Vivir no es sólo existir

Hola todos, gracias por leerme y así acompañarme en este viaje. Cuando me fui por primera vez lo pensé como un 'voy y vuelvo'. Algo finito, aunque largo. Hoy veo que estoy viviendo esto y después estaré viviendo otra cosa. Viajo para conocer lugares, costumbres, horarios, comidas, ritmos, gente, calles, Dojos, maestros, compañeros, trenes, redes de metros, culturas.
Hoy el objetivo del viaje, si bien tengo un plan sobre el que improviso, es viajar. Si es posible trabajar en distintas ciudades para, 1) financiar el viaje y 2) entrar bien en el ritmo local, no ser sólo un turista más.
Este texto lo voy a expandir en la entrada 'Inicios y Motivaciones'

viernes, 8 de abril de 2016

111-Dublín 13~14/mar - conocindo Dublín y alrededores



Dublín 13, 14/03 – nos vamos de paseo

Domingo 13: Acantilados

Qué lindo día tuvimos hoy! Nuevamente a Howth, mi tercera visita.
Yo desayuné como siempre y preparé el mate y unos sánguches para el viaje. Los chicos no nos acompañaron, así que salí con Ornella a las 11:15 de la casa. Fuimos a la parada del micro de la calle Abbey, donde nos lo habíamos tomado para ir a Skerries. 3,30 nos salió cada boleto, aumentó. El viaje duró una hora, mucho tránsito. En la hilera de asientos delante de nosotros había tres chicas españolas que hablaban alternando entre español e inglés indistintamente, incluso en la misma oración, curioso.
Los pies colgando
En la cima
Primera parada, Howth Market, a comprar dulces, segunda parada el baño público y empezamos el asenso. Esta vez estaba incluso más seco el camino, el cielo despejado y con sol. Vimos a los saltarines, no había tantos como otras veces. Cuando tuvimos la opción elegimos subir a la cima, un grupo de franceses estaba sentado en las rocas, nos hicieron de fotógrafos. Volvimos al camino y almorzamos sentados en las piedras con los pies colgando. Vimos ir y venir algunos barcos y seguimos avanzando. Llegando al faro apareció un desvío que daba a una escalera muy empinada, una pareja la estaba bajando. Esa debe ser la playa a la que se refería Vinny, pensé. Anoche nos contó de ella porque el lunes estuvo ahí con un amigo. La dejamos para más tarde y fuimos hasta la puerta de la casa que impide el paso al faro. Le quería hacer sentir el viento a Ornella, ese viento tan fuerte que sentí la primera visita, pero no se dio el caso. De todas formas la vista fue espectacular, un poco de niebla a lo lejos escondiendo el puerto, muy lindo. Más fotos y vimos montones de turistas y locales tirados en el pasto. Esta semana va a haber más que lo normal porque se viene San Patricio. Volvimos al desvío y bajamos. La filmé, nos tomó cuatro minutos llegar al agua, estuvo buenísimo. Una playa de canto rodado, me descalcé y me fui a explorar a las rocas mientras Ornella caminó por la playa. Desde donde estaba se podía ver la cueva de las gaviotas. Así la llamé yo porque parece una cueva en los acantilados y está llena de gaviotas. Sentí que me llamaba, tenía que ir, pero no lo hice, volví a la playita con mi hermana. La recorrimos completa, no es grande, apenas unos 70 metros. Tremendas fotos nos sacamos. 
Acantilados y niebla
Llegó el momento de subir, desde la base la escalera parecía eterna. Finalmente no fue tan intenso. Cruzamos el monte y entramos en el pueblo. Nos metimos en el bar a pedir agua caliente pero estaba lleno de gente, no quise molestar y nos fuimos al mini súper. Como lo esperaba, las dos chicas que lo atienden estaban esperando clientes sin nada que hacer. Nos llenaron el termo y les compramos un paquete de gomitas azucaradas. Seguimos las flechas rojas al pie de la letra, el día se acababa, el cielo oscurecía y llegamos al cruce donde la última vez con Vinícius nos desviamos, nosotros le hicimos caso a la flecha roja. Nos llevó al pueblo otra vez pero no había más flechas, doblamos a la derecha y al ratito vimos una nueva flecha que entraba otra vez  a la derecha. El camino era muy similar al que acabábamos de terminar. A los 50 metros me convencí de que ya habíamos estado ahí, volvimos y seguimos hacia donde sería la izquierda. Activé el gps y nos guié hasta el puerto. En el camino nos tomamos el mate con unas galles de coco muy ricas. Cuando llegamos queríamos ir al baño público otra vez, pero había cerrado a las 5. Un restaurante nos dejó usar los suyos. Sin nada más que hacer en la noche nos quedamos en la parada esperando el micro. Esta vez sin tránsito llegó al centro de Dublín en media hora. Caminamos hasta la Tolteca, un restaurante mejicano que funciona como un Subway, elegís el tipo de masa y los rellenos en el momento, yo me pedí un burrito y Ornella un tres tacos. Rica comida, lo elegimos porque me lo habían recomendado por tener comida natural. De ahí fuimos directo a The Brazen Head, para que ella vea el bar más antiguo de Irlanda. Se tomó una cerveza en el salón de los billetes. El barman estaba cansado, se le notaba en la cara que hacía poco había terminado la hora pico. Volvimos a la casa. Ambos muy cansados, yo me caía de sueño. Aún así hicimos un Skype con papá en el living. Después charlé un poco con Vinícius y nos acostamos.

The Brazen Head

Lunes 14: Ciervos
Desayuné solo y me puse a vaciar el garaje en busca de los colchones y edredones en mejor estado. Rescaté lo necesario para los dos alemanes que llegan el miércoles y lo dejé a ventilar en el patio. Ornella se duchó, yo preparé el mate, fuimos a comprar facturas y caminamos hasta el parque Phoenix. 

Laguito

Sr. Ciervo
Lindo día de sol, entramos por una de las puertas laterales, la misma por la que entré la primera vez con Michael. Paseamos por el jardín, vimos el obelisco gigante y seguimos para el centro del parque. Vimos unos 9 ciervos pastando al lado de una cancha de rugby. Nos acercamos despacio y se alejaban al mismo tiempo, no nos querían cerca.  Seguimos y vimos detrás de un pequeño bosque muchos más ciervos. Entre ellos, un grupo de personas casi tocándolos. Nos acercamos, les estaban dando de comer. Nosotros no les dimos nada. Por eso mismo, una vez que llevaron su hocico a nuestras manos nos volvieron la cabeza como ofendidos. Cómo se atreven a llegar con las manos vacías. Llegamos a tocarlos un poco y a sacarnos unas fotos. Mate Time! Nos sentamos en un tronco bien grande, preparamos el mate y nos comimos las facturas. Seguimos viaje, cruzamos un bosque un poco más espeso, donde había más ciervos. Se peleaban con los cuernos, pero parecía que lo hacían por protocolo, no se los notaba furiosos o con ánimos reales. Seguro que si tirábamos comida cerca se separaban y le entraban a los pancitos. Vimos la cruz papal y la rotonda que indica la mitad del parque. Bordeamos el zoológico y cruzamos el agujero en la pared para entrar al bar homónimo, Hole in The Wall. Le samos el baño y medimos un mini almuerzo, una especie de sopa espesa con pescado, es un plato local y está muy rico. Yo tomé agua y Ornella se pidió una cerveza que no conocía, era tan desconocida que nos equivocamos y pedimos cidra, el mozo nos la cambió por una Pale Ale sin cobrarnos la primera. Terminó el aseo, era hora de trabajar. Volvimos juntos a la casa y nos separamos en la esquina del semáforo de Philsboro Road. A los 5 minutos me llegó un mensaje de Ornella. Me olvidé de darle la llave, bueno, me tuvo que ir a ver al bar más tarde. A las 6 apareció después de su paseo por el centro. Yo salí del bar y nos volví a la casa. Íbamos a salir, pero no. A dormir casi temprano.

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