Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

lunes, 28 de septiembre de 2015

039-Helsinki 24/sep - Welcome to Helsinki



Helsinki 24/09 – jueves – Un nuevo país


Lagos desde el avión
Islas desde el avión
 Me dijeron que es un país bilingüe, al menos en el aeropuerto todos hablan inglés. Era de esperar. Lo primero que hice al entrar a Finlandia fue sentarme en un banquito a cambiar el chip del teléfono. Guardé el inglés y puse el de Vodafone que compré en el metro de Madrid, lo compré porque la chica me dijo que funcionaba en cualquier país, sólo un poco más caro, pero que con los 15 euros de saldo que trae por defecto debería alcanzar para los primeros 15 días. Los datos no funcionan, espero que luego se activen.
Fui buscar una casa de cambio, al lado había una de turismo. Fui a la segunda antes. Me indicaron como llegar al Dojo donde voy a dormir, las zonas para visitar en el centro, me explicaron el sistema de tranvías y autobuses y sus tarifas, como llegar al parque nacional y me dieron 2 mapas de la ciudad, uno de las redes de transporte público, un panfleto con las tarifas y una guía de Helsinki. Compré un pase libre de transporte en la zona 1. En la casa de cambio compre euros con libras, luego compré 2.000 yenes japoneses con euros, para llegar a los 9.000 que le debo a Iagarshi Sensei. Me dijo por mail que no le de la plata del DVD, pero se la voy a ofrecer de todas formas.

Me dirigí a los micros y me subí al equivocado. Tenía que ir al 615 que me cobraba 5 euros y me dejaba en la puerta del Dojo, en lugar de ese tomé el expreso al centro que me cobró 6,30 y me dejó en la estación de trenes. De todas formas tenía que matar el tiempo con algo. Eran las 5:00 cuando llegué al centro y recién podía entrar al Dojo a las 7:30. Caminé por la zona de la estación, saqué algunas fotos. Es una ciudad rara. Es distinta de otras. No termino de ver si es moderna con edificios viejos o vieja con teléfonos móviles y wi-fi. No sé como describirla, es linda. La gente es de una etnia a la que no estoy acostumbrado. Ellos son rubios de ojos celestes, altos y atléticos. Ellas lo mismo, con el pelo bien cuidado, piel tersa y suave (se ve suave). Todos bien vestidos. Todavía no fui a los edificios históricos, que me los recomendaron mucho. Tengo un plan que armé en la oficina de turismo. Veré cuánto llego a hacer.
Me detuve frente a un McDonald’s a robarle un poco de Wi-fi. Me comuniqué con Dani. Llega mañana de España. Tengo ganas de volver a verlo y de hablar en español, ganas de turistear acompañado.
Caminé hasta donde creí estaba la parada del tranvía 7b, era un calle más adelante. Estuve todo el viaje sentado casi sobre mi valija comparando en cada parada el nombre en la pantalla y el del mapa de redes. Esta es una costumbre que tengo en todos los transportes urbanos nuevos, pero en este caso no me alcanzó con un golpe de vista para cotejar. Este idioma me desconcierta, además todo tiene dos nombres, ambos similares. Pero llegué, y sin pasarme. Usé el gps para llegar al Dojo. Como no tengo Internet no puedo buscar lugares ni trazar rutas, pero puedo ver el mapa y sus calles, y mi posición se mueve bien. En la esquina vi algo que me llamó la atención, un bicicletero con 6 bicis apoyadas sin candado, el mito de que Finlandia es seguro parece que es cierto, la gente no desconfía.
Parque frente al Dojo
Todavía temprano, pude ver que en el Meido Kan Ry entrenan Aikido, Judo y Karate. Es enorme. Fui a un restaurante y pedí una entrada; tenía hambre y la carta estaba cara. Me sirvieron agua, me llevaron pan con manteca y finalmente la comida, bastones de pescado frito en una pasta de salmón rosado ahumado con aceite de oliva. Rico es poco, qué bueno que estaba. Cuando pagué me regalaron tres caramelos y me dijo el mozo ‘Welcome to Finland, it’s a nice country’, resulta que eran bombones de chocolate, mucho mejor. Todavía era temprano. Fui al súper. Sabía que tenía pava eléctrica, microondas y heladera. Compré 3 manzanas, un queso y un yogurt, estaba por comprar una cuchara y justo me acordé de la que compramos en una tienda de recuerdos de Barcelona con Fermín para comer Nutella. La tenía en la cartuchera.
Parque frente al Dojo
Bien, listo de hacer tiempo. Volví al Dojo, pero esta vez entré. En la puerta había una chica con hakama y dos hombres vestidos de civil. Ellos eran de Judo y ella me dijo que no pertenecía al Meido Kan Ry. Le dije que estaba ahí porque había arreglado con Jenny. Me dijo que no sabía nada, pero que por el momento deje mis cosas en el subsuelo. Bajé la escalera caracol dejando atrás las melodías chinas que sonaban de fondo en la clase de Tai Chi. Abajo me encontré con dos baños, una oficina, dos vestuarios, un mini gimnasio y un tatami chico, que en ese momento un aikidoka lo estaba usando para practicar su shikko y su ukemi. En el vestuario otro aikidoka se estaba terminando de duchar antes de la clase. Él tampoco sabía nada, pero confió, me invitó a la clase. Me cambié y subí al tatami central. El Sensei es joven, sólo habló en finlandés, así que le presté mucha atención a sus gestos.

[Taiso, ukemi, kokyunage. Esa fue la clase. Lo especial fue el ukemi, nos pidió mae, ushiro y yoko, parecía moneda corriente, el yoko no es muy entrenado, al menos nunca lo había visto como parte normal de la clase, sino como ejercicio en una ocasión especial. Después de varias técnicas se me acercó y me corrigió algunas cosas en inglés. Principalmente, lo que estaba pidiendo, era el timing. Le interesaba que el empujón que usábamos de catalizador para la técnica lo hagamos desde el hara, y que nage lo desvíe en el momento justo para generar el desequilibrio.]

El pasillo del Dojo
El tatami del Dojo
 Terminó la clase y había una mujer embarazada sentada en una de las sillas. Era Nina, la encargada de administrar a los huéspedes del Dojo. Me dio la llave y me enseñó como cerrar la puerta. Me mostró las instalaciones, me indicó donde comprar comida y me dijo los horarios de las clases del Dojo, para que guarde mis cosas donde no molesten. No tenía bolsa de dormir, así que me va a prestar una mañana, esta noche ya me las arreglaría. Bajé a organizar mis cosas y cuando volví a subir encontré una funda circular enorme sobre el tatami. La usé de manta, dormí en el subsuelo con mi buzo de almohada. Ahí está más calentito que arriba.
Antes de acostarme escribí un poco pero me caía de sueño. No avancé mucho. A dormir casi a las 12.

jueves, 24 de septiembre de 2015

038-Londres 23~24/sep - Se acabó Inglaterra



Londres 23,24/09 – miércoles – Adiós jardines, hasta luego Geoff

Esta mañana estuvo fresco, también desayuné tranquilo, demasiado tranquilo, tanto que se me pasó la hora para caminar al overground. Según el gps llego en 9 minutos, y estaba a 4 de la hora d partida, si lo perdía, el próximo llegaba a los 10 minutos y llegaba tarde al trabajo. Corrí y llegué justo cuando se abrían las puertas. El día estuvo soleado, así que no me apretujaron como ayer. Llegué con tiempo. Los miércoles solemos ir a su primer jardín, al de la cadena y a la iglesia con 4 jardines.
Fuimos al de la cadena y después a varios tender, no era necesario hacer los otros hoy. Pero hubo contra tiempos, a algunos no nos dejaron entrar, en otros no había nada que hacer y estacionamos por nada. Geoff decidió terminar el día a las 13:30, temprano. Este fue mi último jardín en Londres. Llegué a acostumbrarme a ellos, a como mantenerlos y qué hacerles cada día para que estén lindos. No los volveré a ver, no volveré a tomar los tés y cafés preparados por los dueños, no más viajes en la camioneta recorriendo Este, Oeste, Centro y Norte (nunca fuimos al Sur), no más comer lo del tupper senado en el asiento del acompañante, no más charlas de Karate y desarrollo marcial entre jardines. A muchas cosas me acostumbré. Las disfruté mucho, pero no las voy a extrañar, seguro que en mi próximo destino encuentro con qué reemplazarlas rápidamente. Fue una buena experiencia la de jardinero en Londres, aprendí mucho y me llevo ideas para hacer en La Plata.
Volvimos a su casa y organizamos su jardín. Me dijo que si fuera su último día de trabajo no estaría con ánimos de trabajar, por eso me concedió la tarde. También para que tenga tiempo de organizarme para la partida.
Después de terminar su jardín me invitó unas papas fritas con salchicha enmantecada. Un almuerzo de despedida. En la última charla hablamos de Karate, su examen, sus instructores, el chico nuevo que empieza mañana en reemplazo mío y su posible visita a Irlanda antes de Navidad.
Hasta luego Geoff, nos vemos en tu casa.

Los jardineros que no saben sonreirle a la cámara

Volví sin retrasos a Sprowston Mews. Dejé la mochila en la pieza y llamé a una bicicletería que está a 45 minutos caminando. Me dijeron que compran bicis. Salí con la mía y el candado. El camino atraviesa el Stratford Centre y el centro comercial de Stratford Station, entra directamente al Victoria Olympic Park por el frente del estadio, en este punto me desviaron, detrás de mí se escuchaban hordas de gente gritando y cantando en francés. La hinchada francesa se dirigía al estadio, son ruidosos los pibes. Llegué a la tienda, vieron mi bici y decidieron que no la pueden comprar; es vieja y está en mal estado, le tienen que poner plata encima y no la pueden vender muy cara. Me la llevé de vuelta a casa. Pensé en dejarla en la calle y que alguien se la lleve, pero preferí dársela a alguno de los chicos.
Me tomó otra hora llegar. Le dije lo que me pasó a Ali y este se ofreció, sin aceptar no ni peros, a venderla y enviarme la plata a donde sea que esté ene se momento. Hay buena gente en esta casa.

Puesto de café en Kentish Town
Puse la tarta que me quedaba en el horno y empecé a armar la valija. Se supone que tardaría 45 minutos a 190 grados, pero la saqué a los 15, se estaba quemando ya. Puse la cena sobre la mesa y Ali me dijo ‘No es suficiente, tomá, quedate con esto para el viaje’. Me dio dos paquetes de papitas, uno de maní y me ofreció fruta. Después de comer seguí seleccionando ropa y cosas. Ali se fue a trabajar, nos compartimos contactos, si vuelvo a esta ciudad lo puedo llamar y me ayudará a buscar alojamiento.
Apareció Bogdan, estaba contento de verme, temió que me haya ido y que no tuvimos oportunidad de despedirnos y de tomar un mate más. Me invitó de su cena, yo hice un mate y lo tomamos con lo que quedaba de mi torta de manzana y su cheescake. El mate se vio interrumpido por Opu, que apareció con un nuevo potencial inquilino que va a ocupar mi cama, también es rumano, así que Bogdan hizo de intérprete, no porque el nuevo no hable inglés, sino porque el inglés de Opu hay aprenderlo como si fuera otro idioma.

Nos despedimos con abrazos y volví a la pieza a seleccionar. Me costó decidir qué dejar y que llevar.
Calle aleatoria de Londres
Quise hacer un intento de cerrar la valija y pesarla, pero la balanza no responde, había que cambiarle ambas pilas, no sólo una, en Finlandia le compro la otra. Lo obligatorio es: los aikidogis, los cinturones, la hakama, los 4 regalos para los senseis, los libros de japonés y la ocarina (no los usé pero no los abandono, voy a retomar), la afeitadora, la jabonera, los zapatos nuevos, la laptop y la ropa más abrigada. Agregué el mate y la yerba, pero dejé el termo. De la ropa dejé fue la maya y la toalla de Southampton, 4 remeras, la camisa verde de Soho (esta me costó dejarla, me gusta mucho y la usé mucho, pero se vienen varios meses de frío en serio, no la voy a necesitar y me ocupa espacio), el pantalón corto y el short Everlast, un pantalón largo y varios pares de medias.
Cerré la valija sin expandirla, tiene que pesar menos de 20 kilos. La laptop la puse en la mochila y me dejé el buzo y la campera afuera. A dormir a las 11:30.


Me desperté con la alarma a las 3. Desayuné todo lo que me quedaba, medio tazón de cereales, un paquete de bocaditos de futa y un café. Me llevé a último momento la mitad de los saquitos del English Breakfast Tea, la mitad aún sellada. El primer tramo del viaje a Victoria era con la línea 25 de autobús, sin problemas hasta Bank. Se supone que tomaría la línea N11, pero en la parada que me indicaba el GPS no paraba esa línea, fui a la otra opción, a la línea Circle de metro, estaba cerrado todavía. Caminé hasta otra parada del N11, esta sí era. Llegué a tiempo para tomar el National Express al aeropuerto en la estación de ómnibus, pero no para devolver la Oyster y recuperar el depósito de 5 libras. En la puerta 9 a las 5:20, 10 minutos antes de la salida programada, nos informaron que se canceló el servicio de las 5:30 y que podemos tomar el de las 6:30 con el mismo boleto. Mi vuelo es a las 9:40, quería estar en el aeropuerto entre las 7 y las 7:30 para estar con tiempo, el servicio de las 6:30 me deja a las 8. Caminé a la estación de trenes, como varios otros. No compré el boleto del Gatwick Express, pero el de la línea Southern, que vale la mitad y va al mismo destino. Aproveché para recuperar la plata de la Oyster, ahora la tarjeta es o basura o un suvenir. Llegué a las 6:40, para las 6:55 ya había hecho el check in, despachado la valija y estaba viendo las pantallas informativas. Mi puerta se revelaría a las 9am.

Bueno, a esperar, podría haber tomado el micro y llegaba bien igual, sin gastar plata extra en el tren. Ya está hecho. Estuve las siguientes dos horas sentado en el Lounge (es como un sector VIP al que tengo acceso gracias a tarjeta de crédito). Me ubiqué en una esquina de la barra, conecté la compu a la pared y al Wifi. Publiqué una entrada del blog y escribí y preparé la última de esta etapa. En el proceso ataqué sin piedad a la barra de desayuno en el siguiente orden: tazón de cereales, un croissant simple y uno de chocolate, una barra de queso chedar y una feta de queso de máquina, un té, un tazón de yogurt griego con fruta, tres fetas de queso de máquina, una banana, una mini madalena, y otro tazón de cereales.

Son las 9, mi vuelo sale de la puerta 14. Nos vemos en Helsinki!

miércoles, 23 de septiembre de 2015

037-Londres 21~22/sep - Se concretan las siguientes etapas



Londres 21/09 – lunes – Karate 3 / Gerry Griffin

Monté la bici con toda la confianza, se nota que le cuesta más que ayer. En el camino la inflé una vez más. Cuando la apoyé contra la pared del ante pasillo del departamento de Geoff no se veían señales de pinchadura grave. Salimos a trabajar. Dos jardines, luego volvimos a la casa del contrato nuevo a dejarle la llave al pintor y fuimos a la clase. Antes pasamos por un súper bastante grande y compramos provisiones. Él compró comida y snacks y yo sólo lo segundo. Almorzamos rápido en el auto afuera del polideportivo. Nos cambiamos fuimos a la cancha de squash/Dojo. Sensei Andy estaba ahí. Él estuvo en la clase de Shihan Leo hace dos semanas, pero no la pasada. Lo dejaron a él a cargo hoy.

[Me gustó la clase, fue formal, como les digo yo. La de la semana pasada impartida por Sensei Krishan, que hoy estaba de alumno, fue informal. Hubo intercambio de opiniones, sugerencias y estudio. Esta clase fue directa. Sensei sabía lo que quería mostrar y lo hizo y punto. Kihon – Kata – Randori – Sanchin para terminar. En estas clases hay un personaje muy especial, Ricardo, no sé de donde es, pero es muy inquieto, se mueve errático y tiene una forma de luchar  muy incorporada, con muchas falencias evidentes, pero aún así difícil de entrar sin recibir. Me pidió hacer una última ronda después de la clase porque ya me iba y no volvería tener la oportunidad. La pasamos bien. Me gusta ver la sonrisa de disfrute en la gente cuando hace randori.]

En la salida nos quedamos charlando con Krishan, es muy amigable. Le ofreció un trabajo para hacer en su casa a Geoff y a mí un lugar para dormir si vuelvo a Londres. Intercambiamos contactos y nos despedimos.

Volvimos al ruedo. Hicimos algunos jardines particulares y algunos tender. Geoff decidió terminar a las 3:30. Volvimos a su casa. En una patada en la clase se golpeó el dedo gordo del pie derecho, se le inflamó. Se quedó sentado un rato y se puso hielo, yo hice los cafés. Teníamos que esperar a las 5:15 a que sus padres se conecten al Skype. Llegó Kelly y se hizo una sopa. Son una pareja divertida. Ella se fue a recostar, sigue en rehabilitación, pero hoy fue al trabajo 4 horas para volver de a poco al ritmo. Estuvo en una licencia de 6 semanas por intervención quirúrgica. Fui al kiosco de la esquina y compré 4 lamparitas, cambié las tres de la cocina y quedó una de repuesto. Con el segundo café humeando en la barra llamamos a los Griffin. Atendió el padre, Gerald (Gerry), la madre estaba con su hermano, el tío de Geoff, así que no hablamos mucho con ella. Gerry ya había aceptado que yo me quede en su casa, así que la charla fue para conocernos. Me hizo un tour por las distintas habitaciones y el jardín, lo conocí a Roco, su perro labrador viejo. Vi mi habitación y la habitación donde dormiré una semana si es que todavía estoy ahí para Navidad. Para esa fecha la casa se llena de gente que va de visita, y a mí me mandarían a un cuarto que está buenísimo pero es muy frío, y el frío de Irlanda en diciembre debe ser notable. Antes de cortar cruzamos algunas palabras con el tío y la madre de Geoff, no recuerdo sus nombres.

Genial, próximo paso es comprar mi boleto de Moscú a Dublin y avisarle a Gerry cuando llego. Charlamos un poco más los tres, Kelly volvió al living a saludar a su suegro. Volví a mi bici y salí derecho a casa. Me llegó un WhatsApp de mi compañero a Alaska, parece que hay algunas trabas. Le pedí que me detalle y que lo leería en una hora cuando llegue a la casa.
Pasada la mitad del camino sentí la rueda trasera baja. Frené, la inflé y seguí. En seguida otra vez baja. Parece que está oficialmente pinchada. Caminé 15 minutos hasta una bicicletería. Estaba cerrada. Llovía, el teléfono se estaba muriendo y estaba lejos de casa.
Me metí la batería externa el bolsillo derecho del pantalón y el teléfono en el izquierdo, el cable cargador me cruzaba la cintura por el frente, conecté los auriculares en la salida auxiliar y los pasé por debajo de la campera impermeable y entre mi cuello y el cuello de polar. Me puse la capucha y la sujeté con el casco. Ajusté la reproducción aleatoria de música y caminé así casi una hora hasta llegar a la casa.
Es lindo caminar bajo la lluvia. Era incómodo tener las manos siempre mojadas, pero el viaje lo compensa. Eso porque tenía tiempo. Ya estaba volviendo al final del día y todo lo que me esperaba era prepararme para mañana.
Subí la bici y me duché.
Lo leí a Agustín (mi compañero de Alaska), parece que está complicada su licencia para 2017, pro hay alternativas y posibilidades de volver a pedirla. Es cuestión de no colgarse.
Iba a cocinarme otra vez las verduras al horno, pero en lugar de eso me comí un paquete de galletitas con dos tés y me fui a  dormir contento.



Londres 22/09 – martes – Confirmaciones varias

Mientras desayunaba, esta vez sin tostadas, pero con madalenas enormes con chips de chocolate y un tazón de cereales con leche, me decidí y compré el boleto de autobús de Victoria al aeropuerto Gatwick. El vuelo a Helsinki ya está reservado y pago, el de Helsinki a Moscú el 30/09 también, pero me falta agregar el equipaje, que hace unas semanas tuve problemas. Hoy quería reservar el vuelo de Moscú a Dublin para el martes 13 de octubre, pero la página me seguía rechazando la tarjeta. Pensé en ir a una agencia de viajes local después del trabajo. Me fui con eso sin resolver. En el overground (como el metro pero por tierra) reservé un hostel en Helsinki por los dos días que no duermo en el Dojo. No me respondieron los mails que mandé a los otros dojos. Pero la reserva fue gratis y también lo es la cancelación, así que si surge algo en el seminario cancelo. El tren estaba lleno como nunca, no tuve necesidad de sujetarme de ninguna manija, la presión de los demás pasajeros era suficiente.
Llegué a lo de Geoff y salimos a las casas. Habremos pasado por dos jardines y por al menos 6 de los tender. En dos de ellos, cuando terminamos, se me paró en kamae y me preguntó cómo mejorar su postura. Hoy hablamos un montón de Karate, y me dio más consejos en información respecto a Irlanda, Limerick y sus padres.
Entre jardín y jardín volví a intentar reservar el vuelo a Dublin, lo logré, la página me dijo que estaba reservado ya, pero no tenía aún el correo de confirmación. Geoff me pasó el WhatsApp del padre, pero no lo voy a escribir hasta estar seguro de la fecha.

Cuando llegué a casa, volví igual, con el overground, estaban Ali y Opu, yo quería ir a una bicicletería a vender la mía, pero decidí quedarme a esperar. Ali fue al banco a buscar una plata para Opu y me devolvió mi depósito. Para ese momento ya eran las 6 y los negocios estaban cerrados. Mañana es mi última oportunidad.

Me pasé toda la noche escribiendo, lavé la ropa para tenerla seca para mañana y armar la valija. Revisando mails leí una confirmación de reserva de mi vuelo a Dublin pero pendiente de pago. Quiero creer que el vuelo está listo, pero voy a esperar al pago para comunicarme con Gerry. Otra cosa que me dejó más tranquilo fue que pude pagar por mi equipaje para el vuelo a Rusia, tengo la factura virtual, sólo me queda pendiente el pago ese y ya está todo aceitado.

Para no marearme me hice una nota en el teléfono con la info de los tres vuelos. Noté que me falta el tren de Moscú ida y vuelta a San Petersburgo y el micro de Dublin a Limerick, pero esos son fáciles y hay tiempo.
Ali me recomendó comprar la tarjeta Visa Crédito Prepaga, que es muy útil. Veré que hago. Por ahora me voy a dormir. Mañana es mi último día en Londres.

martes, 22 de septiembre de 2015

036-Londres 20/sep - Vamos bici! Tu puedes!



Londres 20/09 – domingo – Más Aikido / Adiós Andras

Me desperté temprano y desayuné lindo. Tuvimos tiempo para una charla con Ali antes de irme. Salí de la casa a las 9:30 y llegué justo a la clase de las 10:00 en Rushmore Primary School. La clase la impartió el líder del London Aikido Club, Andy Hathaway, 6to Dan. El Dojo, al que fui en mi primera clase en Londres en agosto, está en otro lado, a esta escuela van los martes y domingos para las clases de armas.

[Sensei no me reconoció, le dije que había asistido a una de sus clases pero no se acordaba. Me dijo que me convenía ir a la clase del Dojo porque la de la escuela era un poco avanzada. ‘Sabés el kumijo del kata 31?’, me preguntó. Le dije que sí, hace un buen rato que no lo hago, pero hubo una época, no muy lejana en que lo hacía de memoria.  Me prestaron un jo y empezamos la clase. Hicimos todos juntos el kata 31 en solitario 4 veces, después nos vio hacerlo 2 veces más, corrigió detalles y otra vez. Cuando estuvo satisfecho nos volcamos al bunkai. Empezamos donde se habían quedado en la última sesión, el paso 18. Lo hicimos hasta el final, esta tarde se vuelven a  juntar a las tres y lo van a encadenar completo. Su estilo es Iwama, aprendieron directamente de Saito Sensei y hoy lo siguen a Inagaki Sensei (actual líder del Dojo de Iwama). Hay varias diferencias menores, pero hay una que es mayúscula respecto al estilo Kobayashi/Igarashi que aprendí. Nosotros, en los momentos en que las armas se tocan en los desvíos, siempre uno está manteniendo el centro propio y del otro a la vez que mantiene el contacto, ya que si este se pierde damos lugar a un ataque, esto obliga al desventajado a buscar otro ángulo para entrar; ellos desvías el ataque y en seguida se alejan guardando distancia, casi como un rebote, de esta manera no dan oportunidad al otro de aprovechar el contacto para desviar y desbalancear.]

Esta tarde no podía ir. Ya le había dicho a Andras de vernos a las 14 en lugar de a las 10 para poder llegar a esta clase. Volví a la casa revisando cada dos cuadras el estado de la rueda trasera. Parece que no llega mantenerse inflada, pero sigue con algo de aire para no romperse. Llegué a la casa, colgué el aikidogi, doblé la hakama y fui al restaurante árabe de la esquina. Pedí Curry de pollo con pan nan, vino con una ensalada de cebolla. Muy rico, aunque picante también. Para cuando terminé estaba sobre la hora para salir. Compré dos paquetes de galles para acompañar el mate. En la mochila llevaba el equipo para darle de probar a Andras.
Vista desde el ventanal

Vista desde el ascensor
Nos encontramos en la estación de Liverpool. Caminamos hasta el edificio donde está el restaurante Sushi Samba. En la base hay una recepción chica, le dijimos que sólo veníamos por la vista y nos mandó al piso 39. El ascensor los subió en 25 segundos. Es genial ver como muta el paisaje a cada metro. La zona del mirador tiene dos pisos, pero es principalmente el de arriba, hay un bar exageradamente caro y una barra de sushi, se puede ver una vista espectacular desde los ventanales y otra desde la terraza. Nos tomamos un jugo de naranja cada uno por cortesía. Estábamos ahí por no pagar las 30 libras del rascacielos The Shard, que es el doble de alto con el mirador en el piso 68.
Nos fuimos de vuelta a la estación, desaté la bici y caminamos hasta St. Paul’s Cathedral. Por fuera es imponente, enorme, nos pusimos a ver los detalles de los acabados de las esquinas y la disposición de las esculturas. Tirando ideas e hipótesis de cómo se las ingeniaron para hacer semejante infraestructura hace siglos nos topamos con una cartel informativo. Fue construida en el siglo 14, luego fue semi-destruida por el gran incendio del siglo 17 y reconstruida inmediatamente como la vemos hoy. Por ser domingo no se puede acceder al museo de las galerías internas, me dijo Geoff que es tan grande que se necesitan al menos dos horas para verla completa. Entramos en silencio durante
Saint Paul's Cathedral
una misa, caminamos por separado apreciando los diferentes detalles que ofrece la cámara. Las iglesias le dejaron a  la humanidad una gran cantidad y calidad de arte arquitectónica. Estaba por salir y escuché al órgano sonando con una melodía profunda y solemne, se me erizaron los pelos. Me quedé quieto para que la música me llegue aún más. Fue un gran momento.
Salimos y caminamos un poco más por los jardines, nos sentamos en un banco y comimos uno de mis paquetes de galles, pero sin el mate. Nos despedimos y nos deseamos suerte. Andras se convirtió en un trabajador ocupado y apurado de Londres.
Ya solo, pedalee hasta London Bridge Station con la intención de averiguar los precios y horarios de los trenes a Gatwick, porque ya sé que los que salen desde Victoria son carísimos. Resulta que valen similar, o al menos ambos son mucho más caros que el micro, y los horarios no me sirven. Volví a la bici y caminé hasta la mitad del London Bridge. Me senté contra la baranda de concreto y me preparé el mate. Pasé un lindo rato sentado solo, tomando y comiendo galles. Revisé varias formas de ir a Victoria desde la casa a las 5:30 am. Saliendo a las 4:30 no hay metro. También chatee con la familia y con Dani Torres, mi compañero de seminario de España. Como él sí se informa de los acontecimientos globales, me mandó un enlace a un diario español. Se armó la podrida en Finlandia. El 75% de la población activa hizo paro a causa del anuncio de futuros recortes salariales. Él está preocupado, yo todavía veo a Europa como un mundo de fantasía en ese aspecto, seguro se va a solucionar para la semana que viene.
The Shard destacando

Terminé las galles y casi todo el termo. Volví a casa. De cenar hice una ensalada y papa y la zanahoria blanca al horno. Mientras cociné los almuerzos. Herví en la misma cacerola al mismo tiempo arroz blanco, papa, zanahoria y la blanca con un caldo de pescado prestado. Con todo listo y escurrido le tiré el cantimpalo que me quedaba para darle un poco más de sabor. Lo guardé todo en la heladera y me volqué al blog. Escribí un rato, lavé los platos y preparé la mochila. Mañana es mi última clase de Karate y la charla con los Griffin padres.