Londres 23,24/09 – miércoles – Adiós jardines,
hasta luego Geoff
Esta mañana estuvo
fresco, también desayuné tranquilo, demasiado tranquilo, tanto que se me pasó
la hora para caminar al overground. Según el gps llego en 9 minutos, y estaba a
4 de la hora d partida, si lo perdía, el próximo llegaba a los 10 minutos y
llegaba tarde al trabajo. Corrí y llegué justo cuando se abrían las puertas. El
día estuvo soleado, así que no me apretujaron como ayer. Llegué con tiempo. Los
miércoles solemos ir a su primer jardín, al de la cadena y a la iglesia con 4
jardines.
Fuimos al de
la cadena y después a varios tender, no era necesario hacer los otros hoy. Pero
hubo contra tiempos, a algunos no nos dejaron entrar, en otros no había nada
que hacer y estacionamos por nada. Geoff decidió terminar el día a las 13:30,
temprano. Este fue mi último jardín en Londres. Llegué a acostumbrarme a ellos,
a como mantenerlos y qué hacerles cada día para que estén lindos. No los
volveré a ver, no volveré a tomar los tés y cafés preparados por los dueños, no
más viajes en la camioneta recorriendo Este, Oeste, Centro y Norte (nunca
fuimos al Sur), no más comer lo del tupper senado en el asiento del
acompañante, no más charlas de Karate y desarrollo marcial entre jardines. A
muchas cosas me acostumbré. Las disfruté mucho, pero no las voy a extrañar,
seguro que en mi próximo destino encuentro con qué reemplazarlas rápidamente.
Fue una buena experiencia la de jardinero en Londres, aprendí mucho y me llevo
ideas para hacer en La Plata.
Volvimos a su
casa y organizamos su jardín. Me dijo que si fuera su último día de trabajo no
estaría con ánimos de trabajar, por eso me concedió la tarde. También para que
tenga tiempo de organizarme para la partida.
Después de
terminar su jardín me invitó unas papas fritas con salchicha enmantecada. Un
almuerzo de despedida. En la última charla hablamos de Karate, su examen, sus
instructores, el chico nuevo que empieza mañana en reemplazo mío y su posible
visita a Irlanda antes de Navidad.
Hasta luego
Geoff, nos vemos en tu casa.
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Los jardineros que no saben sonreirle a la cámara |
Volví sin
retrasos a Sprowston Mews. Dejé la mochila en la pieza y llamé a una
bicicletería que está a 45 minutos caminando. Me dijeron que compran bicis.
Salí con la mía y el candado. El camino atraviesa el Stratford Centre y el
centro comercial de Stratford Station, entra directamente al Victoria Olympic
Park por el frente del estadio, en este punto me desviaron, detrás de mí se
escuchaban hordas de gente gritando y cantando en francés. La hinchada francesa
se dirigía al estadio, son ruidosos los pibes. Llegué a la tienda, vieron mi
bici y decidieron que no la pueden comprar; es vieja y está en mal estado, le
tienen que poner plata encima y no la pueden vender muy cara. Me la llevé de
vuelta a casa. Pensé en dejarla en la calle y que alguien se la lleve, pero
preferí dársela a alguno de los chicos.
Me tomó otra
hora llegar. Le dije lo que me pasó a Ali y este se ofreció, sin aceptar no ni
peros, a venderla y enviarme la plata a donde sea que esté ene se momento. Hay
buena gente en esta casa.
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Puesto de café en Kentish Town |
Puse la tarta
que me quedaba en el horno y empecé a armar la valija. Se supone que tardaría
45 minutos a 190 grados, pero la saqué a los 15, se estaba quemando ya. Puse la
cena sobre la mesa y Ali me dijo ‘No es
suficiente, tomá, quedate con esto para el viaje’. Me dio dos paquetes de
papitas, uno de maní y me ofreció fruta. Después de comer seguí seleccionando
ropa y cosas. Ali se fue a trabajar, nos compartimos contactos, si vuelvo a
esta ciudad lo puedo llamar y me ayudará a buscar alojamiento.
Apareció
Bogdan, estaba contento de verme, temió que me haya ido y que no tuvimos
oportunidad de despedirnos y de tomar un mate más. Me invitó de su cena, yo
hice un mate y lo tomamos con lo que quedaba de mi torta de manzana y su
cheescake. El mate se vio interrumpido por Opu, que apareció con un nuevo
potencial inquilino que va a ocupar mi cama, también es rumano, así que Bogdan
hizo de intérprete, no porque el nuevo no hable inglés, sino porque el inglés
de Opu hay aprenderlo como si fuera otro idioma.
Nos despedimos
con abrazos y volví a la pieza a seleccionar. Me costó decidir qué dejar y que
llevar.
Quise hacer un intento de cerrar la valija y pesarla, pero la balanza
no responde, había que cambiarle ambas pilas, no sólo una, en Finlandia le
compro la otra. Lo obligatorio es: los aikidogis, los cinturones, la hakama,
los 4 regalos para los senseis, los libros de japonés y la ocarina (no los usé
pero no los abandono, voy a retomar), la afeitadora, la jabonera, los zapatos
nuevos, la laptop y la ropa más abrigada. Agregué el mate y la yerba, pero dejé
el termo. De la ropa dejé fue la maya y la toalla de Southampton, 4 remeras, la
camisa verde de Soho (esta me costó dejarla, me gusta mucho y la usé mucho,
pero se vienen varios meses de frío en serio, no la voy a necesitar y me ocupa
espacio), el pantalón corto y el short Everlast, un pantalón largo y varios
pares de medias.
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Calle aleatoria de Londres |
Cerré la
valija sin expandirla, tiene que pesar menos de 20 kilos. La laptop la puse en
la mochila y me dejé el buzo y la campera afuera. A dormir a las 11:30.
Me desperté
con la alarma a las 3. Desayuné todo lo que me quedaba, medio tazón de
cereales, un paquete de bocaditos de futa y un café. Me llevé a último momento
la mitad de los saquitos del English Breakfast Tea, la mitad aún sellada. El
primer tramo del viaje a Victoria era con la línea 25 de autobús, sin problemas
hasta Bank. Se supone que tomaría la línea N11, pero en la parada que me
indicaba el GPS no paraba esa línea, fui a la otra opción, a la línea Circle de
metro, estaba cerrado todavía. Caminé hasta otra parada del N11, esta sí era.
Llegué a tiempo para tomar el National Express al aeropuerto en la estación de
ómnibus, pero no para devolver la Oyster y recuperar el depósito de 5 libras.
En la puerta 9 a las 5:20, 10 minutos antes de la salida programada, nos informaron
que se canceló el servicio de las 5:30 y que podemos tomar el de las 6:30 con
el mismo boleto. Mi vuelo es a las 9:40, quería estar en el aeropuerto entre
las 7 y las 7:30 para estar con tiempo, el servicio de las 6:30 me deja a las
8. Caminé a la estación de trenes, como varios otros. No compré el boleto del
Gatwick Express, pero el de la línea Southern, que vale la mitad y va al mismo
destino. Aproveché para recuperar la plata de la Oyster, ahora la tarjeta es o
basura o un suvenir. Llegué a las 6:40, para las 6:55 ya había hecho el check
in, despachado la valija y estaba viendo las pantallas informativas. Mi puerta
se revelaría a las 9am.
Bueno, a
esperar, podría haber tomado el micro y llegaba bien igual, sin gastar plata
extra en el tren. Ya está hecho. Estuve las siguientes dos horas sentado en el
Lounge (es como un sector VIP al que tengo acceso gracias a tarjeta de
crédito). Me ubiqué en una esquina de la barra, conecté la compu a la pared y
al Wifi. Publiqué una entrada del blog y escribí y preparé la última de esta
etapa. En el proceso ataqué sin piedad a la barra de desayuno en el siguiente
orden: tazón de cereales, un croissant simple y uno de chocolate, una barra de
queso chedar y una feta de queso de máquina, un té, un tazón de yogurt griego con
fruta, tres fetas de queso de máquina, una banana, una mini madalena, y otro
tazón de cereales.
Son las 9, mi vuelo
sale de la puerta 14. Nos vemos en Helsinki!
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