Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

miércoles, 19 de agosto de 2015

015-Madrid parte 3 – Conociendo Madrid / un desafío aikidoka

Pasó abril; en ese mes empecé a trabajar, todas las mañanas era despertarme y ver qué tenían que decir desde la central; Fermín empezó gimnasio y fútbol, ya estaba muy entusiasmado y sus frases recurrentes volvieron a nuestro día a día (Mucho, pero muuucho gym); y empecé Aikido, de a poco me fui incorporando al grupo. Es costumbre después de todas las clases de los lunes, miércoles y viernes ir a tomar algo a La Muralla, el bar de Hugo, que está a la vuelta del Dojo. Hay dos personajes que nunca faltan en estas reuniones, Javi y Felix, son el pilar indispensable de las cañas posclase. Javi es uno de los alumnos más avanzados de Tomás y siempre tiene una reflexión aikidoka a flor de piel. Félix es el cantante del grupo, no hay situación en la que esté él y no se escuche lo escuche protagonizando el ambiente.

Mayo, nuestro segundo mes en la bella Madrid. El gps del teléfono hizo (y sigue haciéndolo) que este se pague solo. Sin eso no hubiera llegado a ningún lado. Si bien ya tenía la tarjeta metrobus con abono mensual, los tiempos, en la mayoría de los casos, de caminar y transporte público eran los mismos. Caminando de 4 a 8 horas por día y con metros y buses ocasionales me hice amigo de las calles madrileñas. Conocí muchos bares y restaurantes; crucé montones de plazas y algunos parques; hablé con muchos encargados y dueños de locales. Esta gente tiende a ser habladora, así que si era que querían probar el router, no estaban seguros, o no les interesaba, me daban un buen discurso. Buena gente. Hubo excepciones, claro, al menos uno por día me decía que NO en forma seca o irrespetuosa, como así los había aquellos que me suplicaban disculpas por no poder atenderme en ese momento porque estaban muy liados.

En el Dojo ya me estaba haciendo conocer. Este mes incorporé las clases de los martes y jueves por la noche. Por alguna razón me quedó grabada mi primera clase de martes. También con Tomás, por ende, las parejas las eligió él. Me puso con Alfonso, quien luego se convirtió en mi senpai de los martes. El tema de la semana era Yokomen-uchi, me apuntó varios detalles importantes de la técnica.
Casi a finales de mes ya me sentía en forma, aguantaba bien las clases y no podía evitar notar que Ángel hacía doblete, la clase de Roberto a las 8 y en seguida la de Tomás a las 9. Me dije, yo también puedo. Un buen lunes caí al Dojo a las 8, me dice Josefina (la mujer de Tomás y secretaria del Dojo), ‘¿Hoy haces la clase de mi hijo?’, las dos le dije y me cambié de ropas. Resulta que ese día fue uno particularmente caluroso y Roberto dedicó la clase a la práctica del kokyunage (técnica de lance), nos la pasamos tirándonos y levantándonos una hora en un ambiente caluroso y pesado. Casi que no termino la clase. En un momento me maree, me puse pálido y hasta tuve mareo estomacal. Cuando me quise sentar Vicente me dijo que ese es el momento para seguir, cuando el cuerpo no da más, le pedís más y superás límites. No conforme con eso apareció Sensei y se unió a nuestra pareja, nos dedicó una ronda de jiyuwaza (técnica libre) a cada uno. Terminada la clase no encontraba fuerzas o aire para mantenerme en pie y levantar los brazos para el kokyu (respiración). Doblando la hakama no podía concentrarme en las tablas ni las cintas. Salí del tatami (superficie para la práctica de Aikido) y fui derecho a la ducha. No, no hice la clase de Tomás, no podía. De camino al depto, en el autobús fui recuperando el aire de a poco y con oxígeno en el cerebro pensé ‘Voy a superar esto, voy a terminar junio con dobletes tres veces por semana’. Para mí en ese momento las clases de Roberto representan un desafío físico que había que vencer.

A todo esto, las cosas en el depto tenían un nuevo ritmo. Mis mañanas eran para el trabajo y 2 o 3 tardes por semana las compartía con Fermín viendo la serie de turno. En abril vimos varias películas que tenía Pedro (nuestro primo) almacenadas en su disco rígido externo. Rápidamente comenzamos a llenarlo de películas y series descargadas por mí. La cantidad de tiempo por matar era notable y bajé Juego de Tronos, las primeras 4 temporadas. Las terminamos de ver antes del lanzamiento de la quinta, esta la vimos en tiempo real con uno o dos días de retraso para esperar a la máxima calidad descargable. Claro que con un capítulo por semana no llegábamos al cupo, así que descargué Dragon Ball y puse en cola Dragon Ball Z. Habiendo sido estos pilares de mi infancia no podía permitir que Fermín no los haya visto. En el mes de mayo vimos Juego de tronos 5, Dragon Ball, Fullmetal Alchemist Brotherhood (excelente, éxito rotundo en el depto), Avatar, la leyenda de Aang, Avatar, la leyenda de Korra y algunas pelis por cable.  Claro que Fermín vio la mayoría solo y yo me sumaba cuando estaba libre, después de todo para mi eran todas repetidas.

Las juntadas. Si no me equivoco hubo dos este mes. En la primera llegaron los chicos, se presentaron y nos pusimos a preparar unas pizzas. Al ratito empiezo un Skype con Patricio, que estaba en Nueva York. Charlamos un buen rato y me quedé dormido. Así que de esa juntada no puedo hablar mucho, aunque es deducible lo que pasó. En la segunda estuve más activo. Y hubo una sorpresa POMPI! Se había incorporado Pompolho al grupo, también compañero de fútbol, brasilero, bueno como él solo. Esa noche mucha Play, mucho mojito, cuba libre y champagne con Speed  (el baratín). Fermín había comido alguna que otra cosita de más y se descompuso (puede que mi panqueque doble relleno de Nutella haya influido un poco), esta vez él nos abandonó, súper anfitriones somos, jaja.  Y Pompi, como todo un caballero civilizado volvió a su casa a un horario razonable. Esta situación nos dejó a Javi, un poco tomado, Fer, otro poco tomado y yo, totalmente sobrio y con el mate en la mano a las 4 de la mañana charlando de esto y aquello. En eso a Fer se le ocurrió elegir entre los tres la mejor canción de la historia. Javi, el músico del grupo, argumentaba desde su conocimiento técnico, la influencia sociopolítica de los artistas y sus sensaciones personales con cada tema. Fer, el apasionado del diálogo y promotor de ese momento, opinaba desde los recuerdos y las relaciones que tiene arraigados a los diferentes temas, a la vez que no podía dejar de decirnos cómo quería que le respondamos. Yo, de pocas palabras, opinaba como Fer, desde los recuerdos arraigados y las sensaciones que me producen ciertas canciones. La conclusión final fue que Charly García es lo más grande que hay.


Y con esto me despido por ahora. Ya entramos en la etapa solos. El tío no vuelve hasta dentro de un mes y somos los amos y señores. Dos argentinos sueltos en uno de los barrios más populares y céntricos de Madrid, con un departamento de dos habitaciones, viendo series a lo loco.

2 comentarios:

  1. Muy bueeeno!!! Cada vez más entretenidos los relatos.
    Abraaaaazos

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    1. Gracias! Los de Madrid me salen más entretenidos, pasa que ya sé como termina la historia en esos y puedo dibujar un poco más.

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