Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

lunes, 31 de agosto de 2015

020-Londres 27~28/ago - Una semana de lluvia

27/8 – jueves – Bushey / muerto de sueño

Como todos los jueves fuimos al pueblo de Bushy y empezamos el día con la casa del sacerdote. Esta vez él hizo casi todo el trabajo en el jardín y yo me dediqué a desmalezar el patio trasero de la casa de enfrente. Me comentó que el plan de mañana cambió, en ligar de encontrarnos en la casa en la que hay que desmalezar, donde me dejaría a mí solo un rato, iremos juntos a la casa gigante de Maida Vale y luego, entre los dos, haremos los jardines fáciles.
Antes de volver a casa fui a ver un hostel en Alexandra Palace. La zona es más limpia y pintoresca que donde vivo ahora, también está mucho más cerca de la casa de Geoff y el alquiler me costaría menos de 60 libras más. Pero no tiene sala común, las habitaciones disponibles son para 8 personas y la cocina no tiene ni horno ni hornalla, sólo pava eléctrica y microondas. Tampoco hay lavarropas. Se vive más cómo donde estoy ahora a pesar de estar más sucio. Parece que voy a seguir pedaleando un rato más.
De vuelta en la casa tenía dos tareas, una, preguntar si les interesa cambiar el sillón, en la casa de mañana regalan uno, pero hay que ir a buscarlo, dos, tomar medidas dele espacio. Casi lo logro, cuando salí de la ducha me hice un té con leche y calenté una lata de frijoles en salsa de tomate. Me llevé todo a la pieza con la firme intención de escribir. Luché un poco con el equipaje de Helsinki a Moscú y me quedé dormido a las 9 sin darme cuenta. Me desperté a las 3:30 am.

28/8  - viernes – descanso

A las 3:30 am di media vuelta y esperé entre sueños a la alarma de las 5. Sin pensar encendí la pava eléctrica de camino al baño, a la vuelta abría la heladera y saqué el pan, la manteca y el fiambre, y me comí un damasco (cosechado ayer). Mientras se hacían las tostadas ahogué en un poco e leche el saquito redondo de té y llené la taza de agua hirviendo, también llené un bowl hasta la mitad con leche. Unté las tostadas y les puse dos fetas de salame a cada una, Guardé todo en la heladera y lavé el cuchillo. Mudé todo a la pieza y desayune revisando WhastApp. Me vestí de bici y salí a la calle.
Antes de subirnos a la camioneta me explicó que su vuelo llega a Londres el miércoles a la noche (se va el fin de semana a Irlanda a visitar a la familia y al funeral de un amigo). Para que no pierda el día de trabajo me dejó indicaciones para que trabaje en su jardín el miércoles.
Como indicaba el plan, fuimos a la casa de Maida Vale. Cuando nos estábamos yendo nos enteramos que la dueña de casa vuelve el miércoles. A Geoff no le gustó nada enterarse de eso tan a último momento. Hicimos unos arreglos extra antes de irnos.
El resto del día estaba programado para tres jardines de los pedorros, el primero era el de la primera visita, no pudimos entrar porque estaban refaccionando, hicimos sólo el frente. En el segundo corté el pasto con la bordeadora mientras él estacionaba la camioneta. Al tercero no nos dejó entrar la gente que vive ahí, querían que pasemos otro día. Así que hoy terminamos temprano.
Volviendo me encontré con un hermoso día de sol con poco viento, no usé la campera, sólo el chaleco de visibilidad. Me comuniqué con Opu para ver la casa que tiene en Whitechapel, la zona también es medio pedorra, pero está muy cerca del centro. Hablar con él en persona es difícil, así que hacerlo por mensaje o teléfono lo es más. No maneja del todo el inglés y tiene mucho acento de Bangladesh. No fui a ver la casa. Entendí que no había lugar Finalmente volví a la casa. Estuve frente a la compu comiendo, corrigiendo un texto de Patricio y luchando para mandar mi maleta a Moscú. No pude mandarla, me quedará pendiente para el martes. En ese rato merendé, almorcé el tupper que me quedaba y preparé el Ruhbarb and Custards. Lo hice como se me ocurrió. No lo hice bien, pero estaba rico. Puse el ruhbarb en un bowl y lo cubrí con las natillas.
Opu llegó a las 7:30 y hablamos. Me recomendó no ir a esa casa porque es insegura, no hay llave de la habitación y hay muchos huéspedes de uno o dos días que están de paso.
Por la tarde charlé un poco con los rumanos y me metí en la habitación. Quise escribir pero tenía cansancio acumulado. Me acosté más o menos temprano mientras chateaba con Lautaro. En La Plata se está por inaugurar un nuevo Dojo con el curso de Invierno. Me gustaría estar, lo más que puedo hacer es hablar con ellos.

sábado, 29 de agosto de 2015

019-Londres 24~26/ago - Recuperandome del resfrío


24/8 – lunes – Disfónico

Así como anoche me acosté casi sin voz, hoy amanecí igual. Chris, el rumano que vivió en España, al que le vendí mi laptop pedorra, me había dado tres pastillas antibiótico para combatir el resfrío. Contra toda recomendación del sentido común que me han inculcado, las tomé. Una cada 6 horas. Esta mañana fue la segunda y me guardé la tercera para después del trabajo. Desayuné como siempre y subí a la bici. Estaba totalmente nublado, el cielo tan gris de nubes que estas no se distinguían unas de otras. Antes de llegar con Geoff llovisnó un poco, pero no demasiado. Se sentía el día particularmente húmedo y frío, eso no era bueno para mi garganta, y haber pedaleado una hora no ayudó. Aunque entrar en calor hizo que se me pase la sensación de estar enfermo. Geoff me recibió con un café y una de esas medicinas ligeras en polvo que efervescen en un vaso de agua. Salimos a trabajar.
Primero fuimos al jardín grande donde suelo cortar el pasto, la pareja está de vacaciones desde que empecé a trabajar, me dije Geoff que son billonarios, que para ellos es que tienen miles de millones. Su máquina es más pesada que la nuestra, así que después del pasto ya tenía el cuerpo caliente y listo para todo. La voz seguía ausente. El resto del día nos dedicamos a los jardines fáciles. En dos de ellos nos agarró la lluvia fuerte. Nos empapamos. Los jardineros en Londres no le tememos a la lluvia. Terminamos a las 4:30 y volví lo más rápido que pude a casa. Puse toda la ropa a lavar y me duché con agua caliente. Estaba cansado, escribí la blog del sábado y parte del domingo y publiqué la primera. Me quedé charlando con los rumanos. El matero me pidió un poco, le prometí hacer cuando me recupere del todo.
Me acosté relativamente temprano.



25/8 – martes – No fui a trabajar / compré ropa

Empecé la rutina, 5 am arriba, baño y desayuno hasta las 5:50. Estuve todo el rato deliberando si ir a trabajar o no. Geoff me había dicho que me lo tome con calma, que prefiere que falte uno o dos días para recuperarme a que me mate y después esté sin ir una semana. Al despertarme me dolía la garganta, pero sabía que con el café y as tostadas el dolor se iría, y así fue. De todas formas no me sentía del todo bien y presentía que someterme al frío de la bici y la humedad del día lluvioso me iba a romper más. Mandé mensaje para avisar que me ausentaría. Tomé el último ibuprofeno del blíster y volví a la cama. La siesta duró hasta las 10 u 11 de la mañana. Tomé un segundo desayuno mientras escribía el domingo. A eso de la una me sentía mucho mejor, ya podía hablar casi normal. Me vestí y me abrigué para ir a Stratford Centre en autobús. Lo primero que hice fue almorzar unos fideos en un restaurante chino. Usé los palillos, me desacostumbré, después de comer tenía resentidos los músculos de los dedos. De ahí fui directo a hacer compras de ropa para el trabajo; 4 remeras negras lisas, un pantalón largo negro impermeable, 5 pares de medias negras, un cuello de polar anti frío y un par de zapatillas no deportivas. Las Merrel que uso para trabajar (y para todo hasta hoy), son del 2011 o 2012. Son geniales, pero están agujereadas y sucias, no me sirven para los eventos formales a los que pienso asistir. Con todo en la mochila compré a algunas cosas de consumo diario y volví a la casa. Ultimé los detalles del domingo y lo subí al blog. Me fui a la cama temprano.


26/8 – miércoles – Estoy nuevo / un postre inglés

Hoy llegué al trabajo con todas las energías. Para pedalear tranquilo tuve que sonarme la nariz cada 10 minutos o menos, pero llegué bien. Ayer Geoff fue a un jardín al que va una vez al mes y le plantó de todo, estaba contento. Toda la mañana había estado soleado y por la tarde había llovido un poco. No puedo decir lo mismo de hoy, ya que llovió un poco por la mañana y por la tarde se cayó el mundo. Nos mojamos tanto que nuestros impermeables dejaron pasar una buena cantidad de agua a nuestra ropa de algodón. Pero la pasé bien. Trabajar bajo la lluvia puede ser chocante al principio, pero cuando uno acepta que por más que no queramos, ni por más que tensemos los músculos de la espalda y cara la lluvia no va a parar, y que las máquinas funcionan igual de bien, nos relajamos y disfrutamos del agua.
Bien empapados nos despedimos en su casa. Tomé la bici y volví lo más rápido que pude, para no enfriarme. Hace frío, pero no tanto, si mantengo mi cuerpo caliente por dentro ni el frío ni el agua me van a enfermar.
Los primeros 15 o 20 minutos la lluvia iba y venía, después parece que le gustó la idea y se quedó. Se quedó al menos 20 minutos más, gotas grandes y pesadas caían ininterrumpidamente empapándolo todo. No conforme con eso se le sumó el viento que me ladeaba en las calles anchas. En ese momento recordé las veces que fui a trabajar a la escuela de policía en bicicleta. Varias veces pedalee todo el trayecto, unos 20 km entre salir de La Plata y recorrer el Camino Centenario. Hubo al menos dos martes, recuerdo que fueron martes y que siempre estaba ahí Jorge, el coordinador de la cátedra de Educación Física, para decirme ‘Qué hacés Nahuel? Viniste en bici? Vos estás loco.’, en los que llovía fuerte y elegí la bici. Era preferible para mí aguantar la lluvia a los nervios de depender del autobús y sus horarios caprichosos. La sensación dentro mío era la misma, un debate entre el frío con el cuerpo mojado y estar moviéndome con libertad en un ambiente lleno de agua, como si pedaleara bajo el mar.
Una vez en la casa me vi totalmente mojado, sólo se habían salvado mis tibias que estaban protegidas por la parte holgada del pantalón. Lo primero que hice fue meter en el lavarropas, que por suerte estaba vacío, toda la ropa que me pude sacar en el living, campera, chaleco de visibilidad y remera. Casi que corrí al baño y después a la pieza, donde me desvestí y preparé todo para la ducha. De camino llené el lavarropas y lo programé para sintéticos. El agua caliente me hizo sentir muy bien, igual que lo hacía en el vestuario de la sala de profesores al llegar esos martes. La diferencia final fue que después de la ducha, en la escuela, impartía una clase de defensa personal con el nivel de excitación que me dejaba ese trayecto de bici; acá, por el contrario, me hice un té con leche y me lo tomé todo con galletitas.
Quise escribir, pero antes actualicé las cuentas en mi Excel de gastos, compré mi pasaje a Southampton para mi segunda visita a Álvaro y Ceci, cambié la fecha de ese pasaje porque me equivoqué al reservar y compré mi pasaje de Helsinki a Moscú para el 30 de septiembre. Tuve problemas para hacer que mi valija vaya con migo, ya se va a solucionar. Le avisé a Daniil de mi fecha, me dijo que si no coincido con la camada de rusos que vuelve del seminario de Finladia me manda a su casa en taxi.

Decidí cocinar para tener tuppers listos. En una sartén tapada puse papas cortadas en rodajas con un poco de agua, al los 8 minutos estaban blandas y les agregué cebolla, morrón rojo y verde y carne en cubitos feteados. Lo dejé calentar con la tapa puesta mientras hervía fideos mostachones. Después mezclé todo en la cacerola y lo dejé calentar un poco más. Llené tres tuppers. Al mismo tiempo puse a hervir Rhbarb, una fruta que se parece mucho al apio, pero es fruta, y tiene un sabor muy distinto. Lo cosechamos de uno de los jardines hoy por la tarde. Geoff me dijo que se prepara con azúcar en una cacerola y se mezcla con Custards, que son la versión inglesa de las natillas o el postrecito Royal de vainilla. Así que iba a hacer Rhubarb and Custards, que parece ser una tradición acá. No llegué a comerlo porque Bogdan, uno de los rumanos, se apareció con una Cheesecake Toffee y comimos de eso. Guardé mi Rhubarb en un tupper para otro día. La tarta la comimos con mate, ya me sentía mejor y le dimos a los verdes (jamás usé la expresión ‘verdes’ para referirme al mate hasta ahora). Me acosté sin escribir.

miércoles, 26 de agosto de 2015

018-Londres 23/ago - Segundo día de seminario



23/8 – domingo – acaba el seminario / 8 clases en 2 días

Remolque, segunda vivienda
Hoy empezamos como ayer, pero con algunas diferencias. Me desperté a las 7:10. Di una vuelta y me puse a corregir el texto. Avancé bastante, mientras escribía me imaginaba el café con leche, necesitaba algo caliente, la garganta me estaba doliendo y se me estaba yendo la voz. Anthony me llevó el café y me lo tomé corrigiendo un poco más. Guardé todo en la mochila y morral, cerré la puerta y me despedí de la cabaña. En la casa el desayuno fue un té con leche y tostadas con lo mismo de ayer, solo que hoy me dio de probar una especie de dulce untable hecho a base de levadura de cerveza. El sabor lo conocía, nos lo dieron a probar en el museo de Heineken en Ámsterdam, no me gustó mucho, me quedé con la manteca y mermelada. Antes de salir entró la madre que estaba afuera fumando y charlaron sobre unas cosas que ella vio afuera y que se quiere llevar. Fue divertido, tienen una buena relación. Me contó que su padre es uno de sus mejores amigos. La madre se despidió de mí diciéndome que fue un honor haberme conocido, yo le respondí con un igualmente y Anthony me pidió que por favor no le diga eso.
En el camino volvimos a parar en el súper. Compré lo mismo. Cuando llegamos al predio me bajé del auto y nos despedimos, ya no lo volvería a ver a menos que vuelva a Telford.

Hoy empecé el curso con mucha energía, sin dolores, muy bien. La segunda clase seguía entero, con algunas molestias menores, pero al terminar sentí dolor en la rodilla derecha, me costa levantarme. Creo que fue en esta clase que practiqué con el Sensei al que fui a ver una clase hace casi tres semanas, ese que no me gustó mucho porque se movía y hablaba muy apurado, y que tampoco me había gustado el trato a los alumnos y al kamiza (pared del Dojo donde se ubica el altar del fundador, en ocasiones tiene decoraciones shintoistas); pero como practicante muy bien. Suave como uke (compañero que recibe la técnica), me negaba movimiento cuando la hacía mal, entraba bien los irimis (avanzar por la espalda o hacia el centro de uke).
Almorcé y volví al tatami. La tercera clase volvió a ser con Kobayashi Shihan. Las últimas tres técnicas las hice con uno de los holandeses con quien compartí mesa anoche, la segunda fue yuji garami nage. La hicimos saltando y girando en el aire. Esta habilidad se la debo en parte a los Sánchez por su insistencia en el ukemi, sin embargo sigo siendo nuevo en esto. En uno de los giros caí con mi cuádriceps derecho sobre mi mano, fue como si me hubieran dado una patada baja, me dolió horrores, di unas patadas para ahuyentar la molestia y terminé la clase. Aquí fue cuando Sensei Barbara nos llamó para una foto grupal a todos con los que practicó en las clases, todos los que pudo encontrar, y le pedimos a Kobayashi Shihan que se sume. Así que ahora tengo una foto con él.
Estuve rengueando los 15 minutos de descanso. Cuando empezó la última clase creo que entre el golpe en la pierna y las articulaciones de las rodillas gastadas rompí el record de lentitud para adoptar seiza (sentarse sobre las rodillas). Pero basta de excusas superfluas, empezó la clase y empecé a moverme otra vez. Después de la entrada en calor ya sólo pensaba en la propuesta de Dojo Cho. Terminada la clase hubo un discurso de Gordon Jones Shihan, cabeza de UKA y otro de Waka Sensei traducido por uno de los mejores traductores Japonés Inglés que haya escuchado.
Exhibición de Waka Sensei
Uno de los anuncios fue para organizar la exhibición, me asomé a ver qué onda, pero había que estar preinscripto para participar. Doblé la hakama y fui a las duchas. Vi el espectáculo desde la segunda planta, donde están los vestuarios. Me gustó mucho, me sorprendió la cantidad de shihanes que hay en el Reino Unido, presentes y exhibiendo al menos 5. De algunos de los expositores no me gustó como trataban a los ukes, otros no me gustó como aprovechaban el espacio, ya sea perdiendo la simetría o arrojando a sus ukes contra los que están sentados, el espacio era muy grande. Y hubo muchos que me gustaron mucho. Todo esto seguro se podrá ver en youtube en breve.

Terminada la exhibición nos pusimos a levantar el tatami. En un momento pedí que me reemplacen y fui a buscar a alguien que me lleve a la estación de Telford. Lo encontré, se llama Jamus, me dijo que me llevaría cuando terminen con las planchas. Volví a colaborar en otra fila, entre los colaboradores pasando planchas de acá para allá estaba Sensei James. Es la cabeza de una de las escuelas de la escuela más grande del Reino Unido, recientemente promovido a séptimo Dan y ostenta el grado de Shihan desde 2007 y estaba ahí mostrando el bushido.
Telford Central Station
Telford Central Station

Cuando terminamos Jamus me llevó a la estación. Hice un esfuerzo por hablar, ya que me estaba llevando, pero las cuerdas vocales querían una pausa, ya estaba disfónico. El boleto de vuelta valía para cualquier tren de Telford a Londres, elegí hacer escala en Birningham, en este trayecto leí Murakami. En el segundo tramo terminé de corregir el texto de Patricio. Me di cuenta que estuve desde el jueves con eso, y me puse a actualizar el blog.
Llegué a casa y me hice un té, ya había comido en el tren. Usé un poco de Internet y me fui a dormir.

martes, 25 de agosto de 2015

017-Londres 22/ago - Qué lindo es el Aikido



22/8 – sábado – amanecer en el monte / recuerdos de Japón

Habíamos quedado en que me llevaba un café a las 8am. Me desperté solo a las 5:30, 6:30 y 7:30. Enrollé la bolsa de dormir y puse a un lado el colchón, luego salí a recorrer los alrededores de la cabaña, esta vez con luz. Es un pequeño paraíso. Rodeando la estructura sólo se ven árboles y en los espacios entre las copas se ve como baja el valle. Justo frente a la puerta hay un manzano y otro árbol frutal. En total son 4 árboles frutales y una planta de frambuesa negra de los que se puede comer, pero ninguno está listo aún en la temporada. En la parte trasera hay una escalera al techo donde hay una pequeña plantación, luego me dijo que iba a ser una huerta, pero a falta de tiempo los hierbajos se apoderaron del espacio.

Volví a entrar y encendí la laptop avancé algunos párrafos más en el texto de Patricio hasta que llegó Anthony puntual a las 8am. Nos tomamos un café cada uno mientras recorríamos lo que yo ya había caminado antes, pero con explicaciones. Su perro, un labrador negro y gordo nos acompañó mientras trataba de cazar ardillas. Me contó de los proyectos que tiene para el lugar. Terminado el café fuimos a su casa, que está a unos 80 metros y cruzando la calle. Antes de entrar me dijo ‘Cuidado con el gremblin’, y me señaló a una señora mayor en camizón sentada en un taburete, con los pies colgando que fumaba un cigarrillo al otro lado de la calle. Esta señora de cuerpo grande y pelo largo y canoso, con una sonrisa sincera y que, graciosamente, se asemejaba  a la de un grenblin, es la madre de Anthony que está de visita unos días.
La entrada a la casa es, en principio, atravesando una puerta de madera que da a un patio/pasillo. Al cruzarla, a la izquierda hay otras dos puertas de madera, la primera es el baño para los huéspedes de la cabaña (también va a  alquilar una habitación rodante que está instalada a unos 40 metros de la cabaña en el mismo predio), es muy pequeño, ya que hace de inodoro, mini lavamanos y almacén de cosas varias, como ser botas, una heladera portátil antigua, y demás. La segunda puerta aún está cerrada, va a ser la ducha para los huéspedes. Dada esta situación, me ofreció ducharme en su casa, así lo hice. Al bajar de vuelta al living me hizo pasar a la cocina y entre un té con desayuno charlamos un poco. Me preparó una especie de waffle instantáneo con manteca y mermelada cacera, esta hecha de uno de los frutos que crecen alrededor de la cabaña. Me contó que como soy su primer huésped y que francamente no se esperaba que nadie fuera a aparecer tan rápido, había muchas cosas que no tenía listas, como la ducha, terminar de cortar el pasto alrededor de las viviendas, acomodar la maderas que le sobraron de otros proyectos que están almacenadas a la vista, vaciar el almacén que es baño para que sea sólo lo segundo, etc. La idea de hospedar gente le surgió porque una vez se aparecieron dos ciclistas con cara de perdidos frente a su casa, estaban atravesando un sector del país y tenían que hacer noche en Telford; la cabaña no estaba 10 puntos, pero sí habitable, les ofreció quedarse y les llevó café por la mañana. Luego se dijo, ’¿Por qué no?’, y se puso manos a la obra. Con el alquiler de más y más gente va a convertir esa cabaña y el remolque en un retiro. El próximo paso es comprar hamacas para dormir.


No sólo se ofreció a irme a buscar anoche a la estación, sino que también a llevarme hoy al centro donde sería el seminario. Estudiamos el mapa un poco, cuando lo encontró vio que era fácil llegar. Hace tiempo él solía ir a jugar Squash ahí. Antes de salir a la ruta paramos en un mercado donde él compró leche y yo provisiones para el curso, un jugo, 3 bananas y un paquete de galletitas. El camino es bellísimo, la ruta avanza entre bosque y campo, cuando llegamos al predio (Lilleshal National Sports and Conferencing Centre), la vista cambió, entramos en una especie de Country Privado, sólo que es de acceso público, muy bien cuidado y muy lindo, también gigante. Por suerte los aikidokas somos fáciles de encontrar. En un polideportivo apartado de los edificios antiguos y decorados estaba lleno de hakamas y fundas de armas caminando y haciendo filas. Bajé del auto y nos despedimos hasta la noche.

Recordaba que me dijeron cuando pregunté por Facebook que necesitaba un seguro médico para practicar artes marciales, y que si no tenía que hable con Sue para que me venda uno. Sue no estaba afuera, en la mesa de pre-inscripciones mostré mi número de reserva y me dejaron entrar, antes que pregunta nada varios practicantes con keikogi que llevaban puesto un chaleco de visibilidad con las iniciales de la escuela impresas (UKA), me apuntaron la dirección de los vestuarios. En el camino estaba la mesa para que te firmen el pasaporte de Aikido, cada vez que me lo firman me acuerdo de lo que nos dijo Daniel Sensei cuando nos dio el argentino, ‘Ahora hay que mancharlo’. Me cambié de ropa y bajé al tatami. Debe ser el más grande en el que he estado. Se compara con el de la Koshikai en el Club Platense de Vicente López. Ya que era un seminario internacional recorrí el área buscando caras conocidas, pero no había nadie. Curiosamente al que mejor conocía era a Waka-Sensei.

-nota aclaratoria: Mitsuteru Ueshiba es el bisnieto del fundador del Aikido, también se lo conoce como Waka Sensei (el segundo, refiriéndose a que es el segundo después de su padre, que es Doshu, el referente mundial de la línea original del Aikido). Este año, Waka Sensei fue nombrado Hombu Dojo Cho (jefe del Dojo central)-

Cuando estábamos todos sentados esperando a Sensei, este apareció por el lado habitual del tatami que le corresponde al instructor de la clase. La última vez que lo había visto fue en julio en Japón, en una de sus clases en Hombu Dojo. Al estar en un seminario aniversario recordé el número 20 de la Korea Aikido Federation, también impartido por él. En ese curso, al que asistí acompañando a Igarashi Sensei y el matrimonio Yutani (amigos y compañeros de Dojo que hice en Japón), compartí varios días con él. Fue bueno volver a verlo, además me sirve de entrenamiento para cuando lo vea en Helsinki el mes que viene.

Las primeras dos clases fueron antes del almuerzo, con un descanso de 15 minutos entre ellas. Mi cuerpo hacía tiempo que no entrenaba el estilo de Tokio y al menos un mes que no tenía clases regulares. Sólo el recuerdo de una del estilo Iwama dos semanas atrás. Me dolió un poco, se me resintieron los músculos y me dolieron las articulaciones. En el descanso para almorzar fui al bar y compré un sánguche de atún y un té caliente, a eso le sumé una de las bananas y algunas de las galletitas (eran de las que combinan perfectamente con el English Breakfast Tea). De vuelta en el tatami me sentía mucho mejor, me faltaba comida. Para mi sorpresa, la tercer clase la impartió Kobayashi Shihan de Hombu Dojo, él era uno de mis favoritos el año pasado. Parece que visita en Reino Unido hace 16 años.

Cuando empezó la tercera clase me vino un recuerdo de Japón. Estaba rodeado de hakamas, mi keikogi estaba húmedo de transpiración pero no olía a eso, sino a humedad fresca, que se mezclaba con el olor a la tela de mi hakama que, a pesar de haberla lavado y ahora estar algo sudada, mantenía su olor original. También la sensación del cuerpo, podía sentir muchos de mis músculos quejándose, si los tensaba o si los elongaba, igual no les gustaba, pero, como en Hombu, si estoy en la clase hago la clase, entré en calor y se pasó. Después, como dijo Tomás Sánchez, si uno se concentra en la propuesta del maestro las dolencias desaparecen.

En el día de hoy las 3 clases de Waka Sensei fueron un despliegue de técnicas básicas con el objetivo de marcar dos conceptos elementales inherentes en toda práctica del Aikido. Me encantaría dar detalles de esto pero sé que a la mayoría no le va a interesar, así que si algún lector aikidoka quiere charlar de los detalles escríbame por privado. Finalizada la jornada hicimos la foto grupal y sesión de fotos de grupos. Yo quise meterme pero me dijeron que estaban buscando evitar fotos individuales, en ese momento Sensei Barbara Sotowicz de Bloomsbury Dojo en Londres me invitó a unirme a su foto grupal, ella llevaba 2 alumnos, así que ayudé a hacer número. Cuando me ubicaron detrás de Waka Sensei y su uke, a quién también conocí en Hombu, el primero se volteó para verme bien y con la mejor cara de sorpresa que solo los japoneses pueden hacer soltó un ‘Ara?!’. Esa sencilla expresión me valió el viaje a Telford. Le dije en el japonés rústico que me quedaba en la memoria que nos habíamos visto en Corea, asintió. Mientras me levantaba para dejar paso al siguiente grupo le dije que nos volveríamos a ver en Finlandia ‘Finrando moo?’.

Doblé la hakama junto a Sensei Barbara, charlamos de su Dojo en Central London, y quedé en ir a visitar cuando ella vuelva, entre 18 y el 23 de septiembre. Me quedé estirando un poco para aflojar y fui a las duchas. Terminé último y cuando salí del polideportivo sólo quedaban dentro 3 organizadores ultimando detalles para cerrar las puertas, está en mi eso de irme último del Dojo. Mi plan en ese momento era conseguir que alguien me acerque a Telford, pero ya no había aikidokas a la vista, caminé en dirección a la ruta e hice dedo, me ignoraron 4 autos y un paró pero iba para el otro lado. Volví a la recepción a pedir un taxi. Me costó 14 libras llegar al hotel donde sería la cena conmemorativa. Me consolé diciéndome que podría haber pagado eso desde mi alojamiento 4 veces en el fin de semana y que podría estar durmiendo por el triple de lo que estoy pagando, así que un taxi es aceptable. En el momento en que arrancamos se largó a llover con fuerza, parece que la lluvia estaba esperando a que me ponga a cubierto. Mi intención era ir al centro, comprar unos zapatos decentes y baratos e ir a la cena, ya que especificaban que era Elegante Sport. No hice a tiempo, cuando salí del predio ya habían cerrado las prendas.
Llegué al hotel muy temprano. Usé el baño para cambiarme la camisa por una más presentable y me senté en un banco afuera a leer. Vi como varios aikidokas iban y venían buscando el lugar de la cena. Cuando volvió la lluvia entré al bar y me senté junto a una madre y su hijo. Son de Liverpool llegaron en su auto que lo cruzaron en un ferri. Él tiene 15 años y entrena dos veces por semana con uno de los Shihanes más importantes de Inglaterra, el no sabía eso, pero luego en la cena me lo informaron. El bar era la antesala un piso más abajo del lugar del bufet, me dolía un poco la garganta así que me pedí un café con leche. La lluvia redobló. Cayó tanta agua que la antigua construcción que nos albergaba se empezó a inundar. Los mozos corrieron para todos lados, algunos apuraron los preparativos del segundo piso y otros luchaban fútilmente contra la corriente inagotable de agua que entraba por la puerta principal. Nos dirigieron a todos a arriba. Mientras esperábamos que llegara el resto de los comensales y los maestros, el entretenimiento era ver por la ventana qué hacían los mozos contra el pequeño río. En nuestra mesa se sentó el grupo de Holanda. A mi lado se me puso Sensei Peter Lagerwaard de Ultrecht, 6to dan. Al escuchar mi historia resumida me recomendó con toda la humildad del mundo los diferentes maestros que podía visitar, entre ellos estaban Sensei Terry Ezra, de Komyokan Dojo en Liverpool y Sensei Wilko Vriesman de Ámsterdam.

Al bufet lo ordenaron para evitar revoleo de gente. Mesa por mesa nos fuimos levantando para servirnos. Nos tomó un buen rato pero nos llenamos todos. Mientras levantaban los platos yo esperaba un postre, café o un algo para después de la comida. Nos pusieron una botella de vino tinto y una de blanco. Yo estaba muy cansado. Si no me alimentan a esa hora me dormía. En eso Waka Sensei se paseó por las mesas compartiendo el vino blanco que le habían regalado, Kanpai por todas partes. La familia de Liverpool se fue al hotel y, como yo no estaba hablando, todos los demás se pusieron a hablar en holandés, de vez en cuando me decían algo en inglés, yo ya estaba perdiendo un poco la voz a causa del frío, la humedad y tomar mucha agua. Me despedí y bajé a la recepción para pedir un taxi. Esta vez el trayecto era mucho más corto. Fui directamente a la casa de Anthony donde pusimos mi ropa a lavar, su máquina también seca al calor, así que me vino muy bien. Té de por medio charlamos un rato y me fui a la cabaña. Quise corregir algo del texto, pero no pude. 
A dormir se ha dicho.