Londres 15/09 – martes – Posibilidad en Irlanda
La alarma
estaba para las 6, la apagué y me levanté a las 7. Corrí por la casa para
alistar la mochila, me tomé un yogurt y calenté un tupper para ablandar y
separar los fideos fríos de la heladera. Bajé las escaleras casi corriendo,
después de cruzar la calle y haber encarado para el centro le escribí a Geoff
para avisarle que llegaría 20 minutos tarde, 8:20. En el camino pasé por varios
estados, los primeros me hacían arrepentirme de haber tomado la bici, tendría
que haber ido en metro. Las manos las tenía congeladas, estaba medio
descansado, pero no tanto, seguía dolorido y con los párpados pesados, me
seguía despertando. Las cuestas arriba me costaban el doble, usé muchas veces
los cambios chicos en la bici. De a poco fui entrando en calor y despertándome.
Al llegar a su casa seguía lejos de estar nuevo, pero podía razonar y habar, me
conformé.
Mientras Geoff
me contaba que estuvo viendo las fechas de los exámenes de Karate me comí una
banana y una mandarina. Salimos bastante rápido, casi en seguida de haber
llegado, al primer trabajo; recortar una enredadera en la puerta de vidrio del
patio de la vecina de enfrente. Lo segundo fue llevar plantas a lo de Jill, la
vecina de la otra calle en la que con Andras le pusimos el piso del patio del
frente. Volvimos a su departamento y nos tomamos un café. Me comentó que habló
con sus padres a ver si les convence que me quede en su casa y los ayude unos
meses. La madre pidió una foto mía y le mandó una del momento. Les tengo que
dar una idea de cuánto les cobraría por semana, cuánto necesito recaudar para
Japón. Ellos me darían alojamiento y comida y yo trabajaría en la casa,
haciendo mantenimiento y mejoras constantes y ayudando en todo lo que haga
falta. Me llevo el presupuesto como tarea para la casa.
Salimos a hacer
los tender gardens, los cortos y fáciles. A lo largo del día hicimos 6. Estuve
todo el rato hecho un zombie. Me pareció que estaba haciendo las cosas bien y
al mirar los resultados siempre me quedaba algo pendiente. Ponzoñoso y
distraído, se me notaba en la cara y en el trabajo. Terminamos a las 4:30. De
vuelta paré en el parque Victoria y recostado en el Holly Tree, donde hace una
semana hice los katas de Goju, terminé el tupper y leí un poco más de Utopía,
terminé con las cartas, la próxima vez que lo abra voy a leer el libro
propiamente dicho. Llegué a la casa y puse ropa a lavar, me duché y me hice un
té, lo tomé con galletitas mientras revisaba los mails. Ali me ofreció un plato
de sopa, cuando la termine, luego de dos horas. Colgué la ropa y me dormí una
siesta. Me pasé un poco y me desperté a las 10:30. Tomé un poco de la sopa de
Ali, estaba picante, me puse dos tostadas y un vaso de leche con miel para
acompañar. Las cuentas me dan que tengo que apuntar a juntar 200 euros netos
por semana desde el 15 de octubre hasta fines de abril, con menos también se
puede, pero me organizo para ese número. Saqué el libro de los Zapp de la balija, se lo dediqué a Pedro y lo puse en la mochila. A dormir a las 11:30.
Londres 16/09 – miércoles – Burough Market y Pedro
Ayer dormí la
siesta y me acosté a las 11:30. Hoy me desperté a tiempo para hacerme un buen
desayuno. Terminé de llenar la mochila antes de ver Weather Channel. Usé la
mochila grande, le puse, aparte de lo habitual, un cambio de ropa, el buzo
blanco y el equipo de mate con el termo lleno de agua hirviendo. Estaba nublado
y el pronóstico marcaba un clima muy parecido al de ayer, así que salí en la
bici. Hoy lo volvería a ver a Pedro y confié en que vuelva a despejar a la
tarde. Al poco tiempo de salir me acompañó una lluvia suave. En cada semáforo
la sentía deslizarse delicadamente por mi impermeable. Cuando andaba se
convertía en diminutos cristales helados que rompían en mi cara. Con estas
sensaciones llegué a lo de Geoff. Me vio por la ventana estirando en su puerta.
Me abrió en pijama y me mandó a hacernos café. Le usé el baño y nos los tomamos
hablando de Karate sentados en los sillones. Se va a preparar para graduar en el seminario
con el Sensei japonés en octubre. Le volví a usar el baño y nos fuimos.
Empezamos la
mañana con el jardín de la cadena al frente. Es la primera vez que veo al
dueño, nos hizo café. La tarea central fue podar el árbol de la puerta, la
dejamos para lo último. En el patio trasero corté el pasto marcando líneas en
diagonal, las suelo marcar perpendiculares a la casa.
El segundo
contrato (cuando digo contrato es porque los clientes tienen un contrato de
mantenimiento con Geoff que especifica cuántas horas a la semana va a trabajar
en su jardín, y le pagan mensualmente por transferencia bancaria) fue la
iglesia con tres jardines al frente y uno grande al fondo. Corté los 4, los
tres de adelante como siempre y el de atrás en diagonal. Ahora que me salen las
líneas rectas y uniformes disfruto más de la cortadora.
El tercero fue
la casa del cura que fue su primer cliente. Estacionó la camioneta en el playón
de la iglesia y almorzamos mientras esperábamos que calme la lluvia, no lo hizo
y salimos a hacer el mantenimiento. Antes de empezar habló con el sacerdote y
lo convenció de lavar los pisos que rodean la iglesia con la hidrolavadora, ya
tengo algo que hacer el viernes mientras él está en la casa de Maida Vale.
Otra vez el
pasto en diagonal, podemos marcar líneas porque la máquina tiene un rodillo y
acuesta el pasto en la dirección en la que avanzo, entonces al verlo de lejos
se notan dos tonos de verde, a su vez, si siempre se corta el pasto en la misma
dirección, a las hojas les cuesta volver a su forma vertical, así que cada
semana lo cortamos en una dirección distinta para enderezarlo y que crezca más
fuerte, además, si se hace siempre en diagonales cruzadas perpendicularmente,
en unos meses se van a ver rombos.
Geoff está
contento con mis líneas. Me dice que por fin las puedo hacer y me estoy yendo.
Con suerte voy a poder ir a lo de sus padres en Irlanda y nos veremos en
Navidad. Habrá que esperar.
Todo el día
llovió y paró, y debo haber hecho pis al menos a cada hora, no sé si será el
frío, o estoy tomando mucho té y café u otra cosa, pero es molesto. Volvimos a
su departamento y se largó más fuerte. Entré a su baño y me cambien la ropa por
la seca que tenía en la mochila. Íbamos a terminar a las 4:30, por eso quedé
con Pedro a las 5:30 en el Big Ben, pero terminamos a las 2:45. Geoff quiere
empezar a vivir un poco más, estuvo 3 años trabajando de lunes a viernes para
una empresa de jardinería y los fines de semana construyendo su negocio. Hoy es
su propio jefe y puede darse algunos lujos, pero no muchos, porque es un jefe
exigente, en especial con él mismo.
El asunto es
que era muy temprano, y llovía fuerte. Decidí aceptar la oferta de Geoff,
guardé el impermeable en la mochila y salí caminando con un paraguas prestado.
Un paraguas largo y negro sin pliegues. El mejor que jamás haya sujetado,
rígido, resistente, fuerte, me encantó. Entré a la estación de Kentish Town y
me bajé en London Bridge. De casualidad Pedro estaba conectado y le dije que si
quería que nos veamos en el merado, pero la hora y lugar originales se
mantuvieron.
Llegué al
Burough Market a las 3:30. Llevaba con migo la balanza para equipaje con la
intención de comprarle una pila nueva.
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Una calle en Burough Market |
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Tienda de aceitunas y aceites |
Ya que me
estoy por ir de Londres me permití un gusto exuberante. Gasté casi 20 libras.
Compré un croissant de almendra, un café, una porción de cheescake de chocolate
y crema, 150 gramos de turrones de todos los sabores (7), un queso de cabra con
de textura bree símil azul, un tarrito de mermelada de cebolla y chili y un
palito de regaliz (lo compré por exótico, pero comerlo solo no me gustó, habrá
que ver con qué lo acompaño). Todo menos el café y el croissant lo dejé en la
bolsa. Le di un buen paseo al mercado y salí caminando al Big Ben, antes compré
la pila para la balanza.
Iba a tomarme
el metro, pero era una sola parada, preferí caminar media hora bajo la lluvia
con mi paraguas negro (que casi lo pierdo en el stand jamaiquino donde compré
la mermelada).
Saqué varias fotos de Londres lluvioso, el clima por el que es
famosa la ciudad. ¿Será porque las películas y las series las filman en
invierno? Tiene su encanto el cielo gris, pero me sigue gustando más el
celeste. No dejó de llover hasta pasadas las 7 de la tarde.
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Un callejón a lo Jack el destripador |
Casi llegando
a la torre del reloj icónica tuve que ir al baño con relativa urgencia (será la
décima vez en el día), antes de cruzar el puente de Westminster hay un hospital
muy grande, entré con la intención de escabullirme en una sala de espera, pero
me encontré con un complejo comercial con dos cafés, un mini mercado, tienda de
regalos y farmacia y un escritorio de recepción para el hospital. Al lado había
un baño grande y semi-lujoso de uso libre.
Crucé el
puente, el parlamento es imponente a cada paso. Justo en frente del Big Ben me
saluda Pedro desde el techito en la puerta de un supermercado Tesco. Nos
abrazamos y le mostré lo que compré para compartir en el mercado. El queso era
de regalo para ellos, pero como no les gusta el roquefort me lo tuve que
quedar, casi una lástima. Le dimos a los turrones, exquisitos. Sus amigos
estaban dando una vuelta en el London Eye (una vuelta al mundo gigante,
recorrido de más o menos media hora). Los esperamos en el café Costa que está
dentro de la oficina de tickets de la atracción.
Por suerte llegaron rápido y
se pidieron un café y un chocolate para guardar la mesa, porque Pedro y yo,
entre los turrones, la cheescake y el mate que estaba por hacernos, no íbamos a
gastar una libra. Los cuatro charlamos sentados a la mesa. Su viaje por Madrid,
Ibiza, las islas griegas y Ámsterdam. El manejar de Londres a Liverpool y luego
a Manchester y vuelta a Londres con el volante al lado derecho. Cuando
terminaron sus bebidas se fueron a comprar recuerdos para la familia y los
primos nos quedamos en la mesa con el mate. Se vio una de las diferencias entre
el turista y el viajero, nosotros no compramos suvenires. Le di el libro, lo ojeó y comentó sobre las ciudades y recorridos en los que conincidía con la pareja famosa, no vio la dedicatoria, ya lo hará. Los chicos volvieron
y nos fuimos caminando por el puente, otra vez en dirección al palacio de
Westminster. Paramos cada 10 pasos a sacar una foto, la zona está llena de
escenarios geniales. Las frases boludas que les salían a cada rato me
recordaron a Fermín. Las muletillas son muy comunes en los grupos de amigos, me
encantan.
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Palacio de Westminster y el Big Ben |
Ya eran las
7:30, no llovía más. Pedro y yo caminamos un rato y los otros dos se volvieron
al hotel en metro. A las pocas cuadras me volvieron las ganas de hacer pis. Me
disculpé y corrí al primer bar/restaurante abierto. McDonald´s estaba en
reparación, Itsu no tenía baño, 6 tiendas de ropa y un cruce calles después
llegué a Pret a Manger, baño sólo para clientes, pero me dejó pasar, cuando
volví al mostrador para comprarle una tontería me dijo que estaba bien. Buena
onda. Pedro me dice que puede que tenga una infección urinaria, que no es grave, que tome agua. luego lo investigaré.
Seguimos
caminando y charlando con Pedro hasta la estación Victoria. Nos despedimos con
un abrazo y algunos cálculos estimativos de cuándo nos volveríamos a ver. Bajé
al metro.
Combinación en
Liverpool Street y directo a Forest Gate. En el tren le puse la pila nueva a la
balanza. Resulta que tenía dos, después de dos pruebas descarté la descargada. Al
llegar entré a un súper para comprar detergente para la ropa, cereales y unas
galles para matar el hambre. En la casa lavé la ropa y me duché. Estaba
particularmente sucio hoy, pero mi ropa aún más, y que estuvo todo el día
mojada dentro de una bolsa de nylon cerrada en la mochila.
Llegué de buen
humor. Le convidé queso a Bogdan, el rumano matero. Me senté con la compu y un
té y le escribí un mail a otro sueco a ver si me puede ayudar. Se me acaban los
días y todavía no tengo un pasaje desde Moscú. Cerré todo y me acosté a las
11:30.
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