Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

viernes, 4 de septiembre de 2015

024-Londres 04~05/sep - Un poco de orgullo



04/09 – viernes – Un buen día de trabajo

La dueña de la casa de Maida Vale volvió. Así que ahora Geoff tiene que mantener el acuerdo de que sólo él puede ir a trabajar ahí. Por lo tanto esta mañana nos separamos. Me dejó en la casa de su primer cliente, un sacerdote. Le gusta mucho este jardín y le tiene particular cuidado. Me quedé con la cortadora de pasto, la máquina para podar arbustos, la tijera para cortar los bordes, el tenedor grande (no sé cómo se llama el coso), la pala, el pico y una pala más chica con forma de medialuna. Lo primero fue cavar y revolver una superficie de tierra arcillosa de 6 metros cuadrados por 20 centímetros. Me cansé, me acordé de cuando destruí los restos de un árbol en Hawaii, y de la vez que lo ayudé a Ruslan a rellenar de tierra las cubiertas en Ashram Abasto. Los músculos de los brazos, piernas y lumbares llegaron a ese punto de agotamiento en el que no queman, pero parece que tiemblan un poco, como cuando hacés muchas flexiones de brazos y sentís que la fuerza se te escapa. Esta sensación la tuve varias veces en los Dojos. De todas formas pasó rápido y seguí trabajando sin problemas. 

Cuando estaba por terminar con eso apareció el dueño de casa y me ofreció un té. Me lo tomé sentado en la mesita de metal del patio. 
 

Terminado el asunto coloqué tres piedras para hacer de camino provisorio y pasé al mantenimiento regular del jardín. Corté el pasto de los bordes por donde no pasa la máquina y recorrí el perímetro con una bolsa juntando lo que había cortado, aproveché para sacar yuyos y hojas muertas de las plantas del borde. Pasé la máquina marcando líneas prolijas y arranqué los yuyos del patio del patio trasero y delantero. En eso el sacerdote me invitó otro té. Cuando no había nada más que sacar de entre las rendijas de las baldosas, saqué una escalera de aluminio del galpón (que tenía el mismo olor a humedad que se siente en el galpón y quincho de mi abuelo, olor que me recibía cada mañana mientras trabajé en mi taller) y la llevé al frente junto con la bolsa y la podadora al jardín del frente. Le recorté las puntas al arbusto que tenía, y sigue teniendo, forma rectangular. La máquina que uso en lo de mi abuelo es chica, para una mano, y eléctrica. Esta es para dos manos y a mezcla (nafta y aceite). Es mucho más poderosa.

Antes de irme a la siguiente casa, el dueño del jardín me dejó el un cheque para Geoff y 6 huevos de su gallinero para cada uno de nosotros. 


Dejé la mayoría de las herramientas en el patio y me fui con la cortadora de pasto, una bolsa y la tijera bordeadora. Cerré el candado de la reja y caminé dos cuadras. Tenía conmigo las llaves de ambas casas, entré y, como siempre que vinimos, estaba vacía y con olor a abandono. Hace varios meses que al dueño lo llevaron a un asilo, la hija quiere que el jardín esté presentable para la venta. Acá sólo arranqué yuyos y corté el pasto. Para cuando terminé, Geoff estaba llegando a buscarme. Le dio una revisada rápida al jardín y no hubo nada que comentar. En el jardín de su primer cliente me dijo que le gustó mi trabajo. Las líneas están mejor y los bordes quedaron muy bien después de que los cultivé (revolví).


Trabajar solo en el jardín es muy distinto a hacerlo con el jefe o con compañeros al lado. Como no hay nadie con quien hablar me comunico directamente con el objeto de trabajo. La tierra que revuelvo, los yuyos que arranco, las plantas que emprolijo, el pasto que corto. Se siente bien. Muy bien.



Día terminado. Volvimos a su casa charlando. Mañana trabajamos para compensar el feriado largo, esta semana en total 4 días de trabajo para mi, para él tres, aunque en casa de sus padres le hicieron arrancar una enredadera completa. El lunes que viene finalmente vamos a ir a la clase de instructores de Karate. Va a ser mi primera vez con un Shihan de Karate. Tardamos un rato en llegar, como también fue más lento ir a las casas, y lo fue pedalear hasta su departamento. Esta semana se acabó el receso escolar de verano, los autos que van a las escuelas y las bicis de los universitarios poblaron las calles de Londres. Es increíble que hagamos cola en los semáforos más de 8 bicis. Estos días que me quedan antes del viaje van a estar llenos de gente por todos lados.

Tenía la idea de ir a una clase hoy. Pero me sentía agotado, no sólo músculos en particular, como hasta ahora, sino que el cuerpo en general, como si todo el sistema estuviera débil. Esto lo sentí cuando hacía Karate y Aikido 6 veces por semana, más Katori los martes y una hora de pesas antes de las clases de karate. En ese momento era sobre-entrenamiento y me costó una contractura permanente en la cervical del lado izquierdo. Así que lo primero que hice al llegar a casa fue desvestirme y entrar a la ducha. Un poco de agua caliente para relajar.  Me hice un té y me senté frente a la laptop a escribir. Se apareció Opu. Es nuestro concubino nuevo, parece que tuvo quilombo en casa y se está quedando en la cama de Ali. Se acaba de comprar auriculares con micrófono y un libro de leyes inglés. Está estudiando para recibirse de abogado. Tiene examen el año que viene. 


Ali se fue a trabajar, Opu se fue a no sé dónde, y yo me hice otro té y me puse a leer. Me quedé dormido casi dos horas. Fui al baño y comí dos bocaditos de chocolate y menta, me despertaron. Volví a la compu y leí mi balance de gastos. ¡Qué cara está la libra, qué lo pario! Volví al diario hasta pasadas las 11 y actualicé el blog. A dormir.




05/09 – sábado – Lluvia suave

Hoy tenía que estar a las 10:15, la alarma estaba programada para las 8am, pero me desperté a las 7. Anoche no me dieron ganas de cocinar, así que esta mañana llené tres tuppers con un revuelto de papa, cebolla, champignones, panceta, queso y leche. Al mismo tiempo preparé una feta de panceta y tres huevos con tostadas para el desayuno, todo acompañado de un café con leche. Me estaba por ir y llegó Ali, me dijo que ya estaba lloviendo. Me vestí de bici y salí a la lluvia. Se sentía el agua en el aire, pero no llovía. De todas formas no tardó en llegar. A las 5 cuadras ya podía sentir suaves gotas chocando contra mi cara. Progresivamente se hicieron más grandes y pesadas, pero nunca llegaron a ser lluvia de verdad. En cada semáforo que me tocaba parar veía como el viento suave dejaba a la débil llovizna acostada. Llegué a la casa de Geoff algo mojado, pero no se compara con los días que trabajamos bajo la lluvia intensa. Frente a su casa me saqué el chaleco de visibilidad, la campera impermeable y la remera y guardé todo en la mochila. Me puse una remera negra seca y me dispuse a esperar a que salga el jefe. Como tardaba hice una entrada en calor resumida. Usé condimentos de Igarashi Sensei principalmente.

En total fuimos a tres jardines. Primero el de la casa de los billonarios. Ya volvieron de sus vacaciones. El jardín estaba lleno de hojas. La segunda casa fue la que tiene el jardín dividido en dos partes, en la de atrás hay dos baldes de compost y una planta de Ruhbarb, volvimos a cosechar para nosotros.
Paramos en su casa, se llevó al auto un yogurt y una palta, en el mercado de la esquina compró bananas y galletitas de cereal con fruta. Yo almorcé mi tupper de la mañana y me convidó de las galles. Estaban ricas. Me juró que eran sanas y buenas, la prueba irrefutable es que su mamá las compra a veces, y ella come sano.
La tercera casa fue la primera a la que fui en mi primer día de trabajo. Tiene un espacio de pasto chico, en desnivel, irregular y con varias especies de césped. Le hicimos un mantenimiento exhaustivo porque hacía varias semanas que no íbamos. El pasto estaba muy crecido, pero no había tantas hojas como creíamos.
Volvimos a su casa charlando de cómo cocinar el Ruhbarb y de la clase que vamos a hacer el lunes. Me dijo que Shihan Leo preguntó si yo iba a ir. Qué me esperará en esa clase? Me entusiasmé. Cuando nos despedimos me dio su Ruhbarb, no cree que lo vaya a hacer. Así que tengo un buen montón, esta vez saldrá mejor, aplicaré la receta de mama Griffin (mi jefe se llama Geoff Griffin).

Con el nuevo camino de vuelta que tracé no paso directamente por ningún parque, pero sobre el final puedo desviarme unas cuadras y entrar al Victoria. Esta vez lo hice y paré bajo el árbol número dos de la caminata de árboles históricos del parque. Se llama Holly Tree (Árbol Sagrado). Elegí este punto sin saber del árbol, estaba buscando un espacio con tierra en lugar de pasto, y ese lugar era ideal. Apoyé la bici contra otro árbol, me saqué la mochila, el casco, el chaleco y la campera. Estaba fresco, pero no importaba para lo que iba a hacer. Hice una vez cada uno y sin pausa los Katas de Goju que aprendí. Empezando por Sanchin y terminando con Tensho, en el medio desde el Gekisai dai Ichi hasta el Kururunfa. Este último lo repetí porque me perdí en un movimiento cerca del final.
Volví a la bici y llegué a casa. Ducha, lavarropas, té con tostadas y diario. Entre chats y videos me hice un café y seguí con el diario. Luego empecé a ordenar mis fotos. Las bajé de Dropbox, eliminé las innecesarias y subiré álbumes ordenados. Pienso hacer esto con todas mis fotos. Me va a tomar unas semanas.
Hablé por Skype con Ornella, mi mamá, Fermín y Carolina. Nos colgamos un buen rato charlando. Parece que están bien. Me alegra.
Cuando hube cortado seguí con las fotos y actualicé el blog. En eso recibo una llamada de un número inglés que no conozco. Atiendo en inglés y me responden en español argentino. Era Graciela, una a miga de mi mamá. Nos vamos a encontrar mañana a la mañana en su hotel, tiene un paquete para mí.
Listo, a dormir se ha dicho.

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