01/09 – martes – Fiaca, O2, gran proyecto
Ayer me
despedí de Álvaro y Cecilia. Puede que ya no los vuelva a ver hasta que visite
Inglaterra otra vez o ellos visiten Argentina cuando yo vuelva. Como también
puede que improvisemos una juntada de yapa en Londres. El asunto es que nos
dijimos adiós y gracias por todo. Como ya he dicho antes, las despedidas son la
parte difícil del viaje. Es dejar atrás amigos y familiares para seguir
avanzando. Siempre los recuerdo, a cada uno en su momento. Los dejo atrás
físicamente y me los guardo para que me acompañen en el viaje. Ellos dicen que
duele más dejar ir que dejar e ir. No tengo mucha experiencia en ese lado, les
voy a creer.
Amanecí
sin despertador, qué lindo. Vuelvo a trabajar mañana, en casa de Geoff
supervisado por Kelly, su novia. Fui al baño y a la pasada llené un bowl de
leche con cereales. Lo desayuné viendo un episodio nuevo de Dragon Ball Super.
Todavía no estoy seguro de que me guste del todo o no. Pero me enganchó. Goku
sigue ahí. Después con un café negro completé el diario y actualicé el blog.
También los llamé a mi abuelo y a mi mamá. La agarré a la mañana después del
mate, por irse al trabajo. Me contó las desventuras del regreso de Fermín.
Pasé el
resto de la mañana chateando y cocinando. Arroz con un revuelto de panceta y
morrones rojo y verde. Llené dos tuppers y un plato para hoy. Lo comí
acompañado de una tostada, una lata de frijoles en tomate y un café.
En un
momento se despertó Ali y me contó de su experiencia cuando vivió en el
invierno de Canadá. A la misma altura que Estocolmo. Voy a necesitar mucho
equipo de invierno para aguantar el frío de Suecia. También me dijo que para
ahorrar dinero es mejor Suecia que Irlanda, al igual que varios otros me lo
recomendaron. Estoy tratando de comunicarme con los suecos que conocimos en
Hawaii en el 2013.
A eso de
las 5:30 vencí a la fiaca y salí en la bici directo al centro comercial de
Ilford, en dirección opuesta a Stratford Centre. Ahí recargué crédito del
teléfono e hice compras de comida, se me hizo tarde y no pude pasar por la casa
de ropa de invierno. Será otro día.
Como
quedaba tiempo, me duché rápido, puse el keikogi en la mochila y pedalee 25
minutos hasta East London Aikikai, uno de los Dojos que abre los martes. Me
mandé sin avisar, estaba terminando la clase de principiantes y me sumé a la de
intermedios. Buen nivel, eran todos kyus, pero no se perdían micho a pesar de
la complejidad de las técnicas. Hubo dos que nunca las había hecho de esa
manera, muy interesantes. Pagué la clase, fue barata. Le conté al Sensei con
quién había entrenado y reconoció los nombres de Igarashi y Sánchez Sensei, le
comenté que pensaba ir con Urban Aldenklint Sensei, pero no lo conocía. Tiene
una alumna que al conseguir el primer Dan se fue a recorrer Europa parando de
Dojo en Dojo. Somos varios haciendo esto, sólo que ella no necesita ahorrar
para su plan. Puede que yo tampoco para el mío, pero no me animé a intentarlo
aún.
Volví
casi sin pasarme de las indicaciones del gps. En la casa me encontré con una
sorpresa, Ali estaba en la habitación, suele estar trabajando a esa hora. Se
quedó porque estaba muy cansado, no tiene francos.
Me
preguntó sobre la clase, entre otras cosas si habíamos hecho lucha o
competencia, le respondí que no tenemos nada parecido a eso en Aikido. Me
preguntó cómo sabemos si mejoramos. Le respondí que si la técnica entre ambos
es fluida es que ambos lo estamos haciendo bien, pero que si en algún punto,
por más pequeño o corto que sea, hay interferencia, o se corta el flujo, algo no
funciona y ambos debemos trabajar en eso para superarnos juntos. Esta respuesta
la improvisé en ese momento, y ahora, escribiéndolo, recordé una frase de
Facebook que subió Sensei Picciola hace tiempo. Decía que el bambú cuando es
plantado echa raíces por un tiempo, sin que nada salga a la luz. De golpe, un
día tiene suficiente base y la caña crece my alta muy rápido. No sabía que había incorporado ese
razonamiento sobre el Aikido, no con esas palabras al menos, pero así fue, y no
me había percatado.
Tamnén me preguntó varias cosas sobre Argentita. Quiere ir 6 meses a cazar patos. Me preguntó por valoes de alquiler y compra de casa, trámites para recidencia y trabajar legalmente, facilidad para comprar y portar armas, y otras cosas más. Le respondí lo que pude y el resto quedó para la investigación.
Corté la
charla para pegarme una ducha y calentar unos fideos en lata. Tenía un mensaje
de Agustín, le dije que charlemos por Skype después de mi ducha. Cuando volví,
el muy cara dura me respondió que estaba en la facultad. Me contó una idea que
tuvo y me invitó a formar parte de ella. Dada su naturaleza no pude negarme.
Desde el momento en que le dije que sí (unos 10 segundos después de que lo leí
en la pantalla del WhatsApp), empecé a imaginarme la nueva aventura. Chateamos un rato al respecto. Me había
separado un paquete de bocaditos Cadbury rellenos de malvavisco para comer con
el té después de cenar. Me enganché tanto con este proyecto que me los comí
todos. No es que no lo hubiera hecho de todas formas, pero si no hubiera estado
tan excitado tal vez habría tenido algo de decoro. Él se fue al gimnasio y yo a
terminar de escribir este día. Finalmente me lavé los dientes y me acosté.
Mañana un nuevo día. A trabajar sin el jefe, en su jardín, bajo la atenta
mirada de su novia.
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