlo a medias gracias a unas clases de alfabeto ruso que me dio mi abuelo hace 15 años. Parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde eso. Si aprendía la lección del día me daba 3 pesos, si le hubiera puesto más atención hoy leería más fluido y sabría más de 4 palabras,  y, en ese entonces, me habría comprado más barras de chocolate Cadbury de frutilla con los 3 pesos.

Catedral Sangre Derramada
Siguiente paso, Catedral del Salvador de la Sangre Derramada. La página de Internet que estaba siguiendo recomendaba ver también el mercado de suvenires que está al lado, no sabía por dónde ir para encontrarlo, elegí el camino más corto y al doblar una esquina lo vi extenderse junto al río, y al final estaba la catedral. Es de las llamativas, con cúpulas de colores, como la de San Basilio en Moscú. No tenía mucho tiempo, sólo hoy, para recorrer la ciudad, la vi por fuera y seguí. Elegí entrar a la catedral principal, la de San Pedro y Pablo. Esta está en una isla, dentro de una muralla, donde también funcionaba una prisión que hoy es museo. Es una catedral combinada, dos naves comunicadas por un pasillo, la principal, con un altar dorado y una cúpula y torre bien altas es la de San Pedro, la de San Pablo, que está al lado y rodeada por un cementerio Real, es cuadrada, más pequeña y con una cúpula sin torre, imponente a su estilo, paredes blancas con esquinas decoradas y la imagen de Jesús pintada en la cúpula.
San Pedro y Pablo
Salí por donde entré y recorrí la muralla hasta llegar a una de las esquinas donde está la prisión museo. No es un calabozo antiguo, es una cárcel moderna. Dos pisos iguales con pasillos blancos y puertas de madera. Varias celdas están abiertas para ver el interior. Son amplias y tienen un catre de metal y una mesa. No sé si antes se habrán usado más catres para llenarlas, ya que uno de los textos decía que habían encerrado a 4.000 revolucionarios en el pasado y con uno por celda no se llega no cerca a ese número. Algunas tenían una placa de acrílico contando qué artista famoso estuvo encerrado ahí. Sólo lo reconocí a Tolstoi. No estuve mucho tiempo dentro, ni tampoco en la fortaleza. Volví a cruzar el puente de madera y seguí el camino por el que iba antes de doblar, volví a la ciudad por otro puente. En el camino vi un barco de madera con mástiles y velas plegadas muy grande. Con un gimnasio y un restaurante dentro. Viéndolo con más detenimiento, las velas no parecían plegadas, sino adornos en forma de velas plegadas, y da la sensación que no podría zarpar tampoco. La página mencionaba un barco llamado Aurora, puede que sea ese, pero vi el nombre y no era Aurora, no recuerdo cuál era.
En ese momento me dio hambre y compré dos panificados  salados y dos dulces. Me los fui comiendo mientras me acercaba a dos torres rojas. Tienen aspecto de faro, pero son monumentos, son cilíndricas con tres barcos verdes atravesándolas y dos esculturas opuestas en las bases. No sé qué representan. Volví a mi mapa en el gps y me encaminé a la Catedral de San Isaac. Me pasó como con la de la Sangre Derramada, al doblar la esquina se abrió la cuadra ahí estaba, gigante, imponente como pocas. Un cubo con sus cuatros lados presentados con columnas muy anchas y altas. Compré la entrada en la boletería entré por una esquina al lado de la gran puerta Sur. Adentro pedí una audio-guía y escuché los 13 ítems que me contaron la historia de la Catedral, del arquitecto y de San Isaac. Me sorprendió la cantidad de obras realistas bien hechas. En la mayoría de las iglesias que he entrado, hay muchos cuadros con figuras y procesiones religiosas que, a mi parecer, estaban muy cargadas de simbolismo dejando pobre la aproximación a la figura humana. Como las famosas pinturas de Samurais japoneses, muestran las actitudes del guerrero, pero los cuerpos están desproporcionados, los gestos exagerados, las manos incompletas. Lo mismo le pasó al catolicismo. Claro que en este último, varios artistas de renombre europeos han puesto sus hábiles manos al servicio de la Iglesia y han producido grandes obras. Varias de ellas están en esta Catedral en un conjunto armonioso. La construyeron como el templo central de la entonces capital del Imperio Ruso. Llamaron a artistas de todos lados. Las cifras llamativas fueron, 40 años de trabajo, 500.000 obreros, 20 millones de rublos, siglo XIII. Desde su construcción pasó por muchas cosas pero siempre se mantuvo en pie, la última refacción fue en 2012. Me fui maravillado. 

Plaza del palacio
Di unas vueltas sin rumbo y llegué a una plaza muy amplia, la plaza del palacio. De un lado el Palacio, del otro el famoso Museo Hermitage, en el medio un obelisco y el resto totalmente llano y sin verde. Había un cantante en la base del monumento, el único artista callejero, y dos carros antiguos que paseaban a alegres turistas japoneses alrededor de la plaza. Ambos tirados por caballos, uno de ellos es esférico y blanco, como el de Cenicienta o la cebolla de Shrek; el otro es estilo victoriano, como los que se ven en las películas de Sherlock Holmes.
Me hubiera gustado entrar al museo, pero es demasiado grande, me consumiría toda la tarde y me iría sin verlo todo, preferí seguir por la ciudad como me recomendó mi tío. Entré a la Catedral del Salvador de la Sangre Derramada, se estaba acabando el día y las cosas empezaban a cerrar. Por fuera es hermosa, y el marco celeste y blanco del cielo le daba un toque especial. Entré pero no pude comprar la audio-guía, me había quedado sin rublos en efectivo. Me interesaba saber el por qué del nombre. El interior tiene en su mayoría obras como las que describí antes, cargadas de simbolismo pero alejadas del realismo, desproporcionadas y no bellas. Digo no bellas, porque una es fea, pero lo que hicieron ahí dentro compone su propia armonía y eso es bello, además yo tiendo a admirar el esfuerzo. Cada metro de pared y cúpulas estás cubierto de pinturas en mosaico. Esa técnica en la que toman pequeños pedazos de mosaico transparente de no más de 2 centímetros cuadrados cada unos, los tiñen y los pegan juntos para formar la imagen. Por dentro no se ve cemento, ni ladrillo, no hay paredes lisas o grabadas. Es TODO mosaico pintado y un poco de mármol para las columnas. Eso es digno de admiración. Esta catedral no se caracteriza por sus recovecos, cuando terminé de recorrer la única nave salí y caminé sin rumbo.

Catedral de Kazan
Ya había descartado ir al Palacio de verano y los jardines de Petergoff, era tarde, ya tengo al menos dos cosas que me interesan si algún día vuelvo. Pasé por la puerta de un teatro y recordé que la página recomendaba ver un concierto. Entré y compré una entrada para la filarmónica de San Petersburgo. No conocía al autor de la obra que iban a interpretar, pero Schaikovsky era otro día y yo sólo contaba con esta noche. Para hacer tiempo quise ir a la Catedral de San Nicolás, pero me quedaba un poco lejos. Fui a la de Kazan, esta tiene una fachada con columnas en forma de arco convexo. Entré, estaban a la mitad de una misa. Pude ver algo que me había intrigado desde la primera iglesia. Todas ellas tienen, sin importar su forma o decorado, un iconoclasto que parece colocado a la fuerza y, en su mayoría, no era este el caso, no encajaba ni con los colores ni con los materiales de las paredes. En el centro siempre hay una puerta de doble hoja, Las Puertas Santas. Me preguntaba si se abrían o si eran meramente simbólicas. Durante uno de los cantos, se abrieron, estas son enormes, y dejaron ver a un sacerdote arrodillado dirigiendo la oración. Después de unos versos se volvió a cerrar, pero el rezo no se detuvo. Los dejé seguir con lo suyo y pasé por una tienda de regalos. Le compré uno a Oxana para agradecerle todo lo que hizo por mí. Un huevo de metal dorado que al abrirse deja ver la Catedral del Salvador de la Sangre derramada.

Se hizo la hora y entré al teatro. Dejé la mochila y el buzo en el guardarropas y subí sólo con la campera de cuero, por si refrescaba dentro. En la antesala había dos bufetes y varias mesas. Sólo se podía pagar en efectivo, yo tenía 60 rublos, euros y la tarjeta. Compré un té y dejé pasar los panes con salmón o salame. La decoración consta de pinturas o fotos de famosos compositores, algunas partituras expuestas en vitrina, y, robándose la atención de todos, una escultura de Bach dirigiendo la orquesta. Adentro que empieza!
Tres presentaciones empezando con tres canciones rusas interpretadas por un gran coro y acompañada de orquesta. Terminaron y recordé una de las costumbres de estos conciertos, los aplausos prolongados, nunca se acaban. Cuando todos saludaron vaciaron el escenario y volvieron a los cinco minutos sin el coro para interpretar el concierto para piano Nº4 de Sviridov, mucho gusto. Terminó con el coro del conservatorio de San Petersburgo. En general me gustó, pero disfruté más otros conciertos. Sentí que le falto algo a este. No puedo opinar mucho más.
Eran las 10 y el tren salía a la 1:09 am. Me quedaban tres horas para hacer algo, ese fue mi primer error, pensar en tres horas cuando tendría que haberlo hecho en dos. Fui al barco a cenar, llegué a las 10:45, estaba más lejos de lo que pensaba. El gps decía que en metro llegaba en 45 minutos a la estación. Así que, técnicamente, estaba bien de tiempo, pero no lo sentía así. La cena estuvo muy rica, gourmet, pero lo comí algo apurado y pedí la cuenta junto con el plato. Para cuando terminé ya había pagado.
Metro de San Petersburgo
Salí del barco y troté y corrí al metro, me bajé en la segunda estación como indicaba el gps; esto es algo que también recomendaba la página, ver el metro. En su momento los construyeron como un palacio para el pueblo, y hoy se mantiene así. Cuando fui quise cambiarme de línea, en la que iba a recorrer la mayor parte del camino, esta estaba cerrada hacía 20 minutos, el único consuelo que saqué de eso fue que no hubiera llegado de todas formas. Salí a buscar un taxi, parece que la estación de trenes está lejos es caro, seguía sin rublos y a las 12:20 no hay casas de cambio ni bancos abiertos. El taxista me cobró 10 euros. No le pude decir que no, eso implicaba perder el tren a Moscú. Me dejó en la puerta. Corrí a la estación y derecho a los carteles luminosos. Fui al andén y el tren ya estaba ahí, cuando están de paso esperan 4 minutos en cada estación. Entré y me mandaron a mi cuarto, este vagón era el 19, era más caro que el anterior, así que estaba en un cuarto pequeño con puerta y 4 camas, un poco más cómodas que las otras, en las de arriba te podías sentar por lo menos. Encontré la puerta cerrada, llamé a la encargada del vagón que la abrió con la llave maestra, en mi cama había una mujer que ella mandó para arriba sin titubear, hice mi cama, y me acosté a la 1:30.

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