Dublín 15,16/03 – llegaron los alemanes
Martes 15: Guinness
Tocó abrir la
cocina. Salí de la pieza sin despertar a nadie, desayuné rápido y me fui.
Trabajé hasta las 4 y ahí estaba Ornella. Me esperó casi una hora y salimos
para el museo Guinness. Alan nos advirtió que podría estar cerrado. En la
página decía que estaba abierto hasta las 5, nos apuramos. El paseo es similar
al de la Heineken Experience, un poco más corto nomás. El edificio tiene la
forma de una pinta, son 7 pisos en los que una va solo siguiendo flechas y
explicaciones, tanto escritas como en video. Te enseñan los 5 ingredientes que
componen la emblemática cerveza y los diferentes procesos desde el cultivo
hasta la publicidad. En el quinto piso está la primera degustación, un vasito
de cortesía. Luego, en el sexto hay un bar bastante grande con esculturas y
finalmente en el séptimo está el gran bar. Cilíndrico y con un 90% de la pared
vidriada, ofrece una vista espectacular de la ciudad. La barra circular estilo
isla ofrece exclusivamente Guinness. Antes de subir vimos una cola en el sexto,
una empleada nos dijo que estaban a 15 minutos de cerrar y que teníamos que
elegir. Si tomarnos la cerveza en el bar o hacer la cola y servirnos nuestra
propia pinta. Elegimos la primera.
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En Guinness |
Bajamos todos los
pisos por escalera mecánica y le dedicamos un rato a los suvenires. Buena
calidad.
Salimos junto
con el último grupo, ya todo cerrado salvo la tienda. Caminamos hasta el río y
nos pasamos del restaurante, claro. Fuimos al Yamamori Sushi Bar. Un
restaurante japonés muy bueno. Íbamos a pedir sushi, pero llenarnos con eso es
muy caro. Pedimos el plato completo, una comida de 7 partes tradicional. Muy
rica, entre ellos sushi, así que nos sacamos el gusto ahí.
El plan seguía
con una visita a McGowens antes de las 11. Estaba casi vacío. Dos de los
salones cerrados. Ornella se tomó su mojito, yo un jugo de ananá y volvimos a
casa. Ya era tarde, estábamos cansados, charlamos un poco y a dormir.
Miércoles 16: Descanso

En la casa estaban
todos o dormidos o por dormirse. Me duché, charlé un poco con Vinícius, que me
contó que lo alemanes ya habían llegado, habían dejado sus mochilas en el living
y habían ido al aeropuerto a dejar el auto. Finalmente sólo Ornella y yo
quedamos despiertos para recibirlos. Fioren y Tim. Buen onda, cayeron con
comida y cerveza. Charlamos casi una hora. Nos contaron de su viaje, uno está de
vacaciones una semana y el otro viene viajando hace un mes. Preparamos sus
camas en el living y nos fuimos a dormir.
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